Apocalipto

Estaba ante la conocida como pirámide del adivino, una enorme mole de tierra y piedra que fue reconstruida varias veces, pues según la creencia de aquellos hombres el tiempo es tan importante que ni los edificios más señoriales podían seguir para siempre igual. Así, cada 52 años exactamente fue remodelada, justo el ciclo vital que para ellos es básico dentro del movimiento del universo.

El sonido de los monos aulladores resonaba en el caluroso amanecer de aquella recóndita selva.

En las ciudades mayas vivían cientos de miles de personas.

El fin de los mayas

Un clima extremadamente húmedo, las enfermedades y sobre todo la temible malaria fueron los factores que mantuvieron alejados a los conquistadores de aquella extraña ciudad durante dos siglos. Justo en las tierras del sur, en el Petén, supuestamente el lugar donde los mayas habían desaparecido más pronto, quedaba en pleno siglo XVII una hermosa ciudad de esta cultura habitada por unas 15.000 personas. Los templos y las casas blancas de Tayasal, en la actual Guatemala, podían contemplarse a la perfección desde diferentes puntos del lago Petén Itzá.

Pero aquellos indígenas no eran meros inquilinos que se habían apropiado de unas construcciones ajenas a su conocimiento y su ciencia, sino que eran realmente los últimos mayas que habían quedado aislados en aquel lugar durante siglos. Mantenían intacta su religión, incluidos los sacrificios humanos, y lo más importante, sus usos y costumbres, detalle del que los españoles se supieron aprovechar a la perfección.

Los templos y las casas blancas de Tayasal, en la actual Guatemala, podían contemplarse a la perfección desde diferentes puntos del lago.

Hoy en día la cultura maya es un reclamo turístico de primer orden.

El padre franciscano Andrés de Avendaño fue el primer europeo que traspasó los muros de Tayasal y pudo después de tal hazaña regresar vivo para contarlo, suerte que otros antes que él no tuvieron. Los aborígenes de esta hermosa ciudad eran desconfiados a la vez que fieros guerreros y no dudaban, entre otras fechorías, en comerse a los que entendían que eran sus enemigos. Este valiente sacerdote, en compañía de otros dos clérigos y un grupo de guías indígenas, se internó en la única ciudad maya que jamás se haya conocido habitada, a finales de 1695. La verdad es que resulta increíble comprobar la valentía, la sangre fría y el ingenio de este religioso a la vez que aventurero.

Las pirámides mayas siguen asombrando por su perfección.

Gracias a los contactos previos que Aven-daño había tenido con los descendientes de los mayas en otros lugares de Yucatán se había convertido en todo un experto en sus usos y tradiciones. Aquellos indios vieron a los sacerdotes casi como hombres llegados de otro planeta, según nos cuenta el franciscano en los textos que nos legó de su expedición, los mayas de Tayasal les perseguían todo el día fascinados por su presencia. Hasta tal punto le incordiaban que varias veces al día daban misas que voluntariamente prolongaban, ya que era el único momento en que los aborígenes les dejaban en paz. Los mayas de aquella apartada ciudad eran "tan curiosos" respecto a aquellos extranjeros que no dudaban incluso en tocar sus genitales para comprobar de esta forma que, al igual que ellos, eran también hombres de carne y hueso.

Pero los planes de Avendaño eran realmente brillantes e iban más allá de lo que sus nuevos amigos podían imaginarse. Conocedor de la obsesión que aquellos indios tenían por el tiempo, así como de los entresijos de su complicado calendario, trazó un plan para que se convirtieran al cristianismo, ya que "así lo anunciaban sus propias profecías".

