MISTERIOS OCULTOS (M)

Mató la lluvia ácida a los dinosaurios
La lluvia ácida actual es tan fuerte como el vinagre. Puede no producir agujeros en nuestras ropas, pero mata los árboles y los peces al cambiar lentamente las concentraciones minerales en el suelo y en el agua. Sin embargo, Ronald Prinn y Bruce Fegley, Jr., del Instituto de Tecnología de Massachusetts, especulan que las lluvias ácidas prehistóricas eran mucho más fuertes, más o menos como el ácido de laboratorio más enérgico, y podría haber atacado las plantas y animales, devastando la vida en los océanos, así como en tierra. Por lo tanto, si las nubes de polvo levantadas a causa de un asteroide no borraron del mapa a los dinosaurios, hace sesenta y cinco millones de años, tal vez lo hiciera la lluvia ácida de Prinn y Fegley.

Los científicos siempre han encontrado niveles elevados del raro metal iridio en las capas estratificadas de sedimentos dejados hace unos sesenta y cinco millones de años. Basándose en las concentraciones conocidas de iridio en los asteroides y cometas, los científicos especulan que un pequeño asteroide o un gran cometa chocó contra la Tierra en aquella época, creando una nube de restos que depositaron iridio en el planeta.

El doctor Luis Álvarez, del Laboratorio Lawrence de Berkeley (California), ha señalado una capa de iridio en capas rocosas de la era mesozoica (hace sesenta y cinco millones de años). Esta capa se ha encontrado en diversas partes del mundo y ha llamado a la capa la «Gran Matanza», una marca de cementerio para los enormes dinosaurios que habían dominado la Tierra durante millones de años.

El cometa, con una concentración de iridio mucho menor, debería haber sido unas veinte veces más grande que el asteroide. Así, pues, el impacto recalentaría la atmósfera de la Tierra, convirtiendo el nitrógeno y el oxígeno en óxido nitroso. Esto, combinado con la lluvia, produciría ácido nítrico, o auténtica lluvia ácida.

Monstruos marinos en la Unión Soviética
En 1964, en una expedición de cinco meses para buscar depósitos minerales en Siberia oriental, un equipo de científicos de la Universidad de Moscú montó un campamento cerca de las orillas del lago Jair. Cuando uno de los miembros del grupo, el biólogo N. Gladkij, sacaba agua del lago, literalmente topó con la criatura que, desde hacía mucho tiempo, se creía que moraba allí.

Naturalmente, los científicos siempre habían considerado un mito eso de que el lago Jair fuese la residencia del monstruo. Pero allí había un reputado biólogo, enfrentado con un animal cuyas características jamás había visto. Su pequeña cabeza destacaba por encima de un largo y reluciente cuello conectado con un cuerpo negro como el azabache y con una aleta vertical situada a lo largo de la espina dorsal. Alarmado, Gladkij volvió al campamento y regresó con los otros científicos, sus cámaras y sus armas. Sin embargo, cuando lo hicieron la criatura había regresado a las profundidades.

Pero unos cuantos días después, la bestia reapareció, esta vez a plena vista de todo el grupo de la Universidad de Moscú. Según el subdirector del equipo, G. Rokosuev, «la criatura golpeaba el agua con su larga cola, levantando olas en el lago». Ya no pudieron sostener nunca más que el asunto del monstruo del lago Jair fuese un mito. 

Maíz caído del cielo
Desde 1982 granos de maíz han estado cayendo sobre las casas de Pleasant Acres Drive, en Evans, Colorado, justo al sur de Greeley. Gary Bryan, que vive allí, dice: «Probablemente tendría una tonelada de maíz si lo recogiese todo.» De vez en cuando una judía pinta aparece entre el maíz.

El problema es que no hay campos de maíz cerca de las casas y que el elevador de grano más próximo está a ocho kilómetros de distancia. Nadie puede imaginarse de dónde podía proceder el maíz. Lo único que pueden decir los testigos es que, de vez en cuando, se ve caer del cielo.

Cuando la Prensa se enteró del suceso en septiembre de 1986, reporteros de los periódicos del sector y de los canales de televisión acudieron al lugar y vieron con sus ojos el extraño fenómeno. Al caer el maíz, buscaron un bromista con una honda, pero no pudieron encontrar ninguno.

Las personas que no lo habían visto personalmente no lo creyeron, hasta que lo presenciaron. Como dijo una conversa, Eldred McKlintock, al Rocky Mountain News, «Realmente caía. Ahora lo he visto y lo creo.»

Maíz con acupuntura
Los chinos emplean el antiguo arte médico de la acupuntura para más cosas que sólo corregir dolencias físicas. Lo usan también para hacer madurar con mayor rapidez el maíz y mejorar su sabor. Intrigada ante esta idea, la escritora de temas agrícolas Jude Ramsey Jensen, de Sandy, Oregón, decidió probar el procedimiento, empleando mondadientes en vez de las largas y aguzadas agujas de metal del procedimiento tradicional empleado con los seres humanos.

En un experimento controlado, Jensen insertó un palillo a través de la base de cada tallo en el tronco principal, cuando el estigma del maíz estaba aún verde. Dejó hileras alternas de otras plantas de maíz sin tocar. Ante su asombro, las plantas con acupuntura maduraron una semana antes, y tenían un sabor mucho más dulce que las plantas que no habían recibido el tratamiento de acupuntura.

El procedimiento funciona a través de la herida de la planta, que, a su vez, envía azúcares curadores que rodean el área lastimada. La técnica es un buen ejemplo de la lógica de la sencillez -la planta debe hacer frente a la herida-, explica Jensen, que ha continuado aplicando la acupuntura en sus maizales. Y de este modo cultiva el maíz más dulce y de maduración más rápida de todo Oregón.

