Sobre los iluminati se han dicho tantas cosas, se ha mezclado tan íntimamente historia con histeria, que resulta difícil elaborar un trabajo riguroso sin caer en las múltiples trampas que nos han tendido quienes con más entusiasmo que rigor han contribuido a crear una leyenda de esta sociedad secreta. Para ponernos en un contexto de trabajo que se mantenga en los estrictos límites de la racionalidad intentaremos ceñirnos a lo conocido y admitido, dejando a un lado las especulaciones más o menos truculentas.

Los Illuminati propiamente dichos nacieron como grupo el 1 de mayo de 1776 en Ingolstadt, Baviera. De ahí que esta sociedad secreta sea conocida también con el nombre de Iluminados de Baviera. Sin embargo, como en el caso de muchas otras sociedades secretas, se han reclamado para los llluminati diversos orígenes más o menos míticos.

Una de las metas de los illuminatis es acabar con las monarquias y promover la republica como forma de gobierno.

La aparición de los llluminati fue una de las muchas manifestaciones de la aspiración que se extendió por la Europa del siglo XVIII de erradicar la dominación monárquica feudal que durante siglos había atrapado a la humanidad en la oscuridad y la opresión. Los llluminati fueron, en este sentido, hijos de su tiempo.

Su fundador fue Adam Weishaupt, un alumno de los jesuitas reconvertido en masón. Su padre era catedrático de instituciones imperiales y de derecho penal de la Universidad de Ingolstadt y sus antepasados tenían orígenes judíos.

Dan Brown ha popularizado el dato de que los illuminati empleaban, palabras que pueden ser leidas al derecho y al reves

LA FORJA DE UN REBELDE

De la vida de Adam Weishaupt sabemos poco, apenas una serie de anécdotas distorsionadas por el mito en el que quedó envuelto el personaje. Tanto es así que incluso ha habido autores que han llegado a dudar de su existencia.

Con tan sólo 20 años ya era profesor de derecho canónico en la Universidad de lngolstadt. En su cátedra, Weishaupt enseñaba una filosofía anticlerical y humanista con la que intentaba persuadir a sus alumnos del absurdo inherente a ideas como patria, rey o religión.

A pesar de no carecer de ambición, al igual que otras figuras similares como Ignacio de Loyola o José María Escriba de Balaguer, Weishaupt era lo suficientemente realista como para comprender que sus pretensiones exigían contar con un grupo de cómplices que le ayudaran a hacer realidad sus sueños. A los primeros los encontró entre sus propios alumnos, a los que instituyó como apóstoles de sus doctrinas con el título de areopagitas, reservándose para él el grado de ¡lluminatus rex, jefe supremo de la orden.

LA ORDEN DE LOS PERFECTIBILISTAS

Paralelamente a su rechazo de los sistemas normativos y de las creencias religiosas tradicionales, y en especial de todo lo que tuviera que ver con los jesuitas, hacia los que profesaba un odio intenso cuyas razones no conocemos, el joven Adam Weishaupt desarrolló una pasión inusitada hacia las religiones de los misterios griegos.

La costumbre de los nombres simbólicos entronca con el hecho de que la inmensa mayoría de los rituales de iniciación no son sino la representación de una muerte y la posterior resurrección a una vida nueva

Consiguió reclutar a cinco de los miembros más prominentes de una prestigiosa logia masónica sobre la que había adquirido cierto grado de control y el 1 de mayo de 1776 fundó la Orden de los Perfectibilistas. Son muchos los que consideran que el hecho de que el 1 de mayo sea festivo en la actualidad el Día del Trabajo es una prueba inequívoca del poder de los llluminati.

La osadía y la ambición de Weishaupt no tenían límites. Llegó incluso a intentar infiltrarse en las filas de sus archienemigos, los jesuitas.

Como sucede en muchas sociedades de iniciación, a los Illuminati se les daba nombres simbólicos al entrar a formar parte del grupo. Además, en su correspondencia llamaban Grecia a Baviera, Atenas a Múnich, etcétera. La costumbre de los nombres simbólicos entronca con el hecho de que la inmensa mayoría de los rituales de iniciación no son sino la representación de una muerte y la posterior resurrección a una vida nueva, la que el nuevo adepto vivirá en la orden.

