MISTERIOS OCULTOS (L)

Los primeros seres humanos
La Humanidad lleva vagando por la Tierra sólo durante uno o dos millones de años, según la aceptada teoría paleontológica. Pero si alguno de los fósiles descubiertos en Norteamérica resulta indicativo, los seres humanos -o algo muy parecido a lo humano- han estado presente desde hace varios cientos de millones de años.

En los años 1880 se realizó un asombroso descubrimiento en las Montañas Cumberland, en Jackson County, Kentucky. Mientras cruzaba Big Hill, un tren de carga procedía a abrirse paso por la arenisca del pico de la cumbre. Cuando se despejaron los cascotes, se descubrió una capa de rocas y, más tarde, se determinó que tenía más de 300 millones de años de antigüedad. Empotradas en la antigua roca, los excavadores encontraron varios rastros de animales, así como dos pisadas humanas, descritas como «de buen tamaño, con los dedos bien extendidos y muy bien marcadas».

Incluso antes, otra extraña serie de pisadas fue también desenterrada en la orilla occidental del río Mississippi, en St. Louis, en 1816. Las huellas tenían unos 26 cm de longitud y 10 cm de anchura en los dedos de los pies. Según Henry Schoolcraft, que las examinó, las huellas parecían haber sido hechas por alguien acostumbrado a caminar grandes distancias sin el empleo de calzado. Schoolcraft las describió como «sorprendentemente naturales, exhibiendo todas las impresiones musculares, así como el talón y los dedos, con una precisión y fidelidad tan naturales, que me he visto incapaz de copiarlas». Sin embargo, por seguro que estuviese de que las huellas de pisadas eran auténticas, Schoolcraft fue incapaz de explicar cómo habían conseguido aparecer en una capa de arenisca que se había endurecido hacía 270 millones de años

La aeronave de 1897 
Se presume que la conquista de los cielos por el hombre empezó un día de diciembre de 1903, cuando dos mecánicos de bicicletas, los hermanos Orville y Wilbur Wright, volaron unos cuantos metros en su frágil biplano, sobre las dunas de Kitty Hawk. Pero siete años antes de aquel breve pero importante vuelo, en noviembre de 1896, algo aparentemente hecho por el hombre fue visto en el cielo sobre San Francisco. En abril del año siguiente, en plena fiebre informativa, la Gran Aeronave de 1897 había sido vista en ambas costas y en todo el interior de la nación, desde Chicago hasta Texas.

Apenas hubo una comunidad que no la viese. Sin embargo, la ubicua aeronave de 1897 nunca ha sido satisfactoriamente explicada. Los historiadores de la aviación oficial la rechazan despectivamente. Pero las páginas de los periódicos de la época describieron la misteriosa aeronave en términos sorprendentemente parecidos a los de los subsiguientes OVNIs. Incluso los folcloristas y los sociólogos se ven en dificultades para explicar la insistencia de aquellos informes.

Típicamente, lo que se veía podía dividirse en dos categorías. Algunas personas lo describían solamente como luces nocturnas y rayos brillantes. Otros describían una magnifica máquina volante tripulada por extraños individuos. Con frecuencia se dijo que la nave se había posado en el campo, generalmente para sencillas reparaciones, antes de continuar su ruta.

Se especuló tanto sobre el origen de la aeronave que famosos inventores como Thomas Alva Edison convocaron conferencias de Prensa para negar que el invento fuese suyo. Otros inventores menos honorables reivindicaron la aeronave como propia, aunque nunca pudieron presentar un modelo que funcionase. En todo caso, las noticias sobre la aeronave decayeron espectacularmente en el año de 1897 y, al empezar el nuevo siglo, se habían virtualmente olvidado.

Sin embargo, los estudiosos de fenómenos anómalos continúan debatiendo actualmente el significado de la Gran Aeronave. Charles Fort, el más grande catalogador de cosas extrañas y desacostumbradas, sugirió que la máquina voladora fue simplemente una idea cuyo tiempo había llegado. Otros creen que la Gran Aeronave de 1897 espoleó de alguna manera los subsiguientes adelantos en la tecnología de la aviación. Los hermanos Wright pudieron no ser innovadores inocentes, arguyen aquellas lumbreras, sino más bien instrumentos involucrados de un impulso evolucionista inconsciente. Este impulso hacia fuera, sugieren incluso algunos, se refleja en la preeminencia de las noticias actuales sobre OVNIs.

La aeronave de Mr. Wilson, en 1897
El más profundo misterio de la aviación americana es un episodio casi olvidado, pero todavía inexplicable, que empezó en noviembre de 1896 y terminó en mayo del año siguiente.

Desde California hasta Maine, miles de americanos dijeron haber visto grandes «aeronaves» pilotadas, diferentes de todo lo que podía volar en aquella época, varios años antes de que los hermanos Wright inventasen el aparato volador más pesado que el aire y cambiasen con ello la Historia. Aquellas «aeronaves» sorprendieron y dieron lugar a especulaciones sobre quiénes eran su inventor o inventores, pero, hasta hoy, nadie lo sabe. Lo único que tenemos son varias claves tentadoras, pero ninguna más intrigante que las concernientes a un hombre muy extraño llamado Mr. Wilson.

El 19 de abril de 1897, Mr. Wilson se dio a conocer. Un joven de Lake Charles, Louisiana, estaba conduciendo un tronco de caballos cuando vio una enorme aeronave pasando por encima de su cabeza y asustando tanto a los animales que se desbocaron y arrojaron al suelo al conductor. Entonces la aeronave se detuvo y quedó inmóvil a poca distancia -la capacidad de inmovilizarse en el aire era una de las inverosímiles facultades del misterioso avión- y una escalera de cuerda fue lanzada desde ella. Dos ocupantes de la aeronave bajaron por aquélla y ayudaron al testigo a levantarse. «Desde luego, me satisfizo descubrir que eran americanos corrientes, como yo mismo, refirió después el joven. Los aeronautas se disculparon por la molestia que le habían causado. En compensación, le invitaron a subir a la nave, presentándose como Scott Warren y «Mr. Wilson». Wilson dijo que era el propietario de la nave. Ya a bordo, Wilson y Warren le explicaron el sistema de propulsión del aparato, pero los datos eran tan técnicos que el joven no comprendió nada de lo que le decían.

Un día más tarde, cerca de Uvalde, Texas, una aeronave aterrizó y fue descubierta por el sheriff H. W. Bayler, que conversó con miembros de la tripulación. Uno de ellos se identificó como Wilson y dijo que era natural de Goshen, Nueva York. Entonces preguntó Wilson por el capitán C. C. Akers, un hombre de la localidad.
Más tarde, al ser preguntado acerca de Wilson, Akers dijo a un reportero: «Puedo decir que, cuando vivía en Fort Worth en el setenta y seis y el setenta y siete, conocí bastante bien a un hombre llamado Wilson, del Estado de Nueva York, y tuve buena amistad con él. Era experto en mecánica y trabajaba entonces en navegación aérea y en algo que decía que asombraría al mundo. Era un hombre muy bien educado, a la sazón de veinticuatro años, y parecía tener dinero para sufragar sus inventos, a los que dedicaba todo su tiempo. Dadas las conversaciones que sostuvimos en Forth Worth, creo que Mr. Wilson, después de construir una aeronave práctica, probablemente me buscaría para mostrarme que lo que había pretendido no era tan descabellado como había presumido yo entonces.»