Maldición gitana
Según la leyenda, el Derby de Epsom fue víctima durante años de una maldición de una gitana llamada Gypsy Lee. Parece que, un año, había pronosticado la gitana que un caballo llamado Blew Gow ganaría el derby, y escribió la predicción en un trozo de papel para que todos lo viesen. Pero uno de los dueños de caballos le hizo observar, con altivez, que el nombre del caballo era Blue Gown y que Blue no se escribía con «w». Enojada por haber sido puesta en ridículo, Gypsy Lee lanzó una maldición. Mientras ella viviese, ningún caballo que llevase una «w» en su nombre ganaría el Derby de Epsom. Y así ocurrió. Pero, cuando Gypsy murió en 1934, su desconsolada familia apostó todo lo que tenía por Windsor Lad, y el caballo ganó, pagándose las apuestas a razón de siete a uno.
Mapas de estrellas de los sumerios
Los babilonios han sido reconocidos desde hace mucho tiempo por sus vastos conocimientos celestes, desarrollados miles de años antes de la revolución astronómica europea llevada a cabo por Copérnico. Pero unos textos babilonios nuevamente traducidos indican que la riqueza de información de esa civilización había sido, en realidad, heredada de los sumerios que les precedieron. Al parecer, los babilonios sólo conocían el modo de utilizar las cartas sumerias y, realmente, entendían muy poco excepto las bases usadas para los cálculos.

Las bases de nuestro calendario moderno, pues, se desarrollaron hace unos cinco mil años por parte de los sumerios que reconocieron que los planetas eran esféricos y que la Tierra gira sobre su eje, afectando la dirección del Polo Norte. Y calcularon que se necesitan casi 26.000 años para que el Polo Norte regrese a la misma posición. Y lo que aún resulta más sorprendente, midieron con gran precisión las distancias entre las estrellas. Una información muy valiosa para los viajes espaciales. ¿Pero, por qué los sumerios, que carecían de cualquier concebible medio de transporte interestelar, estaban tan interesados en establecer la distancia desde una estrella a otra?.

Marchadores de un pasado remoto
Ahora avanzada de una noche de septiembre de 1974, el escritor A. C. McKerracher decidió interrumpir su trabajo y salir a respirar un poco de aire fresco.

McKerracher y su familia se habían trasladado hacía poco a una urbanización emplazada en una colina que dominaba el pueblecito de Dunblane, en Perthshire, Escocia. La noche era clara y fría, y el pueblo, allá abajo, estaba envuelto en niebla. De pronto, el silencio fue roto por algo que parecía el paso de un gran grupo de personas a través de los campos.

Seguro de que padecía los efectos de un exceso de trabajo, McKerracher volvió a casa. Pero, veinte minutos más tarde, intrigado por lo sucedido, salió de nuevo y se encontró con que el ruido era más fuerte y más próximo que antes. Esta vez parecía que una gran legión estuviese marchando por detrás de las casas del otro lado de la calle.

-Me quedé plantado donde estaba, mientras pasaba la irreal e invisible cabalgata -recordó más tarde-. Los marchadores debían de ser miles, pues el ruido no paraba.

Temiendo ahora por su cordura, volvió a casa y se acostó en seguida. Pero, una semana después, visitó a una vieja pareja de vecinos y oyó una extraña historia. Una noche, le dijeron, hacía una semana, su gato y sus perros se despertaron de pronto y se pusieron de pie, con los pelos erizados.

-Pareció que observaban algo que cruzaba el salón, durante veinte minutos -dijo la pareja-. Estaban aterrorizados.

McKerracher no había dicho nada de su propia experiencia. Pero el curioso comportamiento de los animales se había producido exactamente a la misma hora que había oído él a la legión invisible, una semana atrás. Buscando una explicación, no tardó en descubrir que una antigua calzada romana pasaba, en dirección Norte, precisamente por detrás de las casas del otro lado de la calle. Más aún, en el año 117 d. de J. C., la IX Legión Hispánica había sido enviada a aquella zona para sofocar un levantamiento tribal en Escocia. Estaba compuesta de cuatro mil hombres.

Aquella legión era conocida como la «Aciaga Novena», ya que, en el año 60 d. de J. C., hombres de la IX habían azotado a la reina Boadicea, de la tribu Iceni de Inglaterra, y violado a sus hijas. Boadicea los maldijo eternamente y, más tarde, acaudilló una rebelión que ocasionó graves pérdidas a la «Novena».

La legión se reagrupó, pero no fue nunca la misma. Su marcha hacia el interior de Escocia tuvo un misterioso final. Desapareció sin dejar rastro, poco después de pasar por lo que siglos más tarde sería Dunblane.

En octubre de 1984, McKerracher, que no había vuelto a oír aquel ruido y se había trasladado más tarde al barrio antiguo de Dunblane, dio una conferencia sobre Historia local en un club femenino. Después, Cecilia Moore, que era miembro de aquél, declare que tal vez había oído también a la fantástica legión romana.

Resultó que había vivido en el otro lado de la calle de la antigua casa de él.

-Una noche había sacado al gato cuando oí un ruido que parecía el de un ejército cruzando mi jardín de atrás -dijo.

El incidente, dedujo McKerracher, se había producido la misma noche y a la misma hora de su experiencia.

«Estoy convencido -escribió- de que lo que ella vio y yo oí, y vieron los animales de mis vecinos, fue la maldita "Legión Novena", marchando a su terrible y desconocido destino, dos mil años atrás».

Marsopas parlantes
Hace algunos años, un embarque de marsopas recién capturadas se colocó en una piscina portátil en el acuario marino de Miami. Esta piscina se situó cerca de otra que contenía marsopas amaestradas, pero que estaba fuera de la vista. La intención radicaba en adiestrar a las nuevas marsopas para que ellas también entretuviesen a los visitantes del acuario marino. Sin embargo, las lecciones no comenzarían hasta el día siguiente.

Durante la noche, J. Manson Valentine, el conservador honorario del Museo de Ciencias de Miami, escuchó una andanada de sonidos que emanaban de ambos tanques de marsopas. Por la mañana, cuando llegó el momento de comenzar la enseñanza de las nuevas adquisiciones, Valentine y su equipo de adiestramiento descubrieron que las lecciones ya no eran necesarias: las marsopas nuevas eran capaces de llevar a cabo la mayor parte de las tareas desde el primer día.