ILUMINACION Y REVOLUCION

Weishaupt puede ser considerado el primer gran socialista revolucionario, precursor de la Conspiración de los Iguales, de Blanqui, del comunismo de Marx y Engels y del anarquismo de Bakunin o Kropotkin, algo que a ido reconocido por historiadores de la talla de Max Nettlau.

Se dice que el poder de los lliuminati es tal que hasta el dolar estadounidense esta marcado con su simbolo

Las metas de los llluminati son acabar para siempre con las monarquías y promover la república como forma de gobierno; eliminar la desigualdad social; borrar las fronteras y el concepto de nación haciendo que la humanidad sea una única patria; y abolir las religiones, y muy especialmente el cristianismo, apostando por un laicismo radical.

El corpus ideológico iluminista, idéntico en lo superficial al de la masonería especulativa, tiene sus propias señas de identidad y hace del culto al racionalismo una de sus piedras angulares, lo que no es obstáculo para que, simultáneamente y sin pudor, recurra a un variopinto galimatías de conceptos más o menos esotéricos extraídos arbitrariamente de fuentes tan heterogéneas como la Biblia o el confucionismo, a los que se añaden otros elementos tomados de la cultura clásica, encarnada en la obra de filósofos como Epicteto, Séneca o Marco Aurelio.

JUGADAS MAESTRAS

Los Illuminati, igual que lo habían hecho durante siglos los jesuitas en el seno de la Iglesia católica, fueron maniobrando para ganar influencia en las logias masónicas más influyentes de Europa, donde difundieron una serie de ideas presididas por un ferviente sentimiento antimonárquico que terminó por decantar a buena parte de los masones europeos hacia la causa republicana. El propio Weishaupt explicaba así sus tácticas de infiltración: “Cada uno de los hermanos debe poner en conocimiento de su jerarquía los empleos, servicios, beneficios y demás dignidades de las que podamos disponer o conseguir por nuestra influencia, a fin de que nuestros superiores tengan la ocasión de proponer para esos empleos a los dignos miembros de nuestra Orden

La Declaración Universal de los Derechos Humanos refleja a la perfección los ideales de los llluminati

De lo que se trata es de infiltrar a los iniciados en la Administración del Estado, bajo la cobertura del secreto, al objeto de que llegue el día en que, aunque las apariencias sean las mismas, las cosas sean diferentes ...... En una palabra, es preciso establecer un régimen de dominación universal, una forma de gobierno que se extienda por todo el planeta. Es preciso conjuntar una legión de hombres infatigables en torno a las potencias de la tierra, para que extiendan por todas partes su labor siguiendo el plan de la Orden”.

Weishaupt dio un importante golpe de efecto reclutando a través del marqués de Constanzo a Adolf Francis, el barón Knigge, uno de los personajes más respetados del panorama masónico de la época. Con el respaldo de Knigge, los adeptos a los llluminati crecieron rápidamente hasta más de 3.000, lo que los convirtió en una fuerza a tener en cuenta dentro de la masonería europea.

RECLUTANDO A SU EJERCITO

Había una razón más para reclutar masones. La masonería aún no había sido censurada por las autoridades eclesiásticas y un gran número de clérigos, incluidos altos dignatarios, formaban parte de las logias. Ellos eran objetivos muy apetecibles para Weishaupt, que soñaba con formar su propio grupo de infiltrados en el mismo seno del catolicismo.

Lo avanzado de sus ideas hizo que se interesaran por su causa importantes intelectuales de la época, como Goethe o Herder

Otra de las innovadoras tácticas que comenzó a aplicar Weishaupt en su guerra secreta fue el empleo de mujeres especialmente entrenadas para utilizar el sexo como medio para recabar información o someter la voluntad de aquellos sobre los que se quería influir, bien por la persuasión de la seducción o recurriendo al chantaje cuando fracasaban los métodos más sutiles, algo que a partir de entonces sería extensamente utilizado por otras asociaciones secretas, servicios de inteligencia e incluso sectas destructivas, como los Niños de Dios.