La aeronave reapareció un día o dos más tarde, cuando aterrizó para ser reparada en Kountze, Texas. Unos testigos hablaron con los pilotos, que dijeron llamarse «Wilson y Jackson». El San Antonio Daily Express informó de que el día 25, entre la medianoche y la una de la mañana, «el cielo estaba muy nublado y no se veía ninguna estrella. Esto hizo que fuese más fuerte la extraña luz blanca de los faros de la aeronave y el resplandor que la fuerte iluminación proyectaba a su alrededor. Sin embargo, impedía ver claramente la propia estructura, aunque, al girar y acercarse más el extraño aparato, una docena o más de luces más pálidas, entre ellas un grupo de luces verdes en el lado de la nave que miraba a la ciudad, y otro grupo enorme de luces rojas en la popa, indicaban claramente su naturaleza artificial.

El periódico seguía diciendo, sin explicar cómo lo sabía, que los «inventores eran Hiram Wilson, natural de Nueva York e hijo de Willard B. Wilson, maquinista ayudante de "New York Central Railroad", y el ingeniero electricista C. J. Walsh, de San Francisco. Los hombres habían trabajado en su proyecto durante varios años y, cuando habían madurado sus planes, habían hecho construir las partes de la nave en diferentes lugares del país, desde donde fueron enviadas a San Francisco y montadas en la isla».

El Daily Express decía que, después de ser probada en California, la nave voló a Utah y fue escondida en algún lugar apartado del Oeste, donde fueron corregidos los defectos. Entonces reanudó su vuelo hacia el Este a través de los Estados Unidos.

Y no se volvió a saber más de Wilson y de su notable máquina.

¿Quién era él? Investigaciones practicadas en años recientes no han dado resultado. Y un estudio de la historia de las aeronaves desde 1897 nos da motivos para sospechar que Mr. Wilson era aún más misterioso de lo que sugieren sus primeras apariciones. Según el escritor Daniel Cohen, autor de The Great Airship Mystery, «hay muchas cosas desconcertantes y contradictorias en el episodio de Wilson. Todos los intentos de seguir el rumbo de la "aeronave de Wilson" sobre el sur de Texas durante la última o las dos últimas semanas de abril de 1897 han sido inútiles. Las aeronaves parecieron menudear en toda la región. Tenía que haber al menos dos o tal vez tres aeronaves diferentes, siguiendo rumbos erráticos, para explicar las muchas veces que fueron vistas o encontradas. Aparte del nombre Wilson, que aparece al menos en cinco relatos diferentes, los nombres de los otros tripulantes varían. Lo mismo que el número de tripulantes entre dos y ocho. Y aunque muchos informes consignan que el inventor dijo que pronto haría pública su aeronave, no lo hizo jamás..

Otro investigador, Jerome Clark, advirtió algo todavía más extraño: «Tenemos un simple hecho "imposible", que por sí solo es suficiente para despertar profundas dudas sobre el pretendido papel de Wilson -dijo Clark-. A saber, el capitán Akers dice que, veinte años antes de la aparición de Wilson en Uvalde, éste tenia veinticuatro años. En Lake Charles, en 1897, es descrito como "un hombre visiblemente joven". Incluso hoy, a pesar de nuestra mayor longevidad, un hombre de cuarenta y cinco años nunca es llamado joven, salvo en un sentido muy relativo; hace ochenta años, habría sido un hombre de edad madura».

Algunos investigadores han presumido que el episodio no fue lo que parecía ser. Las aeronaves y sus ocupantes de aspecto humano no eran inventores americanos que, inexplicablemente, nunca reclamaron la recompensa merecida por sus inventos, sino más bien producto de una inteligencia alienígena enigmática, que trataba de disfrazarse adoptando una actitud que la cultura americana del período podía aceptar.

Ésta es una explicación fantástica y no tenemos manera, casi un siglo más tarde, de saber si es cierta o no. Sólo podemos estar seguros de que el misterioso Mr. Wilson y las extrañas aeronaves relacionadas con su aparición- seguirán siendo un enigma.

La Armada perdida de Alejandro Magno
El año 234 a. de C., Alejandro Magno, tras haber extendido sus conquistas tan lejos como hasta la India occidental, ordenó al almirante Nearco que regresase al golfo Pérsico y transportase a las agotadas y diezmadas tropas griegas de regreso a Grecia. Sin embargo, parte de la armada naval jamás llegó a su patria. Algunos historiadores especulan acerca de que sus naves continuaron más allá de la India, hasta el océano Pacífico, y que en su momento arribarían a Tahití y Hawai. Existen algunas evidencias que avalan la idea de que los griegos realizaron todo el trayecto hasta la costa occidental de las Américas.

En la costa este de Norteamérica, los primeros hombres blancos en llegar a las costas de Maryland y Virginia descubrieron un río al que los nativos llamaban Potomac. De manera similar, la palabra griega para río, lo cual es ya de por sí bastante raro, es potamós.

Cuando los conquistadores españoles del siglo XVI invadieron el imperio azteca, por ejemplo, se enteraron que la palabra para los templos de las pirámides aztecas era teocalli, con el significado de «morada de los dioses». Estudios posteriores por parte de los historiadores, revelaron que teocalli es notablemente parecido a las dos voces griegas théos y kalías, que, empleadas juntas, también tienen el mismo significado que teocalli.

Y, en Hawai, cierto número de palabras, como aeto (águila), mele (canción) y nu-nu (inteligencia) están sorprendentemente cerca de las palabras griegas con el mismo significado: aetós, melodía y nous. Además, los cascos hawaianos para la guerra, aunque diseñados en madera y plumas, en vez de ser metálicos y con pelo de caballo, resultaban casi idénticos a los de sus colegas griegos.

La simple, pero intrigante explicación para el parecido del idioma griego y de los artefactos en culturas muy alejadas, se centra en torno de Alejandro, conquistador de la mayor parte del mundo antiguo. Tras haber aplastado al poderoso Imperio persa, las tropas terrestres de Alejandro siguieron hacia el este y el norte de la India, en lo que hoy son Estados de la CEI (ex URSS). Mientras tanto, su armada de 88 navíos, al mando del almirante Nearco, exploraron la costa de la India.
Si los griegos llegaron a abrirse camino hasta las tierras del Pacífico Sur y de las Américas, probablemente habrían parecido semidioses, y su idioma y arte serían lo bastante valiosos como para ser adoptados por las culturas nativas.

La batalla de fantasmas de Büderich
El Gobierno de Westfalia reunió nada menos que 50 declaraciones de los testigos de una batalla de fantasmas que ocurrió el 22 de enero de 1854 en el pueblo de Büderich. Según los observadores, todo el Ejército -infantería, caballería y numerosos carros- marcharon en procesión a través del campo.