Valentine dio por sentado que, a través de alguna forma de comunicación entre marsopas, las marsopas veteranas habían informado a las nuevas de qué se esperaba de ellas.

Más grandes que Tiburón
En los océanos de nuestro planeta, la vida continúa siendo un misterio incluso para los investigadores más dedicados. En realidad, muchos expertos biólogos marinos creen que, probablemente, existen innumerables criaturas marinas aún por identificar. Dos tiburones capturados frente a las costas de Hawai y California, por ejemplo, pueden ser uno de tales especímenes: una especie de tiburón que se creía extinta desde hace millones de años. Los dos monstruos, de cinco metros de longitud, bautizados como megabocas a causa de sus fauces parecidas a cucharas, resultan una perturbadora evidencia de que deben existir muchos más animales desconocidos en el lugar de donde proceden estos dos.

Richard Greenwell, de las Sociedad Internacional de Criptozoología, cita relatos de testigos presenciales de todo el mundo, que atestiguan de la existencia de tiburones anormalmente grandes. Por ejemplo, el autor Zane Grey informó haber visto un tiburón amarillo y verde, de 12 m, en el Pacífico Sur durante los años veinte. Y, en 1977, unos pescadores pasaron con su embarcación junto a un tiburón blanco gigante, del que estimaron que tenía más de nueve metros de longitud. Además de semejantes tiburones desacostumbradamente grandes, Greenwell afirma que no existe razón para pensar que tiburones prehistóricos, como el presuntamente extinguido Carcharodon megalodon, no puedan estar vivos aún, a grandes profundidades por debajo de la superficie del océano.

Masones nativos americanos
Amediados de los años setenta, el fotógrafo y ex editor de periódicos John Loughran se encontraba fotografiando lugares arqueológicos Anasazi, en el Sudoeste americano, cuando se percató de las notables semejanzas entre los templos de los indios y de su propia logia masónica. Muy versado en las tradiciones y simbolismo de la francmasonería, comprobó que los muebles del templo Anasazi estaban colocados de la misma manera, y la zona en que se efectuaban los rituales principales parecía, en un 80%, idéntica a las de las contemporáneas logias masónicas americanas. La única diferencia radicaba en que el templo indio era redondo. Después de más investigaciones, no obstante, Loughran descubrió que, inicialmente, los templos, masónicos en el norte de África también eran redondos.

Loughran especula que, si los americanos nativos practicaron la francmasonería, en ese caso debieron poseer un lenguaje escrito, a pesar de las creencias en lo contrario, puesto que la doctrina masónica se basa en el saber.

Al emplear sus conocimientos de la francmasonería para descifrar los símbolos dejados por Anasazi, Loughran fue capaz de seguir la pista de una oculta antigua biblioteca india, que contenía tablillas de piedra y de arcilla, con unos tamaños de hasta 60 por 30 cm, y fechadas entre los años 1000 y 1200 d. de C. El descubrimiento más sorprendente, sin embargo, fue que parecían haber sido talladas en una escritura que se parecía al árabe.

Masoquismo místico al servicio de la evolución 
Stelio Arcadiou, que actúa bajo el nombre de Stelarc, llama anticuada la suspensión corporal, una especie de técnica de privación que simboliza «las limitaciones físicas y psicológicas del cuerpo». El ejercicio implica colocar 18 grandes anzuelos clavados en su piel, conectándolos con unos cables y luego colgarlos de árboles, grúas o techos durante tiempo de hasta treinta minutos.

Las suspensiones, a menudo practicadas ante una audiencia fascinada, varían en diseño y en intensidad. En una ocasión, Stelarc se colgó del techo de un cuarto pequeño y tranquilo, rodeado de un círculo de piedras suspendidas. Describió la sesión como «meditativa y apacible», en contraste con la experiencia «ruidosa y perturbadora» que había tenido mientras se hallaba colgado por encima de una calle de la ciudad de Nueva York. Y cuando se suspendió de una grúa, a 60 m de altura por encima de las calles de Dinamarca, admitió haberse aterrorizado.

Pero afirma que los ejercicios son necesarios, pues «la tecnología ha sobrepasado nuestra capacidad de evolución». Stelarc lo explica así:

-El cuerpo no puede hacer frente a la calidad o cantidad de información a la que se enfrenta. El hombre se halla en un tipo de crisis evolutiva: el cuerpo está ya anticuado. El siguiente paso en la evolución humana consistirá en combinar la tecnología con el cuerpo. Las suspensiones representan una de esas sendas evolutivas.

Para Stelarc y sus públicos, las suspensiones son una comprobación del deseo primordial de hallarse suspendido en el espacio. Continúa dentro de los límites de las fuerzas gravitatorias, pero la audiencia es testigo del simbolismo del hombre sobreponiéndose a la fuerza de la gravedad.

Stelarc nunca ha tenido problemas médicos graves como resultado de sus actos de meditación.

Milagro en Remiremont
Remiremont, pequeña población francesa cerca de la frontera alemana, tenía una imagen de la Virgen María llamada Notre Dame du Trésor. Ofrecida a Remiremont en el siglo VIII, la estatua había sido largo tiempo considerada protectora de la población y, todos los años, desde 1682, era llevada en procesión por las calles durante una ceremonia especial en su honor.

Pero en 1907, la imagen fue objeto de una acalorada disputa. Cuando el Papa aprobó oficialmente la ceremonia, las fuerzas anticatólicas del lugar protestaron violentamente. Las autoridades se sintieron tan intimidadas por las amenazas que prohibieron la ceremonia y, por primera vez en varios siglos, no se celebró la procesión.