El propio Weishaupt nos da una idea del tipo de personas a las que quería en la orden: “Cualquiera que no cierre los oídos a los lamentos del desgraciado, ni su corazón a la dulce compasión; cualquiera que es amigo y hermano del desafortunado; cualquiera que tenga un corazón dispuesto al amor y la amistad; cualquiera que sea firme en la adversidad, dispuesto a realizar aquello a lo que se ha comprometido, indómito en la superación de dificultades; cualquiera que no desdeñe ni se burle del débil; cuya alma es capaz de concebir grandes proyectos, deseoso de sublimar todas las motivaciones más bajas y de distinguirse por sus hechos de benevolencia; cualquiera que evite la ociosidad; cualquiera que no considere superfluo ningún conocimiento que pueda tener la oportunidad de adquirir, en especial con respecto al conocimiento de la humanidad; cualquiera que, cuando la verdad y la virtud estén en duda, desdeñando la aprobación de la sociedad, sea lo suficientemente valeroso para seguir los dictados de su propio corazón, ése es un candidato apropiado’.

Los iluminati reclutaron en la masoneria a la mayoria de sus miembros

Lo avanzado de sus ideas hizo que se interesaran por su causa importantes intelectuales de la época, como Goethe o Herder, así como médicos, abogados, jueces, profesores de bachillerato y de universidad, rectores, gobernadores de provincias, miembros de la Cámara Imperial, altos funcionarios de todas las ciases y una extensa lista de personajes de la nobleza, como el duque Luis Eduardo de Saxe-Gotha, el duque de Saxe-Weimar, el príncipe Ferdinand de Brunswick, el conde de Stolberg, el príncipe Karl de Hesse, el príncipe de Neuwied, el conde Von Pappenheim, el barón de Dalberg y un largo etcétera.

Los llluminati seleccionaron a los más notorios, prometedores e influyentes de los masones, a quienes hicieron pasar por ritos de iniciación más extraños y esotéricos que los de la propia masonería.

La orden estaba organizada en grados que formaban una jerarquía de tres series sucesivas:

1. Semillero:
a. Candidato.
b. Novicio.
c. Minerva!.
d. Illuminatus minor

2. Masonería simbólica:
a. Aprendiz.
b. Compañero.
c. Maestro.
d. Illuminatus majon
e. Illuminatus dirigens.

3. Misterios menores:
a. Sacerdote.
b. Príncipe.
c. Mago.
d. Rey.

Los objetivos reales de la orden eran desvelados poco a poco, a medida que el adepto ascendía en la jerarquía. Esto se desarrollaba más o menos de la siguiente manera:

1. El illuminatus minor debía prestar un juramento de obediencia absoluta a sus superiores. Se le enseñaba que el fin de la orden era hacer de toda la humanidad un solo cuerpo, una única nación gobernada por la sabiduría de los superiores.

2. El ilIuminatus dirigens juraba luchar contra la superstición incluida por supuesto la religión en general, el cristianismo en particular y el catolicismo en especial, la maledicencia y el despotismo, así como convertirse en el campeón de la virtud, la sabiduría y la libertad.

3. En el grado de sacerdote se ponía al candidato aún más al corriente de los objetivos y propósitos de la orden. Se le decía que el mejor medio para verse libre de dirigentes y gobernantes indeseables para los intereses de la orden era proceder a la manera de una sociedad secreta que poco a poco se fuera infiltrando en los aparatos y órganos del gobierno hasta hacerse con todos los poderes del Estado. Príncipes y sacerdotes debían ser exterminados. El patriotismo debía ser combatido y contrapuesto al cosmopolitismo.

4. En el grado de mago se iniciaba al adepto en los misterios del panteísmo materialista.

5. En el grado más elevado, el de rey, se enseñaba al adepto que todos los individuos eran iguales en derechos, que el hombre debía ser su propio soberano.

Se les enseñaba que el fin de la orden era hacer de toda la humanidad un solo cuerpo, una nacion gobernada por la sabiduria de los superiores.

