Incidentes OVNI que ocultaban aviones espía
!Alerta! Invasión no identificada
Con esta nueva información inédita cerramos esta serie que tenía por objeto demostrar por qué La clasificación de información OVNI continúa. Uno de los secretos mejor guardados por las agencias de inteligencia. Expedientes sobre objetos no identificados que han invadido el espacio aéreo nacional, vulnerando La soberanía del país. ¿Qué ocultan estos comprometidos informes?
Acordamos encontrarnos en una discreta cafetería de la calle París, en Barcelona. Mi contacto está considerado uno de los mayores expertos mundiales en espionaje. Domingo Pastor Petit tiene en su haber casi 50 libros imprescindibles sobre esta materia. A él le debo haberme presentado alguna de mis fuentes para el libro Los expedientes secretos: El CESID, el control de las creencias y los fenómenos inexplicados (Planeta, 2001), y le agradezco haber incluido en la última revisión de su legendario Diccionario Enciclopédico del Espionaje (Complutense, 1996), una entrada sobre mis trabajos acerca del uso de las creencias en lo paranormal por los servicios secretos de todo el mundo. Domingo Pastor Petit siempre me ha regalado un cariño y un afecto que le hacen sobrevalorar mis aportaciones a este campo.
Lo que ese día nos ocupaba era precisamente una referencia que aparece
en dicho diccionario enciclopédico. Concretamente en la página
361, Pastor Petit recoge la siniestra historia de la agente Soledad, una espía
española de 27 años, perteneciente al SDPG -servicio secreto
español predecesor del SECED, CESID y actual CNI-, que fue estrangulada
el 29 de septiembre de 1975 en Echina Well (Hampshire). Su cadáver
apareció a media milla de la base norteamericana de Greenham Common,
en Inglaterra.
Según otro ex agente del SDPG, la agente Soledad había sido “ejecutada” por la CIA, ya que estaba realizando misiones de espionaje relacionadas con la cuestión del Sahara español, y la relación de los EEUU con Marruecos en torno a ese espinoso asunto que en 1975 era de prioridad absoluta. Pocos días después se produciría la Marcha Verde que cambiaría para siempre el mapa geopolítico del norte de África, y condenaría a la población saharaui a los campos de refugiados en los que aún hoy agonizan.
Lo que la agente Soledad buscaba en la base norteamericana de Greenham Common,
según mi fuente, que hace unos días me hacía llegar un
jugoso dossier sobre este tema, estaba relacionado con un incidente OVNI que
5 días antes de su muerte se había producido en el radar de
la Base de Gando, en Canarias. Exactamente a las 05.30 horas, en las pantallas
del radar primario de dicha base, los operadores militares detectaron un eco
no identificado. El objeto volaba a unos 1.600 km/h en dirección sur-norte,ya
unos 300 km al este de Gran Ganarla. Pese a todos los intentos de la autoridad
aeronáutica para comunicarse con aquel objeto desconocido e identificarlo,
fue imposible. La zona de vuelo del “no identificado” se correspondía
con el norte del Sahara español en la frontera marroquí.
A Soledad le quedaban sólo 5 días de vida, y como otros espías
españoles, intentaba averiguar lo que Marruecos, con la connivencia
norteamericana, preparaba para el Sahara español, que sólo unos
días después sería “asaltado” por la Marcha
Verde. Según diversas fuentes aquel eco no identificado, clasificado
como OVNI en el ACC de Canarias, no era el planeta Venus, una alucinación
colectiva, el halo de la Luna ni ninguna otra de las estupideces habituales
con las que el MEO -Movimiento Escéptico Organizado- pretende minimizar
la trascendencia de estos intereses. Era un SR-71A Blackbird, avión
de reconocimiento estratégico, que reunía información
actualizada sobre el despliegue de efectivos españoles en la zona,
para preparar el acontecimiento histórico que, unos días después,
cambiaría la historia del Sahara y que a Soledad le costó la
vida.
007 EN EL MUNDO DE LOS OVNIS
Por incomprensible que pueda resultar a los ufólogos y a los aficionados, detrás de algunos casos OVNI pueden esconderse sucesos políticos y militares mucho más relevantes que la estéril polémica de si existen o no extraterrestres. Pese a los enérgicos intentos de los autodenominados “escépticos” por denostar el interés del fenómeno OVNI, hoy estamos en disposición de demostrar la trascendencia política, estratégica y geopolítica que pueden implicar algunos casos.