Pareció un castigo divino cuando una fuerte y súbita tormenta de granizo cayó sobre Remiremont el 16 de mayo, poco después del día en que hubiese debido celebrarse la procesión. Algunas piedras eran del tamaño de tomates, y no se rompieron al chocar con el suelo. Otras, según se ha dicho, tenían impresa la imagen de Notre Dame du Trésor.

Una descripción detallada de las piedras fue incluso escrita por el abbé Gueniot, cura del lugar: «Vi muy claramente en la cara de las piedras, que eran ligeramente convexas en el centro aunque los bordes estaban un poco gastados, el busto de una mujer, con un manto doblado en el borde de abajo, como la capa pluvial de un sacerdote -escribió-. El perfil de las imágenes era ligeramente hueco, pero enérgicamente trazado.»

La imagen descubierta en las piedras representaba, sin embargo, sólo una de las manifestaciones milagrosas de la tormenta. Aquellas piedras especiales, según dijeron los lugareños, caían al mismo tiempo que las otras, normales, que se estrellaban contra el suelo. Pero parecían caer despacio, como flotando, y no causaron el menor daño a nadie ni a nada. 

Missie, el perro que predecía el futuro
Cuando Mildred Probert, directora retirada de una tienda de animales domésticos de Denver, heredó a Missie, esperó devolver la salud al cachorro terrier castaño de Boston. Tardó cinco años pero al fin se puso de manifiesto el talento extraordinario del perrito. Un día, mientras Probert andaba por la calle con Missie, se cruzaron con una mujer y un niño pequeño. Probert preguntó la edad del niño, pero éste era muy tímido y no le respondió. Lo hizo la madre, diciendo que tenía tres años. Mientras trataba ella de persuadir con halagos al niño para que dijese «tres», Missie ladró espontáneamente tres veces. Todos se echaron a reír, pero el incidente resultó ser más que una simple coincidencia: Se comprobó que Missie podía contestar muchas preguntas ladrando, especialmente sobre problemas matemáticos. También se vio muy pronto que el perro podía incluso predecir el futuro.

Pero la verdadera hazaña canina se produjo la víspera de Año Nuevo de 1965, cuando Missie fue «entrevistada» por la radio «KTLN». Nueva York estaba sufriendo entonces una fastidiosa huelga de transportes y las negociaciones estaban estancadas, por lo que el locutor preguntó a Missie cuándo terminaría la huelga, formulando las preguntas de manera que pudiesen ser contestadas con el número de ladridos de Missie. De éstos resultó que la fecha crítica sería el 13 de enero, que fue ciertamente el día exacto en que terminó la huelga. El perrito predijo también acertadamente el resultado del Campeonato de Béisbol de aquel año.

A veces, Missie daba informaciones totalmente inesperadas. El 10 de septiembre de 1965, Probert recibió la visita de una mujer embarazada amiga suya. Como Missie había predicho a menudo fechas de nacimiento de los niños, la pareja decidió consultar al perro. Missie respondió a la pregunta indicando el 18 de septiembre. La mujer en cinta se echó a reír, pues, según explicó a su anfitriona tenía fijado el 6 de octubre para una cesárea. E incluso se mostró más escéptica cuando Missie declaró que el niño nacería a las nueve de la noche, puesto que su médico no trabajaba a aquellas horas.

Pero todo ocurrió como había predicho Missie. Los dolores del parto empezaron inesperadamente el 18 y la mujer fue llevada con urgencia al hospital, donde su hijo nació a las nueve en punto de la noche.

La carrera de adivina de Missie no duró mucho. Se atragantó con un trozo de caramelo y murió en mayo de 1966. Precisamente entonces estaba proyectando Walt Disney hacer una película sobre su extraordinaria vida.

Misterio musical
Rosemary Brown, viuda londinense, tenía un piano, pero no era muy experta en tocarlo. Sólo conocía a un músico: un ex organista de iglesia que estaba tratando de enseñarla. El mundo musical y el resto de Londres no podían explicarse cómo, en 1964, había empezado a componer piezas musicales que parecían escritas por los grandes maestros.

Lo cierto es que Rosemary decía ser clarividente, condición que también se atribuía a su madre y a su abuela. Decía que Franz Liszt, que la había «visitado» una vez en una visión cuando era pequeña, se le aparecía y le traía música de maestros como Beethoven, Bach, Chopin y otros. Cada cual le dictaba su propia música. A veces, decía, le tomaban las manos, aplicándolas sobre las teclas adecuadas; otras veces, sólo le dictaban las notas. Pero, entre las obras que produjo estaban el final de la Décima y la Onceava Sinfonía de Beethoven, que, al morir éste, no habían sido terminadas; una sonata en cuatro páginas de Schubert, y numerosas obras de Liszt y otros.

Músicos y psicólogos examinaron el material e investigaron cada línea de música y cada línea del testimonio de Brown. Aunque algunos músicos dijeron que aquello era copiado, y copiado mal, otros se sorprendieron de la calidad del trabajo. Todos convinieron en que cada pieza que producía estaba sin duda escrita según el estilo del compositor a quien la atribuía. Nadie ha encontrado pruebas de que mintiese y la mayoría de los investigadores se pronunciaron a favor de su sinceridad. Fuera cual fuese su calidad musical, era una música que iba mucho más allá de las facultades de Rosemary.

Sin embargo, Liszt defraudó en cierto aspecto a Mrs. Brown. Según la clarividente, Liszt le había prometido, en su primera visita, hacer de ella una gran pianista, cosa que nunca llegó a ser. Tal vez por eso, según añadía Mrs. Brown, los compositores que le dictaban en inglés levantaban a menudo las manos y exclamaban Mein Gott!

Mokele-Mbembe
La mayoría de los científicos sostienen que los dinosaurios se extinguieron hace millones de años. Pero los habitantes de Camerún, en la curva occidental de África, continúan hablando de una enorme criatura cuadrúpeda que se parece mucho al brontosaurio.

En realidad, cuando se les muestra un dibujo de un dinosaurio parecido al brontosaurio y se les pide que lo nombren, dicen indefectiblemente que es un Mokele-Mbembe.