Los disparos de fusiles y el color de los uniformes podían distinguirse con claridad y el batallón, al dirigirse hacia el bosque de Schafhauser, dejó tras su estela dos casas en llamas y un rastro de espeso humo negro. Luego el Ejército desapareció en el bosque.

Al atardecer toda la escena se disipó, tan repentina e inexplicablemente como había surgido.

La batalla oída diez años más tardes
A primeros de agosto de 1951, dos cuñadas inglesas estaban de vacaciones en Francia cuando su sueño fue turbado por unos cañonazos. Al poco tiempo se dieron cuenta de que estaban oyendo los ruidos de una guerra, y éstos continuaron a intervalos, durante tres horas.

El día siguiente, cuando las asustadas mujeres trataron de descubrir lo que había pasado, se sorprendieron al enterarse de que no había habido ninguna batalla. En realidad, nadie había oído nada.

Sin embargo, siguieron investigando y se enteraron de que sus vacaciones las habían llevado a Puys, en las playas próximas a Dieppe, zona ocupada y fuertemente fortificada durante la Segunda Guerra Mundial. Allí, casi exactamente nueve años antes, los Aliados habían efectuado una invasión que fue como un ensayo del ataque del Día D. Desgraciadamente, la invasión había sido muy costosa y cruenta. Más de la mitad de los 6.086 hombres que habían desembarcado el 19 de agosto de 1942 habían resultado muertos, heridos o hechos prisioneros.

Las mujeres comprendieron pronto que los ruidos que habían oído eran una reproducción casi exacta de los de aquella batalla, como si ellas hubiesen estado alojadas allí en el momento en que aquélla tuvo lugar. Oyeron bombardeos y gritos en la madrugada, «aproximadamente a las 4 de la mañana» y el ruido cesó bruscamente cincuenta minutos más tarde. El bombardeo real había empezado a las 3:47 de la mañana y cesado, según los archivos militares, a las 4:50. Oyeron los bombardeos y los gritos de los hombres, y de nuevo silencio, y los archivos militares confirmaron también que el bombardeo se había interrumpido casi al mismo tiempo, sobre las 5:07 y las 5:50 de la mañana.

Todos los ruidos que habían oído concordaban con los datos oficiales de la batalla. Es interesante observar que el combate había terminado a las 6 de la mañana, hora en que cesaron también los ruidos escuchados por las mujeres. Pero las dos cuñadas oyeron los gritos de dolor de los heridos y los moribundos durante la hora siguiente, ritos que se fueron debilitando a medida que pasaba el tiempo.

La Bestia de Exmoor
La legendaria Bestia de Exmoor se dice que vaga por los páramos y las colinas de la Inglaterra occidental, matando centenares de ovejas y acechando a los viajeros imprudentes. Pero el naturalista Trevor Beer está seguro de que la criatura no es un mito. En realidad, incluso ha conseguido fotografiar a la negra bestia, parecida a un gato, mientras perseguía liebres por la falda de una colina.

Beer es un guía de visitas turísticas a través del hábitat de la bestia, por cuenta del «Kittiwell Hotel», que proporciona un precio global único a los curiosos turistas. (Por el precio de un fin de semana de cuatro días, los huéspedes reciben pensión completa y una oportunidad de entrever a la Bestia de Exmoor.) ¿Pero cómo explica Beer la presencia de la bestia en la campiña inglesa?

-Creo que en el transcurso de los años, algunos grandes felinos se han escapado de los circos, así como también algunos animales domésticos exóticos -manifiesta-. En la actualidad, tenemos una cría de población de fieras en las Islas Británicas.

Beer cree que, en realidad, hay más de una Bestia de Exmoor, aunque añade que las bestias son por completo inofensivas. Además, desea asegurarse de que la criatura está protegida. Hace esas giras para atraer la atención y la simpatía hacia los gatos.

La bolsa psíquica
Organizado por la psicóloga clínica Judith Kuriansky y el director de la revista Forbes, William Flanagan, el crucero de tres horas que reunía a 120 expertos en Bolsa, junto a 5 psíquicos profesionales, se pretendió inicialmente que sólo fuese una broma. Según Flanagan, creía que se trataría de una forma divertida de «captar las vibraciones y niveles de energía procedentes de Wall Street». Pero el crucero por el East River se convirtió en algo fantasmal cuando cada uno de los psíquicos informó de la presencia de energías negativas que surgían desde el centro de la ciudad de Nueva York. Una psíquica, una mujer llamada Wendy, estaba convencida de que, por lo menos, cabía esperar dos años de agitación económica, con el índice Dow Jones cayendo hasta 1.100 a finales de 1989. Sin embargo, su predicción se hallaba en directa contradicción con el análisis corriente del mercado, que estaba abrumadoramente en alza. De todos modos, una semana después del crucero, en octubre de 1989, el mundo financiero quedó devastado por el Lunes Negro, cuando el mercado descendió en más de 500 puntos.
La bomba debajo de la cama
Los nazis se aproximaban, en 1941, a la ciudad soviética de Berdniansk, anunciando su llegada con fuego de artillería y bombas. Zinaida Bragantsova estaba sentada junto a la ventana, cosiendo e intentando permanecer en calma. De repente, una fuerte ráfaga de cálido viento alcanzó a la mujer, dejándola inconsciente. Cuando volvió en sí, descubrió un gran agujero en el suelo. Dentro había una bomba alemana. Durante el continuado bombardeo, Bragantsova no pudo recurrir al auxilio de las autoridades por lo que, simplemente, reparó el suelo y aguardó a que acabase la guerra.

Durante años, Bragantsova pidió ayuda a cualquiera que quisiera escucharla, pero nadie creyó su historia respecto de que tenía una bomba debajo de la cama. Sus vecinos creyeron que estaba loca. Los funcionarios soviéticos incluso acusaron a la mujer de haber urdido todo el incidente para conseguir un nuevo apartamento.

Sin embargo, en 1948 empezó a instalarse un cable telefónico en el barrio de la Sr. Bragantsova y unos expertos en demolición acudieron a Berdiansk para encontrar bombas sin estallar de la Segunda Guerra Mundial que aún pudiesen estar enterradas por allí. La Sr. Bragantsova suplicó de nuevo que acudiese alguien a quitarle la bomba. En esta ocasión, se envió a investigar a un teniente del Ejército. Y entonces se encontró una bomba alemana de 250 kg en el agujero que se encontraba ahora debajo de la cama de la anciana, que había colocado allí para ocultar el feo aspecto de su chapuza de remiendo.

Una vez se procedió a la rápida evacuación de los vecinos de Berdiansk, se detonó la bomba que destruyó en el proceso el hogar de la Sr. Bragantsova. Pero, al fin, la abuela se libró de la bomba y recibió un nuevo piso.