En octubre de 1973 el Escuadrón de Vigilancia Aérea n0 5, de Alcoy (Alicante), detectó una traza de origen desconocido en la pantalla del radar. Como en tantas otras ocasiones, aquel eco de un “no identificado” desató los protocolos de scramble, y un Mirage III, pilotado por el capitán Jose Pablo Gil Pijuán, despegó en misión de intercepción del objeto que había invadido el espacio aéreo español. Haciendo gala de toda su pericia como piloto, el capitán Gil pudo acercarse lo suficiente al objeto como para que su radar de a bordo un Cyrano lIB-, también detectase al intruso, que cruzaba la costa a unos 75.000 pies de altura y a más de mach-3 (3.200 km/h), dejando muy abajo y muy atrás al Mirage español. Posteriormente el intruso fue identificado por Inteligencia como otro SR-71A Blackbird procedente de la base aérea de Seymour Johnson (Carolina del Norte), en vuelo espía hacia los campos de batalla que enfrentaban al ejercito israelí, aliado de los EEUU, con los países árabes en la guerra del Yom Kippur.
No hace falta ser un 007 para encontrar los porqué de incidentes como éste. Basta con abrir la página web de la CIA en Internet. Una vez dentro, sólo hay que teclear la palabra UFO en el buscador interno, y ante los ojos del internauta aparecerá la historia no contada del SR-71 Blackbird, el “OVNI” más utilizado por la agencia. Y no me he vuelto loco. En un informe que la CIA publica en su propia página web, es la agencia norteamericana quien reconoce, con todo lujo de detalles, cómo durante décadas ha fomentado la creencia en OVNls y platillos volantes para ocultar los vuelos espía de su SR-71, entre otros, mientras realizaban misiones secretas.
La agencia descubrió que los ufólogos eran unos aliados extraordinarios al desviar la atención mediática cuando algún incómodo testigo, o algún radar inoportuno, detectaba los vuelos de sus aviones espía. Mientras la opinión pública limitase sus comentarios a historias de marcianos, sus misiones estaban a salvo.
En ocasiones una avería inesperada en el “OVNI”, daba al traste hasta con los intentos más esforzados de los pseudoescépticos por explicar todo incidente con argumentos absurdos como el planeta Venus o radares averiados.A las 23.30 horas del 26 de julio de 1986, por ejemplo, el ACC de Barcelona y el EVA-5 de Alcoy detectaban en sus pantallas un tráfico no identificado en vuelo, a unos 155 km al sudeste del EVA y a unos 8.800 m de altura, con rumbo hacia el Estrecho de Gibraltar. Siguiendo el protocolo, un interceptor de la defensa, esta vez un Mirage-F1 similar al del famoso “Incidente en Manises’, despegó en misión de scramble.
Pero en esta ocasión no fue necesaria una persecución imposible. El intruso sufrió una avería técnica que le obligó a realizar una escala en la base militar hispano-americana de Rota. Se trataba de un avión EA-6B Prowlerde guerra electrónica procedente de un portaviones norteamericano situado al sur de Mallorca. No era una nave alienígena, ni tampoco había justificación alguna para la alarma social que algunos medios Cadena SER, El País, La Vanguardia, etc-, generaron con su tratamiento sobre el eco no identificado detectado en las pantallas, y el scramble que originó. Algún visionario delirante incluso pretendió relacionar este incidente con la desaparición de Juan Pedro Martínez, el “niño de Somosierra’, que se esfumó ese mismo día.
En las últimas semanas algunos “expertos”
y autodenominados “escépticos”, como Juan Carlos Vitorio,
se han empeñado en recoger casos OVNI antiguos, protagonizados por
oficiales de policía, radaristas, guardias civiles... explicándolos
como confusiones con Venus, la Luna o radares averiados. Es esta una constante
del MEO, que cada cierto tiempo se renueva, presentando a los profesionales
de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado como auténticos incompetentes,
delirantes y absurdos lo cierto es que así debe ser... Me explicaré.
“No somos Torrente, ni la VA, ni Los hombres de Paco... pero a veces
nos conviene parecerlo”. Estas crípticas palabras de una de mis
fuentes, al servicio del actual CNI, sólo pueden comprenderse desde
el punto de vista de los espías. Y es que, como he repetido siempre,
el gran drama de los profesionales del espionaje es que sólo podemos
conocer sus fracasos. Las operaciones de espionaje exitosas, como introducir
micrófonos en tal o cual embajada, captar como informador a tal o cual
funcionado extranjero, infiltrar a un agente en tal o cual grupo terrorista..,
lógicamente no pueden ser hechas públicas, porque automáticamente
perderían su operatividad. Pues bien, en nuestros archivos ufológicos
encontramos también ejemplos de esta realidad.