Los primeros relatos autentificados sobre el Mokele-Mbembe fueron recogidos por el capitán Freiherr von Stein zu Lausnitz en 1913. Según su información, el animal, del tamaño de un elefante, era de color pardo grisáceo, de piel suave y cuello largo y flexible. Se decía que este extraño monstruo vivía en cuevas subacuáticas barridas por el río y que cualquier canoa que se atreviese a acercarse a ellas estaba condenada de antemano. Sin embargo, se dice que, al menos en una ocasión, una banda de pigmeos mató a una de estas criaturas y se dio un banquete con su carne. También se dijo que los que la habían comido habían enfermado y muerto.

En años recientes, observadores occidentales, como el biólogo Roy Mackal, de la Universidad de Chicago, organizaron cuatro expediciones a los relativamente aislados lagos y ríos de Camerún, en busca del escurridizo animal. Aunque no se capturó ningún ejemplar, fueron vistos, fotografiados e incluso grabadas sus voces en cinta magnetofónica, animales no identificados que se parecen a los relatados por los indígenas.

Desgraciadamente, la situación política del lugar y su difícil terreno no se prestan a exploraciones improvisadas. La mayoría de los observadores occidentales están de acuerdo en que, si un dinosaurio quisiera esconderse, difícilmente habría podido elegir un lugar mejor. Pero tal vez un día, a no tardar, los impedimentos serán superados y el mundo sabrá si alberga todavía a un resto superviviente de su remotísimo pasado.

Monstruos increíbles que vuelan
Muchas culturas tienen historias sobre criaturas de otros mundos que vuelan, de las cuales la principal es, probablemente, el dragón volador que vomita fuego. Pero también están, entre otras, las arpías aladas griegas y el pájaro trueno nativo americano.

De hecho, existen restos fósiles de lo que podría ser el precursor de todos los monstruos voladores: el prehistórico pterodáctilo de dientes muy afilados, con alas de una envergadura de más de siete metros.

Pero se han emitido informes acerca de la existencia de tales criaturas. En algunas ocasiones se ha informado de la aparición del «Demonio de Jersey» en Nueva jersey. Afirman que es un animal del tamaño de una grúa, que tiene un largo y fino pescuezo, las patas traseras largas y las delanteras cortas, que tiene una apertura alar de 60 cm y cabeza de caballo, perro o carnero y una larga cola.

Otra criatura aterradora, llamada Kongamato, se parece a un lagarto volador, de piel suave, con un pico lleno de dientes y alas como de murciélago que, totalmente abiertas, llegan a medir entre 1,20 y 2,10 m. Y otra que infunde pavor, el Mothman, que tiene forma humana, ha sido vista en todos los Estados Unidos, desde Texas a Virginia Occidental.

Monstruos marinos chinos
Mientras hacía una pausa en las orillas del lago Wenbu, en un lugar remoto del Tíbet, un funcionario del partido comunista chino observó horrorizado cómo una criatura parecida a un dinosaurio salía del agua, atacando y luego devorando el preciado yak del hombre. Aunque la visión por parte de un reputado observador salió en las noticias del país por la noche, no fue la primera vez en ser vista una bestia no identificada. En la región montañosa de Manchuria llamada Changbai, el autor chino Lei Jia fue por dos veces testigo, en 1980, de un monstruo negro de dos metros de longitud en un lago. La bestia reptiliforme, afirmó, tenía un cuello largo y una cabeza de forma ovalada. Tres funcionarios del servicio meteorológico, tras haber contemplado también la serpiente, confirmaron el informe de Jia. No obstante, cuando dispararon contra ella, el monstruo del lago desapareció.

Además, en un lago situado en un lugar al nordeste de la provincia de Jilin, los turistas, así como el personal de la cercana estación meteorológica, vieron una serpiente con una cabeza parecida a la de un pato que discurría por el agua, originando unas olas a su estela como si se tratase de una motora.

Moradores de la Luna
En 1835, el New York Sun publicó una serie de artículos puramente de ficción, que proporcionaron a los lectores sus primeras entrevisiones de vida en la Luna. Con el título de «Grandes descubrimientos astronómicos ampliamente obra de Sir John Herschel en el cabo de Buena Esperanza», los artículos se basaban en declaraciones atribuidas al astrónomo de fama mundial, que concedía así crédito a las especulaciones.

Herschel, según alegaba el periodista Richard Locke, había empleado un nuevo telescopio de siete toneladas ubicado en el cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica, para ver la superficie de la Luna con mayor detalle de lo que hasta entonces había sido posible. Al ampliar la Luna 455 veces y traerla a la vista al equivalente de 8 km de distancia, Herschel era capaz de ver con claridad montañas de amatista y playas a lo largo de grandes lagos, el mayor de los cuales tenía casi 500 km de longitud. Al ajustar las lentes del telescopio, Herschel podía enfocar la superficie hasta 80 metros y observar una serie de criaturas, incluyendo a unas cabras azules, unicornes, de grandes cráneos y aves, así como también a unas bestias que se parecían a los búfalos (bisontes) norteamericanos y a los osos. Incluso identificaba algunas especies de árboles. Y lo más sorprendente de todo: había sido testigo de la presencia de criaturas humanoides con una talla de 1,20 m con alas y rostros parecidos a simios que vagaban por la superficie lunar.

En un editorial del The New York Times, se decía que la serie de los Grandes descubrimientos astronómicos exhibía «el más extenso y exacto conocimiento de la astronomía». Y los informes, recopilados y publicados más tarde en un opúsculo aparte y vendidos en los quioscos, hizo aumentar la circulación del periódico en un 650 %.

La verdad no se reveló hasta que Locke admitió a otro periodista que, en efecto, había urdido toda la serie. Cuando la noticia apareció en el Journal of Commerce, millares de personas crédulas quedaron decepcionadas por completo. Sin embargo, Herschel consideró que todo aquello no había sido más que una enorme broma.