El problema de las bombas que tienen antigüedad de varias décadas es que, sin ninguna razón conocida, pueden estallar de repente. Afortunadamente para Zinaida Bragantsova, la bomba que había debajo de su cama aguardó 43 años a que la encontraran antes de explotar.

La búsqueda del Sasquatch
Grover Krantz sostiene que su campo predilecto de investigación ha torpedeado su carrera académica y le ha puesto en ridículo ante sus colegas. Antropólogo de la Universidad de Washington, Krantz se especializó en el estudio del más evasivo primate del mundo, el llamado Bigfoot, o Sasquatch, que se ha dicho que habita en los tupidos bosques del noroeste del Pacífico.

Las historias sobre grandes animales peludos, parecidos a monos, en las Blues Mountains de Washington y Oregón, se remontan al siglo XIX. Los antropólogos ortodoxos tienden a rechazarlas como fantásticos cuentos populares, pero no Krantz, que cree que el Sasquatch puede ser nuestro más próximo pariente vivo.
El polémico primate debe su nombre a las enormes huellas de pisadas que deja tras él, unas huellas de setenta centímetros de longitud en algunos casos y separadas por una zancada de dos metros. Según testigos oculares, el Sasquatch mide más de dos metros y medio de estatura y puede pesar 360 kilos. El cuerpo está completamente cubierto de pelos castaños, salvo la cara plana, las palmas de las manos y las plantas de los pies. La cara se caracteriza por una frente inclinada hacia atrás y unos arcos superciliares prominentes. Las proporciones del Sasquatch son parecidas a las humanas, a excepción de sus largos y balanceantes brazos. Como alimentos, parece preferir las raíces, las bayas y algún roedor ocasional.

Un serio interés por el Sasquatch renació en la primavera de 1987, con el descubrimiento de cuatro nuevas series de huellas y la publicación del análisis de otras series realizado por guardas del Servicio Forestal de los Estados Unidos en 1982. Estas últimas huellas de pisadas medían cuarenta y dos centímetros de longitud. Además, dijo Krantz, mostraban indicios de piel, de arrugas en las plantas de los pies, además de poros y señales de desgaste, detalles anatómicos casi imposibles de imitar, incluso por los más hábiles falsificadores.

Señalando las impresiones óseas en los moldes de yeso, observó también Krantz que el tobillo parecía estar más adelantado en relación con el pie que el de otro cualquier primate conocido, incluidos el hombre y el gorila. Esta desviación hacia delante, producto de la evolución, añadió Kranz, tenía que ser necesaria para soportar el enorme peso de la criatura, otro detalle clave que sin duda habrían pasado por alto los falsificadores de huellas.

Krantz no quiere correr más riesgos que puedan perjudicar su reputación. Ha jurado matar al Sasquatch en cuanto le vea, creyendo que el valor científico que se obtendría sobrepasaría con creces todo escrúpulo. «La única manera de convencer a todos es con un ejemplar real», dijo Krantz. Si no mata al Sasquatch, espera emplear un helicóptero y un detector de infrarrojos para tratar de localizar los restos en descomposición de uno de ellos.

Líneas de salvamento para los no del todo muertos
Entre la comunidad médica del siglo XIX, en Europa y en Estados Unidos, el declarar oficialmente la muerte constituía a menudo una tarea difícil. Los cuerpos eran con frecuencia enterrados con tanta rapidez como fuera posible para evitar el contagio, en particular durante las epidemias de cólera y fiebres tifoideas. Y, en ausencia de las modernas técnicas de embalsamamiento, no resultaba infrecuente que se enterrara a la gente cuando, en realidad, aún no estaban realmente muertos. Sólo en Alemania, se estimó que, cada año, se celebraban millares de prematuros funerales.

El escritor de cuentos de hadas para niños, Hans Christian Andersen, y otros, escribieron acerca de la posibilidad de que uno despertara para encontrarse enterrado vivo. Además, Andersen nunca se iba a la cama sin dejar una nota en la mesilla de noche. Solían decir: «Me encuentro sólo en animación suspendida.» Y unos cuantos días antes de morir, Andersen dio instrucciones a un amigo para que abriera las venas del escritor y tuviese así la garantía de que no estuviese aún vivo cuando lo enterraran.

Este miedo común a ser enterrado vivo, creó un activo mercado de diversas medidas de seguridad. Una de las más básicas consistía en un instrumento que incluía una campana situada a nivel del suelo, cuyos cables iban hasta el ataúd. De esta manera, una persona que volviese a la vida después de ser enterrada, podría tocar la campana para alertar a los vivientes. Algunas versiones más adelantadas incluían un mecanismo de señalización, gobernado neumáticamente, que entraba en acción al menor movimiento en el interior del féretro.

Sin embargo, la salvaguardia más elaborada contra la muerte fue un depósito de cadáveres mecanizado, en Viena, planificado en 1874. Los cadáveres eran controlados por placas metálicas que detectaban los movimientos del cuerpo y luego enviaban unos impulsos eléctricos que activaban una alarma en la sala central de control. Un número de identificación en cada campanilla permitía a los vigilantes determinar qué cuerpo se había movido, para poder acudir al rescate de esa persona.

No obstante, los planes del depósito de cadáveres se abandonaron cuando se construyó cerca un nuevo cementerio, provisto del popular sistema de campanas por encima de la superficie. No existen indicaciones en los registros del cementerio de que ningún presunto cadáver llegase jamás a hacer tocar las campanas.

Lo que contenía la mano petrificada
En el verano de 1889, el granjero J. R. Mote, de Phelps County, cerca de Kearney, Nebraska, estaba excavando una cueva cuando encontró una «piedra grande de color castaño que pesaba más de diez kilos. Cuando se quitó la arcilla -según un articulo del número del 7 de agosto del San Francisco Examiner-, apareció un gran fósil que tenía la forma de una mano humana cerrada. Parecía haber sido cortada del brazo justo por encima de la muñeca, y huellas de una tela tosca o de algún material tejido eran claramente visibles en el dorso de la mano. Cuando se hizo el descubrimiento, se habló poco de él -proseguía el artículo-, ya que Mr. Mote no es un hombre curioso».

Pero esto cambió pronto. «Un niño pequeño de la familia, que empezaba a desarrollar su facultad de romper cosas, concibió la idea de abrir aquella mano. Cuando se rompió, el niño vio asombrado que caían de ella once piedras transparentes y brillantes».

Al producirse este giro desacostumbrado en los acontecimientos, Mr. Mote si que tuvo la curiosidad suficiente para visitar a un joyero, el cual proclamó que eran diamantes auténticos y de primera calidad, sin una sola mota que estropease o redujese su pureza.

«Las joyas -seguía diciendo el artículo- son casi todas uniformes y tienen aproximadamente la forma de granos de lima. Tienen el aspecto de haber sido desgastadas por el agua, pero son todavía piedras muy bellas». 

Los ángeles de Mons
El 26 de agosto de 1914, la destrozada fuerza expedicionaria británica en Mons, Francia, se batía en retirada delante de los alemanes, que les superaban en número a razón de tres a uno. El desastre se cernió en el horizonte, cuando una unidad de caballería del emperador Federico Guillermo les cerró el paso.