Exactamente a las 15.18 h del 16 de enero de 1989, por
ejemplo, las alarmas del Escuadrón de
Vigilancia Aérea n0 21 de Gran Canaria se disparan al detectar un tráfico
no identificado a unos 305 km al este de la isla. El eco, al que se asigna
el indicativo KG344, se desplaza a una velocidad de 407 km/h y a 3.350 m de
altitud al norte de Tarfaya, junto a la costa marroquí. En un intento
por identificar aquél objeto desconocido, los operadores del EVA confirman
que no existe ningún tráfico aéreo, civil o militar notificado
ni en el ACC canario ni en la base de Gando. A las 15.32 horas despega un
Mirage-F1 -JC-O1- en misión de scramble. En esta ocasión hay
suerte. El capitán del Fi consigue interceptar al “no identificado”
y tomar contacto visual. Para su sorpresa, se trataba de un TM-12 -C 212 Avioca-,
del propio Ejército del Aire español. ¿Una nueva pifia
de nuestros militares? ¿Un ejemplo más de su incompetencia?
Todo lo contraño.
A pesar de las burlas que una lectura superficial del incidente origina en algunos “expertos” escépticos con la profesionalidad de nuestros servicios, aquel TM-12, un avión de inteligencia electrónica que entonces pertenecía a la 408 Escuadrilla con sede en la base aérea de Getafe (Madrid), se encontraba realizando una misión de espionaje sobre Marruecos -captación, registro y análisis de comunicaciones y toda emisión electromagnética. Para ello, lógicamente, no había notificado ningún plan de vuelo a los controladores aéreos canarios. Y además había anulado la señal “transpondré” -el código IFF/SIF de identificación-, desapareciendo de los radares secundarios. Su presencia clandestina era desconocida incluso por las propias unidades del Ejército del Aire en Canarias.
Así que, lo que en una primera lectura podría ser interpretado como una chapuza, en realidad demuestra que el TM-12 llegó clandestinamente a la frontera marroquí para realizar su misión, ya la vez demuestra la eficiencia de la cobertura radar canaria que captó al intruso, y la pericia del piloto del F1 que pudo interceptarlo.
Pero como El 12 de mayo de 1992 el Escuadrón de Vigilancia Aérea n0 7, de Soller (Mallorca), y el n0 5 de Alcoy (Alicante), detectan una traza desconocida en sus pantallas. En esta ocasión el OVNI se mueve por el límite de la línea de BR -Región de Información de Vuelo-, entre Marsella, Barcelona y Argel. Por tanto podemos suponer que, presuntamente, este incidente OVNI afecta al menos a tres países.
Una vez más un Mirage F-1 despega desde la base de Los Llanos (Albacete) en misión de scramble. Sin embargo, y a pesar de los intentos del interceptor de la defensa, aquel “no identificado” presenta una capacidad aeronáutica muy superior al caza español. A pesar de no conseguir tomar contacto visual con el objeto, el radar del Mirage confirma el eco no identificado, que vuela a unos 850 km/h y por encima del techo de nuestro caza, a unos 22.860 m de altura, siguiendo el límite de los espacios aéreos. Al saberse detectado -para eso están los receptores de radar en los aviones modernos-, el objeto realiza una maniobra dando un giro de 1800 regresando en dirección a Italia.
Según mi fuente, Inteligencia descubriría semanas después que en esta ocasión el intruso era un Lockheed TR-1A, el nuevo “juguete’ del espionaje norteamericano que sucedió al legendario U-2, el veterano avión espía que, según reconoce la CIA en su página web oficial, ha generado incidentes OVNI por todo el planeta. La vertiginosa evolución tecnológica militar del siglo XXI nos deparará nuevas sorpresas y muchos incidentes de este tipo para engrosar los archivos.
el veterano experto en espionaje Domingo Pastor Petit
me puso en contacto con otras fuentes pertenecientes a diferentes servicios
secretos, como Isaac, un alto oficial del Mossad israelí, actualmente
residente en España. Según este agente operativo, la implicación
militar del estudio de los OVNIs es todavía mucho mayor. Y como ejemplo
citó el caso poco conocido de un objeto estrellado en Egipto, hace
varias décadas, que algunos delirantes piramidólogos han intentado
relacionar con los “dioses” inspiradores de la cultura faraónica.
Se trataba de un avión espía israelí realizando misiones
sobre Líbano, Siria, Egipto y Palestina. “El contenido de ese
avión, y su tecnología concluye el del Mossal serían
un secreto mucho más trascendente para nosotros que ningún alienígena
de Roswell”.
Y esos secretos, como lamentablemente averiguó la agente Soledad en
Inglaterra, se protegen cueste lo que cueste...