Morir por amor de la publicidad
Algunos motivos corrientes para el suicidio son huir de la tristeza o de unas dificultades insoportables, la protesta, el honor -muy común en Japón y en otras partes de Asia-, librarse de una enfermedad incurable, y un amor no correspondido, algo tal vez no muy frecuente en la actualidad, respecto de otros tiempos más románticos. Pero un ofrecimiento reciente del poeta Joaquim Castro Caldes para suicidarse por amor de la publicidad personal, constituyó una excepción de lo más interesante. Realizó la oferta de buena fe a la Fundación Gulbenkian, una organización mundial dedicada a las artes.

Castro ofreció suicidarse por 7.000 dólares (esto suena mejor en moneda portuguesa: 1.320.000 escudos). También acompañó un desglose de cómo se gastaría el dinero en su funeral conmemorativo: 70.000 escudos para el revólver y las balas; 500.000 para la cremación y esparcir sus cenizas en el río Tajo, que pasa por Lisboa; 500.000 para una buena orquesta que tocara el Kindertotenlieder, de Gustav Mahler, y 150.000 para una actuación de 200 payasos, acompañada de orquesta.

De manera no sorprendente, la Fundación se negó a aceptar aquella oferta tan detallada e imaginativa que, de todos modos, trascendió a la Prensa a través de la información facilitada por la eventual «víctima». En todo caso, el poeta consiguió la publicidad deseada, sin haber tenido por ello que matarse.

Muerte de los océanos
El oceanógrafo y conservacionista Jacques Cousteau propuso una horrenda visión de las consecuencias de la actual explotación y contaminación de los océanos mundiales por parte de la Humanidad.

Si toda la vida acuática de los océanos muriera de repente, la materia orgánica en descomposición produciría un insoportable hedor. El olor transportado por el aire impulsaría a la gente a alejarse de las fértiles zonas costeras y establecerse en las montañas y zonas altas, que apenas podrían soportar el abrumador influjo de sus nuevos habitantes.

Sin embargo, aún sería peor la liberación de anhídrido carbónico en la atmósfera. Abandonado a sus propios mecanismos y sin la vida acuática para ayudar a mantener el equilibrio de las sales y gases de la Tierra, el gas aumentaría de una forma sostenida y daría origen a un efecto invernadero. El calor terrestre, en lugar de irradiar hacia el espacio, quedaría atrapado debajo de la estratosfera y elevaría las temperaturas al nivel del mar a límites intolerables. Los helados casquetes polares se derretirían y originarían inundaciones de proporciones inimaginables.

Por auténticas pesadillas que esas perspectivas puedan parecer, son únicamente unas posibilidades muy verosímiles. A medida que la gruesa película de materia orgánica muerta revistiera la tierra y el mar, el cieno interferiría con la evaporación y las subsiguientes precipitaciones. El resultado sería una sequía global y el hambre.

La última consecuencia, treinta a cincuenta años después de que los océanos muriesen oficialmente, sería la extinción de la raza humana. Confinados a unas zonas superatestadas entre los mares muertos y las montañas estériles, y sufriendo de falta de alimentos, enfermedades, epidemias y un tiempo pésimo, los humanos sucumbirían finalmente a la anoxia, o falta de oxígeno. Y la vida sobre la Tierra quedaría reducida a las bacterias y algunas pocas especies restantes de insectos.

Esto, llegado el momento, es muy probable que suceda, y el proceso tal vez haya empezado con el envenenamiento de los océanos y mares, por lo que ahora sería el momento para comenzar el estudio de vuelos espaciales a otros planetas, sobre todo a aquellos con un buen suministro de agua.

Muerte de un extraño
Uno de los encuentros más peculiares y trágicos- que jamás han sido contados ocurrió en mayo de 1913, en una casa de campo de Farmersville, Texas.

Tres hermanos, Silbie, Sid y Clyde Latham, estaban cortando algodón cuando oyeron ladrar a sus dos perros, Bob y Fox, «como si estuviesen terriblemente angustiados, según explicó Silbie. Al ver que continuaban aquellos «aullidos mortales, Clyde, que era el mayor, dijo: «Vayamos a ver qué les pasa a los perros. Tiene que ser algo grave.»

Los perros estaban a unos quince o veinte metros, al otro lado da una valla. Clyde, que fue el primero en llegar allí, fue también el primero en ver lo que excitaba a los perros. « ¡Es un hombrecillo! », gritó.

Según Silbie Latham, que refirió la historia a Larry Sessions, del Museo de Ciencia e Historia de Fort Worth, «parecía que estaba apoyado en algo. Estaba mirando hacia el Norte. No medía más de medio metro de estatura y era de un verde oscuro. No llevaba ropa alguna. Todo parecía como un traje de caucho, incluido el sombrero».

Inmediatamente después de llegar los hermanos, dijo Silbie, los perros se arrojaron sobre aquel ser y lo hicieron pedazos, dejando sangre roja y unos órganos internos que parecían humanos sobre la hierba.

«Nosotros somos gente del campo y no sabíamos qué hacer -diría Silbie Latham, para explicar por qué sus hermanos y él no habían hecho nada para impedir la matanza-. Supongo que estábamos demasiado aturdidos.»

Los muchachos volvieron a su trabajo, regresando de vez en cuando al lugar para ver los restos. Los perros se apretujaban contra ellos, como si estuviesen asustados. El día siguiente, cuando volvieron los tres a aquel sitio, no había rastro de clase alguna. Todas las pruebas de la existencia del hombrecillo habían desaparecido.

«Mi abuelo tiene justa fama de veraz y de sincero, pero nunca ha contado esta historia fuera de la familia, por miedo al ridículo -dijo recientemente Lawrence Jones, nieto de Silbie Latham, al «Centro de Estudios sobre OVNIs», de Chicago-. Sólo ha accedido a contarlo después de insistir yo mucho y darle ánimos, yo, su nieto aficionado a la Historia. Está dispuesto a someterse a un detector de mentiras o a ser hipnotizado si ustedes lo consideran necesario. Yo estoy absolutamente seguro de que dice la verdad.»