Pero el golpe de gracia no llegó a producirse. De pronto, los caballos alemanes se espantaron, encabritándose y resoplando. La caballería alemana huyó de aquel lugar y los ingleses en retirada pudieron ponerse a salvo.

¿Qué fue lo que detuvo las espadas alemanas y sembró el pánico en los caballos? Un artículo publicado en el Evening News de Londres, un mes después de aquella salvación milagrosa, dijo que los soldados se habían librado gracias a la visión de un escuadrón de ángeles cerniéndose sobre sus cabezas. El autor del artículo era un tal Arthur Machen, escritor de cuentos de horror y de ocultismo que se codeaba con Yeats y Aleister Crowley, como miembros de la «Hermetical Order of the Golden Dawn», la sociedad mágica de peor fama del siglo XX.

Según el articulo de Machen, titulado «Los arqueros: los ángeles de Mons», cuando los alemanes desplegaron sus fuerzas para la matanza final, vieron en el cielo un ejército fantástico formado en pro de los británicos. Más notable aún: los ángeles tenían el aspecto de los antiguos arqueros ingleses, sosteniendo grandes arcos y apuntando directamente al enemigo.

La historia causó tal sensación en Inglaterra que Machen acabó por reconocer que los ángeles no eran más que un producto de su exaltada imaginación. Pero el relato de unos salvadores celestiales ayudando a los Tommies en las trincheras se negó a morir. Cuando los supervivientes de Mons empezaron a volver a casa, muchos relataron cosas que corroboraban la intervención de los arqueros angélicos. Numerosos artículos y folletos se hicieron eco de la historia. El reverendo C. M. Chavasse, capellán castrense, dijo que la sabía de primera mano, por habérsela contado un general de brigada y dos compañeros oficiales que habían participado en la batalla.

A pesar del mentís de Machen, los ángeles de Mons cobraron vida propia. Tal vez, sin saberlo, había Machen captado la conciencia colectiva de una Inglaterra desgarrada por la guerra. Indudablemente, los ángeles habían alentado los espíritus en los días más negros de la guerra, cuando la flor y nata de Inglaterra moría en los campos de Francia. Y en definitiva, si fue un ardid, dio resultado. Los ingleses y sus aliados salieron victoriosos. Los ángeles, a fin de cuentas, se habían puesto de parte de los triunfadores.

Los antiguos conocían la existencia de la Antártida
En 1513, Piri Ibn Haji Memmed, un oficial de la Armada turca, más conocido por Piri Reis o Reís, tenía a unos cartógrafos preparando un mapa del océano Atlántico y los países ribereños. A continuación, el mapa fue olvidado hasta 1929, cuando se lo encontró en los Archivos Imperiales de Turquía, en Constantinopla (Estambul). Dibujado exactamente 21 años después del descubrimiento de América por Cristóbal Colón, se trata de uno de los mapas primeros más exactos del Nuevo Mundo. Una inscripción en el mapa indicaba que Piri Reis basaba la porción occidental sobre mapas que el mismo Colón había empleado durante su primer viaje. Se trataba de la primera prueba de que habían existido unos mapas anteriores y apoyaba la idea mantenida por numerosos investigadores de que Colón había conocido y empleado estos mapas. Además, otra inscripción declaraba que el oficial turco había consultado unos mapas aún más antiguos, algunos de los cuales se remontaban a la época de Alejandro Magno.

El mapa también presentaba pruebas de que el inexplorado continente antártico había sido cartografiado por alguien miles de años antes de que fuese redescubierto en 1820. Muestra, en correcta proporción, partes de África y de la zona oriental de Sudamérica. Debajo del extremo sur de América del Sur, están los contornos de otra línea costera. El cartógrafo e historiador Charles Hapgood ha identificado la misma como la línea de la costa y las montañas de la Antártida, tal y como en realidad existen bajo la capa de la cubierta de hielo. Y lo aún más increíble radica en que, aunque se trate de un mapa antiguo, está dibujado empleando una trigonometría esférica y adaptada a la curvatura de la Tierra, millares de años antes de que fuese posible representar la longitud.

Dada que se sabe que la Antártida estaba en su mayor parte libre de hielos hacia los años 10000 a 8000 a. de C., se han propuesto cierto número de explicaciones para esta cartografía tan adelantada, incluyendo la teoría de que se trataba de un mapa aéreo realizado por extraterrestres desde un ovni.

Charles Hapgood pone en duda la teoría del ovni, de la forma siguiente:
Resulta... razonable suponer que la Tierra estuviese poblada y que los ocupantes realizasen mapas. Creo que sólo una motivación comercial llevaría al cartografiado: alguien deseaba los recursos naturales y mantener actividades comerciales con el continente.

Resulta irreal llegar a la conclusión de que... los extraterrestres hicieron los mapas. En su actual estado, los mapas no sugieren la exactitud que atribuiríamos a unas personas capaces de cruzar miles de millones de kilómetros de espacio interestelar...
Con la mención de motivaciones comerciales, Hapgood puede haber explicado la supervivencia de los mapas griegos o protogriegos de un mundo anterior. Éstos fueron preservados por las copias constantes realizadas por parte de los capitanes mercantes que deseaban mantener en secreto las rutas comerciales a lugares alejados. El mapa de Oronteo, copiado por última vez, en 1532, a partir de un original antiguo, muestra ríos que fluyen a través de la Antártida y que siguen el camino de los actuales glaciares. 
También otro, el mapa mundial de Buache, fechado en 1754, muestra la Antártida en la parte baja del mundo y explica que esta tierra no descubierta debía existir para equilibrar las zonas terrestres. Pero el por entonces desconocido continente, fue dibujado correctamente, con una notable excepción: se muestra como dos islas enormes, separadas por el mar, lo cual es en realidad la auténtica forma de la Antártida sin el hielo.

La existencia de la Antártida quedó finalmente aceptada como una realidad en 1820. Pero no fue hasta el Año Geofísico de 1955, cuando una expedición científica internacional comprobó que la auténtica costa de la Antártida se hallaba oscurecida por el hielo; que existen montañas y lechos de ríos debajo de la cubierta de hielo de hasta 3 km de altura, y que el mismo continente está en realidad formado por dos islas.

Pero aún hay un misterio. ¿Cuál fue la avanzada civilización cuyos representantes cartografiaron el área más lejana del Globo, cuando el mundo era mucho más joven y la Antártida aún no se había congelado?

Los ataúdes que no querían estarse quietos
Los muertos no hablan, pero esto no significa que no anden por ahí. El caso más emocionante que se conoce ocurrió en un panteón de la isla de Barbados, ex colonia británica de las Pequeñas Antillas, frente a la costa de Venezuela.

El escenario de los macabros acontecimientos fue el panteón familiar de los Wolrond, ricos plantadores que depositaban a sus muertos para descansar, o lo que ellos creían que era descansar, en una tumba tallada en la roca en el cementerio de Christ Church. El primer miembro de la familia enterrado allí, en 1807, fue Thomasina Goddard; pero al cabo de un año la propiedad del panteón había pasado a otra generación de dueños de esclavos, los Chase. Dos de las hijas fueron enterradas en la tumba en 1808 y 1812, respectivamente.