El ascenso de los llluminati se vio bruscamente interrumpido. Como ha sucedido con tantas otras sociedades secretas, llegó un momento en el que el secreto de la organización se convirtió en extremadamente difícil de guardar. Knigge, católico y aristócrata, acabó por hartarse del ateísmo y los modales autoritarios de Weishaupt y, en respuesta, éste lo acusó de fanatismo y mojigatería, diciendo que había incorporado en el ritual demasiados elementos religiosos completamente innecesarios. Knigge se retiró de la sociedad, y con él muchos de los que habían acudido a las filas de los llluminati al reclamo del prestigio del barón. Libres de su vínculo, algunos de los desertores no dudaron en revelar a las autoridades lo que tramaba Weishaupt. En vista de su peligrosidad, el gobierno bávaro disolvió la orden, si bien muchos de sus miembros pasaron a la clandestinidad a partir de aquel momento. En febrero de 1785 Weishaupt fue destituido de su cátedra y desterrado a Regensburg (Ratisbona).

Adam Weishaupt, fundador de los iluminados de Baviera

El rastro de Adam Weishaupt parece perderse desde ese momento. Robert Anton Witson sugirió en su día, a modo de broma, que el líder de los llluminati escapó a América y se convirtió en George Washington, empedernido masón y ávido fumador de cáñamo. Bromas aparte, casi en el mismo instante de su disolución forzosa, empezaron a correr los más variados rumores sobre los elitistas subversivos de Weishaupt, involucrándolos en todo tipo de conspiraciones.

Libres de su vínculo, algunos de los desertores no dudaron en revelar a las autoridades lo que tramaban los iluminati. En vista de su peligrosidad, el gobierno bavaro disolvió la orden, si bien muchos pasaron a la clandestinidad

La mayoría de la información con respecto a los rituales y los objetivos de la orden se deriva de la correspondencia y los documentos encontrados en un registro en la residencia de Xaver Zwack en Landshut y otro posterior en el castillo del barón Bassus de Sondersdorf, en Baviera en 1787.

También existe una historia mítica respecto al origen de la información que tenemos sobre los llluminati, que afirma que en la noche del 10 de julio de 1785 el abad Lanz, correo personal de Weishaupt, cayó fulminado por un rayo “en justo castigo por su asociación con esta orden impía’, suelen apostillar los narradores más devotos. En cuanto al propio Weishaupt, se refugió en Gotha al amparo del duque Ernesto, que le nombró su consejero y le confió la educación de su heredero. Allí vivió hasta su muerte, el 18 de noviembre de 1830. Durante aquel periodo escribió varias obras, como Una historia completa de la persecución contra los Iluminados de Baviera, Retrato del iluminismo, Apología de los iluminati y Un sistema mejorado de iluminismo.

LA LEYENDA DE LOS ILLUMINATI

Según diversas teorías, tras su forzada desaparición de escena, los Illuminati adoptaron diferentes nombres y formas, se extendieron por distintos países y promovieron doctrinas tan diversas como el anarquismo, el comunismo o el republicanismo, siempre con los objetivos de la secularización de la sociedad y la abolición de la monarquía.

En su estupenda monografía sobre este tema, el autor estadounidense Neil Wilgus afirma que George Washington era un profundo conocedor de los planteamientos de Weishaupt. Sin embargo, en las logias masónicas estadounidenses se vivía una situación muy diferente de la de sus homólogas europeas. Thomas Jefferson, otro masón como la mayoría de los fundadores de Estados Unidos, también conocía la obra de Weishaupt y los llluminati. De hecho los admiraba. Dijo que podía comprender la predilección por el secreto de los miembros de la organización alemana teniendo en cuenta el despotismo que reinaba en Europa. El autor de la Declaración de Independencia afirmó, sin embargo, que si Weishaupt hubiera estado en América “no habría pensado en ninguna maquinación secreta” para propagar su ideología librepensadora. Con maquinación o sin ella, el caso es que existen diversas pruebas que sugieren una fértil presencia iluminista en las colonias americanas al final del siglo XVIII y que bien pudo ser determinante en el nacimiento de Estados Unidos.