Muerte en el 13º hoyo
Michael Scaglione jugaba al golf con unos amigos en Nueva Orleans el 25 de abril de 1982. Al fallar el lanzamiento al 13° hoyo, se enfadó tanto consigo mismo que tiró el palo con tal fuerza contra el carrito del golf, que éste se partió y la parte superior rebotó y le fue a parar en la garganta, cortándole la vena yugular.
Tambaleándose, Scaglione se quitó del cuello el trozo de metal, pero murió a causa de la fuerte hemorragia. 
Muerte espantosa en el mar
Cuando Mary Carpenter, su marido y sus hijos emprendieron con su crucero de camarotes unas vacaciones frente a las costas de Norfolk, Inglaterra, nunca imaginaron la tragedia que caería sobre ellos. Estaban disfrutando del tiempo el 29 de junio de 1938, tomando el sol en la cubierta del barco, cuando Mary fue de repente e inexplicablemente engullida por las llamas. Mientras su horrorizada familia la miraba impotente, quedó reducida a cenizas en cuestión de minutos. Sin embargo, asombrosamente, nada más a bordo quedó ni siquiera tocado por el fuego.
Muerte por insomnio
Un industrial italiano de mediana edad contrajo insomnio repentinamente, y fue empeorando, pues no lo dejaba de atormentar y no respondía, de ninguna manera, a tratamiento médico. Al tercer mes, el hombre no dormía más de una hora por noche y aún así era perturbado por vívidos sueños que lo hacían levantarse de la cama y hacer un saludo militar.

Entre otros síntomas se incluían impotencia, amnesia y una infección pulmonar incurable. Al año de haber contraído el insomnio, el hombre murió por agotamiento total.

Al hacer la autopsia del cerebro, los neuropatólogos encontraron una lesión en el tálamo y entre el 85 y el 95% de las neuronas destruidas en dos partes de esa región.

Los médicos se enteraron luego de que cuatro parientes del insomne habían sido afectados de forma similar, incluso una hermana cuyo cerebro, tras la autopsia, acusó la misma extraña enfermedad no identificada.

Muerte por sobredosis de agua
Tina Christopherson, una mujer de Florida de veintinueve años, con un coeficiente intelectual de 189, estaba obsesinada con la idea de que tenía cáncer de estómago, la misma enfermedad que había matado a su madre. Para limpiarse el cuerpo, a menudo realizaba festines de agua, en los que no tomaba alimentos sino que bebía hasta 15 litros de agua al día. Llegó a beber tanta agua que sus riñones se sobrecargaron y el líquido comenzó a invadir los pulmones. Murió de ahogo interno, o de «intoxicación por agua».
Muerto de hambre en el palacio
Un mozo de labranza de Cheshire, Inglaterra, en el siglo XV, llamado Robert Nixon, era un joven retrasado mental, por lo general muy silencioso. Pocas personas prestaban atención a sus ocasionales explosiones de lenguaje verborreico. Y no fue hasta que fue llamado para servir al rey cuando la gente se percató de su talento.

Una tarde, mientras trabajaba en los campos, Nixon, de una manera repentina e inexplicable, exclamó:

-¡Ahora, Dick! ¡Ahora, Harry! ¡Oh, muy bien hecho, Harry! ¡Harry ha ganado su día!

Aquello no significó nada para los otros trabajadores y, normalmente, lo hubieran olvidado todo acerca del incidente. Pero, al día siguiente, un correo que estaba de paso procedente de Londres informó que el rey Ricardo III [Dick] había muerto en combate contra las fuerzas al mando del rey rival, Enrique Tudor [Harry]. La batalla, según pudo saber la gente de Cheshire, había tenido lugar el día anterior y, al parecer, más o menos al mismo tiempo de la intrigante declaración de Nixon.

Cuando Enrique Tudor, convertido en Enrique VII de Inglaterra, se enteró del incidente envió a buscar al visionario retrasado mental, pero Nixon se puso histérico cuando se le entregó la orden. Quedó petrificado ante la idea de tener que ir a Londres y suplicó que no le obligasen a ir. Si lo hacía, afirmó, seguramente se moriría de inanición. Pero, a pesar de sus protestas, muy pronto fue escoltado hasta el palacio, donde Enrique VII pretendía dar comienzo a las pruebas para averiguar las habilidades de Nixon.

Tal y como lo había planeado, Enrique VII escondió un valioso diamante, alegando que lo había perdido, y pidió a Nixon que lo encontrara. Sin embargo, Nixon tenía mucho más talento que el que el rey había dado por supuesto. De una manera calmosa y coherente dijo, citando un antiguo refrán, que cualquiera que esconde un objeto es de lo más probable que sea capaz luego de encontrarlo. Por lo tanto, le dijo al rey, no tenía necesidad de decirle a su Majestad dónde se hallaba el diamante.

Se dice que Enrique VII quedó tan impresionado, que instaló a Nixon en el palacio para que se escribieran las predicciones del nuevo profeta palaciego. Y durante su empleo real, Nixon previó las guerras civiles inglesas y la guerra con Francia, así como las muertes y abdicaciones de varios reyes. Sólo una de sus profecías -la de que la ciudad de Nantwich quedaría destruida durante una gran inundación- todavía no se ha cumplido.

A pesar de su exitoso cargo al servicio del rey, Nixon se veía constantemente acosado por el miedo a morir de hambre. Para facilitar que su profeta tuviese siempre la mente despejada, Enrique VII ordenó que Nixon fuese alimentado dónde y con lo que desease, con lo cual Nixon no se hizo querer por parte del personal de la cocina. Y cuando se encontraba fuera del castillo, Enrique VII también nombraba a un funcionario para que velase por el bienestar de Nixon.