Thomas Chase, su padre, falleció también en 1812. Cuando la pesada losa de mármol que cubría el sepulcro subterráneo fue retirada para el entierro, los sepultureros retrocedieron horrorizados. Los ataúdes forrados de plomo de las dos muchachas estaban de pie y boca abajo. No se encontró ninguna señal de que alguien hubiese entrado o manipulado allí. De alguna manera, los ataúdes se habían movido; pero ¿cómo?

Un pariente varón murió en 1816, haciendo que la tumba se abriese de nuevo. Y de nuevo se encontraron revueltos los ataúdes en su interior; el de Thomas Chase, que había tenido que ser transportado por ocho hombres, estaba apoyado de pie contra una pared.

Ocho semanas más tarde, otro entierro atrajo a una curiosa multitud. Aunque el panteón había sido sellado después del último incidente descubierto, los ataúdes de los Chase habían cambiado una vez más de sitio. Entonces se pidió la intervención de Lord Combermere, gobernador de Barbados. En 1819, hizo amontonar los ataúdes y colocar sellos alrededor de la lápida de mármol. Pero la autoridad no pudo con los fantasmas. Cuando, el año siguiente, se oyeron ruidos en la tumba encantada, Lord Combermere ordenó abrirla para su inspección. Y ocurrió lo que se esperaba. Después de levantar los sellos intactos del gobernador, entraron unos inspectores en la oscura y húmeda cámara y se encontraron con que los ataúdes forrados de plomo habían repetido su danza macabra. Solamente el ataúd de madera de Thomasina Goddard permanecía intacto.

Por último, los cadáveres fueron sacados de allí y enterrados en un rincón más tranquilo del cementerio. Hoy, el sepulcro de Christ Church permanece abierto y abandonado, expulsados de él los muertos por fuerzas poderosas desconocidas.

Los enanitos de Islandia
Casi no hay lugar en el mundo donde la gente no haya creído alguna vez en la existencia de una raza oculta de gente diminuta con facultades sobrenaturales. En realidad, la creencia en una raza oculta de gente pequeña persiste incluso en la Europa moderna, especialmente en Islandia, nación que goza de un excelente sistema de educación y de un alto grado de instrucción.

«Los que me cuentan estas historias -dice Helgi Hallgrimsson, director del "Museo de Historia Natural de Akureyri"-, son personas sinceras y muchas de ellas no creen en tales criaturas hasta que las ven con sus propios ojos.»

Se presume que los duendes protegen su territorio y causan molestias a los que tratan de invadirlo. Por ejemplo, en 1962, cuando se estaba construyendo el nuevo puerto de Akureyri, los trabajadores trataron en vano de volar algunas rocas. Hiciesen lo que hiciesen, el equipo no funcionaba en el momento crítico. Los obreros sufrían continuas lesiones o caían súbitamente enfermos.

Por último, un joven llamado Olafur Baldursson declaró que los duendes estaban disgustados porque vivían en el lugar de las voladuras. Se ofreció como mediador, diciendo que, si lo querían las autoridades, arreglaría el asunto con la gente diminuta. Los magistrados estuvieron de acuerdo y, a su debido tiempo, los duendes se dieron por satisfechos. Al menos así se presumió, pues después de decirlo Baldursson, los trabajos continuaron sin más problemas.

No fue ésta la última vez en que parecieron actuar los duendes para proteger su tierra. En 1984, cuando el Departamento de Carreteras de Islandia trató de construir una nueva carretera cerca de Akureyri, los obreros de la construcción sufrieron extrañas dolencias y hubo máquinas excavadoras que se averiaron sin causa aparente.

No todos los islandeses están dispuestos a creer en la gente oculta. El celador de Antigüedades, Thor Magnusson, rebate a los muchos que dicen haberlos visto, declarando: «Personalmente, creo que los que ven duendes y enanitos deberían hacerse examinar los ojos.»

Pero los creyentes no están de acuerdo. Helgi Hallgrimsson replica:

-Hay muchas cosas en la Naturaleza que la ciencia todavía no puede explicar.

Los falsos (o verdaderos) OVNIs de Hudson Valley
El más importante incidente de observación masiva en la historia de los OVNIs empezó en la Noche Vieja de 1982, en todo el Hudson Valley de Nueva York y, particularmente, en los condados de Westchester y Putnam. En el verano del 1982, más de cinco mil personas habían visto (y en muchos casos fotografiado y filmado) un enorme OVNI de forma triangular y rodeado de luces, que fue conocido como el «Boomerang de Hudson Valley».

Casi todas las observaciones se realizaron en 1983 y 1984. Los motoristas que circulaban por la Taconic Parkway detenían con frecuencia sus coches en la orilla de la carretera para contemplar un objeto silencioso, gigantesco y de lento movimiento, que muchos medían en términos de campos de fútbol en vez de metros. Un asombrado testigo dijo que era tan grande como un portaaviones. Otro lo comparó con una «ciudad volante».

A pesar de numerosas fotografías auténticas y de testimonios fidedignos, entre ellos los de pilotos, ingenieros y ejecutivos, los escépticos declararon a la ligera que el caso estaba «resuelto». Los presuntos culpables eran un grupo de pilotos particulares que, en flagrante violación de los reglamentos de la Administración Federal de Aviación, se reunían por la noche para aterrorizar a los residentes locales. Se decía que los «Marcianos, como ellos mismos se llamaban, volaban en sus «Cessnas» por la noche, en estrecha formación, para dar la ilusión de un gran objeto iluminado evolucionando en lo alto.

El único problema de la «solución» escéptica era que varios testigos filmaron tanto a los «Marcianos» como al OVNI en vuelo, y la diferencia era fácilmente observable. Otros testigos dijeron que los «Cessna» podían oírse claramente, mientras que el OVNI era misteriosamente silencioso. Además, el enorme e iluminado boomerang se cernía sobre la central de energía nuclear local, hazaña acrobática que los «Cessnas» civiles, por muy expertos que fuesen sus pilotos, no habrían podido realizar jamás.

Por último, si los escépticos creen que han resuelto realmente el caso del OVNI de Hudson Valley, están moralmente obligados a denunciar a los delincuentes a las autoridades para que sean debidamente castigados. Si no es así, tenemos que llegar a la conclusión de que los objetos volantes gigantes no identificados están fuera de la actual jurisdicción de la Administración Federal de Aviación.

Los fantasmas de la escalera
El Museo Marítimo Nacional de Greenwich, Inglaterra, recibe a miles de visitantes todos los años. Muchos de ellos toman fotografías como recuerdo.

Esto era lo que pensaba el reverendo R. W. Hardy cuando, visitando con su esposa el lugar en 1966, quiso fotografiar uno de los objetos más populares del museo: la Tulip Staircase, construida para la reina Ana de Dinamarca. Hardy esperó a que los demás turistas hubiesen subido, para poder fotografiar limpiamente el pasamanos de metal de la escalera, con formas de tulipanes esculpidas en el hierro forjado.