La perfección de la construcción es tal que entre estas piedra no hay resquicio ni para introducir la hoja de un cuchillo.

que aquellos indios tenían por el tiempo, así como de los entresijos de su complicado calendario, trazó un plan para que se convirtieran al cristianismo, ya que "así lo anunciaban sus propias profecías". Faltaban pocos meses para que comenzara el Katún 8 Ahau, época de grandes cambios según marcaban los dioses que serían los nuevos guías del tiempo maya. Avendaño se dedicó por tanto a convencer a los indios de que esta época de cambio suponía de hecho que abandonarían su religión para de esta manera abrazar el cristianismo. No dudó además en señalarse a sí mismo como un elegido, un enviado de los dioses que tenía que cumplir una misión divina respecto a ellos. De manera literal, según sus propias palabras: "Viendo que yo soy el hombre afortunado que realiza vuestras propias profecías, por las cuales habéis de llegar a ser cristianos; y este beneficio llegará a vosotros gracias a ciertos hombres barbados del este; que por signos de sus profetas éramos nosotros mismos, porque recorrimos muchas leguas viniendo del este, surcando los mares, sin más propósito que, en vista de nuestro amor por sus almas, traerles ese favor que el verdadero Dios les muestra".

Y es que este franciscano no sólo sabía que los sacerdotes y profetas mayas se guiaban en sus predicciones por los designios que les marcaba el calendario, sino que era también conocedor de las profecías que siglos atrás introdujeron las tribus itzaes en Yucatán en referencia al Dios Kukulcan, que vino del este rodeado de hombres que portaban barba, al igual que ahora la mostraban con orgullo los religiosos españoles. Curiosamente este nuevo culto surgió justo seis siglos atrás, en otro momento de cambios que también predijo su calendario.

El sol presidia el calendario maya, que auguraba para 2012 el fin del mundo tal y como lo conocemos.

Aquellos indios vieron a los sacerdotes casi como hombres llegados de otro planeta, según nos cuenta el franciscano en los textos que nos legó de su expedición.

Aun así, su plan no salió del todo bien, pues un cacique maya llamado Covoh desafió a los religiosos y les condenó a muerte a la vez que les hizo gestos donde plasmaba su intención de comérselos, por lo que tuvieron que huir de Tayasal. Tan sólo unos meses más tarde las tropas españolas asaltaron la ciudad de la selva, concretamente en abril de 1697, aunque para entonces su población estaba dividida y gran parte de sus habitantes pensaron que la resistencia era inútil pues las profecías eran claras y era preciso por tanto abrazar sin tapujos la nueva religión de la cruz tal y como habían dicho los hombres con barba. Tras la batalla muchos mayas se convirtieron al cristianismo, mientras que otros pequeños grupos se ocultaron en lo más profundo de la selva hasta bien entrado el siglo XIX, manteniendo de esta manera sus sorprendentes tradiciones.

La obsesión por el tiempo

No conocían los metales y paseaban sus cuerpos semidesnudos por una tupida selva, sin embargo, fueron los creadores del número cero y jamás a lo largo de la historia se ha conocido a un pueblo que haya controlado mejor el tiempo. Ellos conjugaban dos calendarios, uno solar, el Haab, de 18 meses de 20 días más 5 a los que se llamaba uayeb, en total 365; más otro lunar, el Tzolquín, basado en la Luna tenía 13 meses de 20 días.

Las ciudades mayas eran inmensos observatorios astronómicos.

Mediante este complejo sistema establecieron ciclos básicos, tal y como comentaba antes, de 52 años, sin embargo, hay inscripciones en sus estelas que hacen alusión a acontecimientos pasados que se remontan a milenios.

expertos nos hablan de la llegada del quinto sol, en concreto el día 21 de diciembre del año 2012, para muchos agoreros, el fin del mundo.

No conocían los metales y paseaban sus cuerpos semidesnudos por una tupida selva, sin embargo, fueron los creadores del número cero.

Según sus creencias, llegará en ese momento un instante conocido como "el tiempo del no tiempo", en total 20 años en los que el hombre deberá adaptarse a los cambios que están por llegar. Aunque parezca sorprendente, esto sí es fácil que acontezca, en un planeta Tierra cuyos recursos energéticos se agotan y donde las hambrunas hacen cada vez más mella entre nuestra numerosísima población. Ahí sí que debemos pensar en los misteriosos mayas, pues en sus profecías puede esconderse el destino de toda la humanidad.