Al parecer, aquel funcionario se tomó sus órdenes tan en serio, que encerró a Nixon en un armario para protegerlo de cualquier tipo de violencia. Sin embargo, una vez en que fue llamado fuera del palacio durante una ausencia del rey, el hecho de que Nixon estuviese dentro de un armario quedó olvidado en las mentes de los guardianes. Y cuando al final fueron a sacarle, Nixon había ya muerto de hambre.

Muertos debajo del agua que parecían vivos
Los visitantes del Museo Topkapi de Estambul, Turquía, oyen hablar a menudo de las crueldades y peligros de los tiempos en que el Topkapi, construido en un acantilado sobre el Bósforo, era palacio imperial de los sultanes turcos. Los sultanes de Turquía tenían, como los emperadores romanos, poder de vida y muerte sobre sus súbditos. Una de las leyendas más escalofriantes se refiere a la eliminación de las concubinas imperiales que, por su infidelidad o su mal genio, habían disgustado al sultán.

Abdul el Maldito fue un gobernante especialmente famoso. La pena para sus desgraciadas concubinas era ser metidas vivas en un saco, cosido y lastrado, y arrojadas a las aguas del Bósforo. Pero no desaparecieron del todo. Años más tarde, los buzos que operaban en aguas profundas cerca del palacio encontraban a veces aquellos sacos lastrados de pie en el fondo del mar, oscilando como si estuviesen vivos en las frías aguas de la corriente.

En 1957 un incidente submarino todavía más espantoso fue experimentado por submarinistas en el llamado Lago del Diablo, en Checoslovaquia. Buscaban el cuerpo de un joven presuntamente ahogado mientras remaba en el lago. Pero lo que encontraron en aguas profundas no fue un cadáver, sino muchos, y no todos ellos de seres humanos. Encontraron soldados en uniforme de combate. Algunos sentados en cureñas o en cajones de municiones, y caballos, muchos de los cuales estaban todavía de pie y con sus guarniciones. Era todo lo que quedaba de una unidad alemana de artillería que, cuando cruzaba el lago helado durante la retirada en la Segunda Guerra Mundial, el hielo se había roto, probablemente a causa de algún bombardeo, y aquélla se había hundido hasta el fondo del lago. El agua profunda y sumamente fría había conservado durante doce años a los soldados, y los habría conservado muchos más, en posición y listos para el combate..., pero muertos.

Música celestial
El espíritu de Franz Liszt se cuenta que se apareció a Rosemary Brown en 1964, cumpliendo una promesa que le había hecho muchos años antes, cuando era sólo una niña de siete años. Regresó para regalarle su música. Pero se trajo también consigo los espíritus de Chopin, Schubert, Schumann, Beethoven, Bach, Mozart, Brahms y muchos otros. Cada uno de ellos le pidió que transcribiese la música que habían compuesto después de sus muertes. Los estantes y cajones de la mujer quedaron muy pronto atestados con más de 500 piezas musicales.

-La música está por completo dentro del estilo de esos compositores -insistió la pianista de conciertos Hephzibah Menuhin, la hermana de Yehudi, el cual estaba de acuerdo con muchos críticos.

Y según el compositor Richard Rodney Bennett:

-Muchas personas pueden improvisar, pero no se puede falsificar música de esta clase sin muchos años de adiestramiento.

Y esto es algo de lo que carece la Brown. (En realidad, asistió a la ópera de niña contra su voluntad.)

Sin embargo, la Brown tiene unos fuertes antecedentes en lo que se refiere a fenómenos psíquicos. Tanto sus padres como sus abuelos eran psíquicos, y la Brown llegó a ser consciente de su capacidad cuando era muy joven. En realidad, a los siete años, cuando Liszt se le presentó por primera vez, ya se había acostumbrado a verse visitada por los espíritus. Dado que ha canalizado la música de los mayores compositores del mundo, músicos y psicólogos han investigado a la Brown, y todos se han mostrado de acuerdo en que no existe manera de que esté practicando un engaño.

Mutilaciones de ganado
Adoradores de Satán u OVNIs? Ésta constituye una pregunta que los rancheros de ganado del Medio Oeste estadounidense se han hecho después de numerosos incidentes de extrañas mutilaciones entre sus rebaños. Sea cual sea la respuesta, alguien destruía su ganado de un modo horroroso e intrigante.

A finales del verano de 1975, un ranchero de Colorado encontró una maleta de plástico que contenía una oreja de vaca y una lengua, así como un escalpelo. Aquello fue considerado por los investigadores como la primera pista concreta que relacionaba las matanzas con alguna clase de culto. Luego, en agosto de aquel mismo año, un automovilista de Blaine County, Idaho, informó haber visto a un grupo de figuras encapuchadas cerca de un rancho donde se encontraron dos vacas mutiladas al día siguiente. Posteriores investigaciones no lograron encontrar más señales de los cultistas. Incluso así, los investigadores estuvieron convencidos de que los culpables eran humanos, aunque sus actividades fueran inhumanas.

Sin embargo, otros incidentes no quedaron explicados de manera tan explícita. En Washington County, Colorado, por ejemplo, el ganado mutilado pareció haber sido lanzado desde el cielo, llevando a los rancheros a la conclusión de que se hallaba implicado algún avión. Y en Copperas Cove, Texas, un granjero vio una luz anaranjada colgada por encima de su explotación agrícola en la noche en que sus terneros habían sido sacrificados. Al día siguiente, una inspección de la zona reveló que la hierba estaba aplastada en círculos concéntricos, como si la hubiese hundido el impacto del aire desde arriba.

Una de las intrigantes mutilaciones de ganado tuvo lugar en Whiteface, Texas, en marzo de 1975. No sólo una novilla fue encontrada en el centro de un abrasado círculo en un trigal, sino que la mutilación era particularmente horrible e inexplicable. La lengua del animal y los órganos externos estaban arrancados; su cuello grotescamente retorcido; y su ombligo parecía taladrado. Pero por asombroso que fuese, no había señales de sangre en ninguna parte en el suelo alrededor del animal.