Hardy, su esposa y miembros del personal del museo declararon que la escalera estaba vacía cuando fue tomada la foto. Sin embargo, cuando Hardy regresó a su Canadá natal y reveló la película, aparecieron dos figuras en la escalera. Envueltas en sábanas blancas, estaba claro que no eran seres humanos, sino apariciones fantásticas. Ambas parecían subir la escalera, apoyando una mano en la barandilla y sin darse cuenta de la cámara. Un gran anillo era visible en la mano de una de ellas.

El reverendo Hardy no creía en fantasmas, pero, buscando una explicación, se puso al fin en contacto con el Ghost Club de Londres. El club hizo analizar los negativos de Hardy por «Kodak», donde se comprobó que la película no había sido manipulada en modo alguno. Los miembros del club interrogaron también largamente a los Hardy y decidieron que eran sinceros y que no habían tratado en absoluto de perpetrar un engaño o de gastar una broma.

Queriendo estudiar más a fondo el asunto, la organización patrocinó una vigilancia de la escalera durante toda una noche, empleando cámaras, sensores electrónicos, termómetros y aparatos para registrar el tiempo y las condiciones atmosféricas. Los investigadores grabaron una serie de sonidos extraños, que identificaron como de pisadas y de llanto, pero no pudieron captar ninguna imagen. Las apariciones, concluyeron los miembros del club, eran de fantasmas que sólo se manifestaban a la luz del día; no se podía determinar, añadieron, la identidad de las figuras de la foto.

Los fantasmas de la torre de Londres
En 1605, Henry Percy, noveno conde Cumberland, fue sentenciado a reclusión en la Torre Martín, de Londres, por su participación en la Conspiración de la Pólvora para volar el Parlamento, y con el rey Jacobo I dentro. El conde permaneció allí durante dieciséis años antes de comprar su libertad por la suma de 30.000 libras. Aunque fue liberado y no se le llegó a ejecutar, su fantasma ha encantado la Torre desde su muerte y ha sido visto andando por las almenas donde Percy salía a tomar el aire durante su encarcelamiento.

Naturalmente, Lady Jane Grey fue una residente más ilustre de la Torre, sentenciada por su papel en un intento de aborto para convertirse en reina de Inglaterra. El 12 de febrero de 1554, fue decapitada en la explanada enfrente de la torre y su fantasma ha encantado desde entonces el edificio. Tan recientemente como en 1957, en el aniversario de su ejecución, un guardián de la Torre vio una masa blanca que formaba la imagen de Lady Jane. Inmediatamente llamó a otro guardián, que también vio la aparición.

Aunque la Torre Martín es rica en tradiciones de espectros, no todos ellos pertenecen a fantasmas de antiguos prisioneros, y una de las más extrañas se cuenta que se apareció una sola vez y ha desafiado todos los esfuerzos por explicarla. En octubre de 1817, Edmund Lenthal Swifte, guardián de las joyas de la corona, estaba cenando con su familia en la Torre Martín, donde se guardaban las joyas. Cuando, de repente, levantaron la cabeza de sus platos, vieron un cilindro de cristal lleno de un líquido turbulento de color azul y blanco, suspendido exactamente encima de la mesa. Lentamente, avanzó hasta colocarse detrás de la mujer de Swifte, la cual comenzó a gritar. Cuando Swifte arrojó una silla contra el contenedor espectral, éste desapareció y no se le volvió a ver de nuevo.

Además, ya en el reinado de Enrique I, la Torre fue usada a menudo para alojar una colección de animales que iban desde leones, tigres y osos hasta monos, cebras, hienas e incluso elefantes, reunidos para la diversión real. Este empleo de la Torre cesó en 1835 cuando un guardián fue herido gravemente por un león. Sin embargo, antes de eso un centinela de la Torre patrullaba ante la entrada, en 1815, cuando, a eso de medianoche, vio un gran oso que se alzaba sobre sus patas traseras delante de él. Aterrado, el guardián le atacó con su bayoneta sólo para observar, asombrado, que ésta pasaba a través de la nada y se clavaba en la puerta de roble donde había estado el oso. El centinela informó del incidente a la mañana siguiente, pero murió el día después, según se dice a causa de la conmoción sufrida.

Los fantasmas del S.S. Watertown
Ocurrió una tragedia en el petrolero S. S. Watertown cuando navegaba de Nueva York al Canal de Panamá a primeros de diciembre de 1924. Dos marineros, James Courtney y Michael Meehan, estaban limpiando un tanque cuando murieron accidentalmente a causa de los gases. Sus cuerpos fueron arrojados al mar, de acuerdo con la tradición marítima, el 4 de diciembre.

Los fantasmas del S. S. Watertown aparecieron el día siguiente, pero no envueltos en sábanas y sobre la cubierta del barco. Las caras de los dos desgraciados fueron vistas en el agua, siguiendo al barco. Los desconcertantes fantasmas, vistos día tras día por el capitán Keits Tracy y por toda la tripulación, parecían resueltos a seguir al barco a través del canal.

El capitán Tracy informó de estos misteriosos sucesos a su oficina principal cuando el barco atracó en Nueva Orleáns, y los directivos de la compañía le sugirieron que tratase de fotografiar las caras. En definitiva, entregó un rollo con seis fotografías a la «Cities Service Company», que lo hizo revelar. Cinco de las instantáneas no presentaban nada anormal, pero en la sexta se veían claramente las dos caras que seguían lúgubremente al barco.

Es interesante que la «Cities Service Company» no trató de ocultar la fascinadora historia al público. Informaron de ella francamente en su revista Service, en 1934, e incluso exhibieron una ampliación de la foto en el salón principal de la «Cities Servíce Company».

La desaparición y reaparición de la misión española
Nadie está seguro con exactitud de dónde se encuentra la Misión de los Cuatro Evangelistas, pero se cree que se halla dentro de un radio de 60 km alrededor de Yuma, Arizona, tal vez en la parte sudoccidental del mismo Estado. Sin embargo, muchos creen que la misión española probablemente se alza a lo largo de Laguna Prieta, un lago en el Sur, junto a la frontera con México, aunque nadie ha podido tampoco encontrar el lago. Oculta durante años en las arenas del desierto, la misión española, de una manera mágica, reaparece sólo para desaparecer de nuevo. Tal vez se vea cubierta por un fenómeno natural llamado «dunas andantes», montones de arena que se forman en torno de los objetos y que cambian constantemente de forma, alcanzando a veces alturas de diez metros o más.
La estrella de nueve lunas
Mientras vivía entre los pigmeos efe, en el aislado bosque de Ituri, en el África Central, en 1957 y 1958, el antropólogo francés Jean Pierre Hallet se enteró de que los efes se referían al planeta Saturno como «la estrella de las nueve lunas». El hecho acerca de las lunas de Saturno, naturalmente, no constituía ninguna sorpresa. Los astrónomos sabían ya lo de las lunas desde 1899, cuando se descubrió la novena. Y una no sospechada décima luna fue observada por la sonda espacial Voyager, cuando orbitaba el planeta en 1980. Incluso así, nadie tenía la menor idea de cómo los efes conocían siquiera lo de las nueve lunas, dado que ninguna de las lunas puede verse con el ojo desnudo, y la falta de desarrollo tecnológico por parte de los pigmeos, ciertamente incluía incluso la menor idea respecto del telescopio. 
La extraña muerte de unos cerdos
Se ha dicho que los ocupantes de los OVNIs han mostrado un interés singular por el ganado y los animales equinos a lo largo de los años. Si hay que dar crédito al granjero Richard Fanning, de Norway, Carolina del Sur, su interés debe extenderse también a los cerdos.

En la noche del 6 de diciembre de 1978, Fanning, que tenía a la sazón veintiún años, su esposa y dos compañeros, vieron un círculo de luz blanca, de tres metros de diámetro, cerniéndose sobre su pocilga. Debajo de aquel objeto había dos pares de luces rojas y verdes, cada una de ellas del tamaño de un faro de automóvil.

«Esto no me gusta -dijo Fanning a sus compañeros-. Marchémonos.» Mientras se alejaba en su coche, las luces silenciosas le siguieron, manteniéndose el disco blanco sobre la carretera a la altura del coche pero a cincuenta metros de distancia, con las luces verdes y rojas a sus lados.

Fanning se dirigió a su casa, donde guardaba una escopeta. Pero dijo: «De pronto, la gran luz blanca dio un viraje en U detrás de mi coche y volvió hacia la pocilga.» Las luces pequeñas que la acompañaban giraron también. Fanning y los otros observaron el fenómeno hasta que, «después de tres o cuatro minutos, todas las luces se apagaron». Fanning dijo: «Yo tenía miedo, y no me asusto fácilmente.» En realidad, estaba tan asustado que él y su esposa se quedaron con unos parientes las dos noches siguientes.

Tres días más tarde, volvieron para dar de comer a sus animales y Fanning se encontró con que uno de los cerdos yacía de costado, muerto. Otro estaba «muerto de pie», dijo Fanning. «Le dio una patada y cayó al suelo.»

Un examen del cerdo que yacía de costado reveló que le faltaba la mandíbula inferior y que su cuerpo era «como una esponja, había perdido todo su peso, parecía de gelatina». Fanning dijo que aquel animal, vivo, había pesado 125 kilos, pero que sus restos pesaban solamente 25. «Fue -añadió- la cosa más rara que he visto en mi vida.»

La extraña visita de Dadaji
Puede una persona estar físicamente presente en dos lugares al mismo tiempo? La idea parece totalmente absurda, pero un caso de esta clase fue comunicado por dos respetados parapsicólogos en 1975. El doctor Karlis Osis y el doctor Erlendur Haraldsson, que visitaban la India en 1970 para estudiar los santones de aquel país, sintieron especial interés por Dadaji, un hombre de negocios convertido en santón. Tenía una gran masa de seguidores en el sur de la India y, mientras estudiaban sus presuntos milagros, los dos investigadores descubrieron la siguiente historia:

Cierto día, a principios de 1970, Dadaji visitó Allahabad, a unos seiscientos kilómetros de su casa, y se alojó en la de una familia del lugar. Durante aquella estancia, salió a meditar y, más tarde, dijo a sus seguidores que había estado en Calcuta. Incluso dijo a su anfitriona que podía comprobar su relato poniéndose al habla con su cuñada, que vivía allí. El santón le dio también la dirección de la residencia donde se había proyectado.

Según la familia que vivía en la casa, comprobaron ciertamente la increíble historia de Dadaji. Roma Mukherjee, discípulo del santón, explicó que estaba leyendo en su estudio cuando se le apareció Dadaji. Su figura era al principio transparente, explicó, pero entonces se materializó más. La súbita aparición del fantasma la asustó tanto que empezó a gritar, llamando a su hermano y a su madre. Mientras tanto, lo único que hizo Dadaji fue un ademán para pedir a la joven que le trajese té.

«Cuando ella volvió al estudio con el té -informan los dos investigadores- su madre y un hermano médico la siguieron. Ella alargó la mano a través de la puerta parcialmente abierta y dio a Dadaji el té y un bizcocho. La madre, a través de una rendija de la puerta, vio a Dadaji. El hermano, que estaba en otra posición, solamente vio la mano de Roma pasando a través de la abertura y retirándose sin el té. No había ningún lugar donde hubiese podido dejar la taza sin entrar en la habitación. Entonces, el padre, que era director de un Banco, llegó a casa después de haber ido a comprar en el bazar. No creyó lo que le decían ellos y, haciendo caso omiso de sus protestas, miró a través de la puerta entreabierta y vio la figura de un hombre sentado en un sillón.»

Cuando la familia entró por fin en la estancia, Dadaji había desaparecido, pero había un cigarrillo a medio consumir sobre la mesa del estudio. Era de la marca predilecta de Dadaji.

La extraña visita de Mary Roff
En el tan largamente debatido problema de la reencarnación, uno de los primeros casos que se conocen es también el más sorprendente. Es la historia de Mary Lurancy Vennum que, a los trece años, en 1877, sufrió unos ataques epilépticos con extrañas consecuencias.

La primera prueba de la reencarnación de Vennum surgió después de un ataque que la tuvo inconsciente durante cinco días. Cuando despertó, dijo a sus padres que había visitado el cielo y hablado con un hermano y una hermana que habían muerto. Mary Vennum no había tenido ningún hermano ni hermana, por lo que sus padres temieron que aquello la llevaría, no al cielo, sino a un manicomio, sobre todo cuando empezó a hablar con las voces de una mujer y un hombre desconocidos.

Entonces intervino Asa Roff, amigo de la familia. La hija de Roff había muerto hacía treinta años, durante un ataque epiléptico, y él pensó que un médico podría ayudarles. El doctor E. W. Stevens llegó cuando Mary Vennum estaba en trance, hablando con la voz del hombre y, después, con la de la mujer. Stevens hipnotizó rápidamente a la muchacha, que le dijo que había sido poseída por espíritus malignos. Cuando el médico sugirió que necesitaba otro espíritu del más allá que le ayudase a separar las personalidades, la propia Mary hizo una proposición: llamar a Mary Roff, la hija difunta de Asa Roff. El sorprendido Asa accedió en seguida.

Sean cuales fueren las perturbaciones psicológicas que pudiese haber estado padeciendo la muchacha, difícilmente podrá la ciencia de la psicología dar una explicación de lo que sucedió después. El día siguiente, Mary Vennum pareció convertirse en Mary Roff y, cuando Mrs. Roff y una hija fueron a visitar a los Vennum, llamó a la hija por su nombre, aunque no la conocía, y abrazó a las dos y se echó a llorar. Fue con los Roff a la casa de éstos y pareció reconocerlo todo y conocer a todo el vecindario, recordando constantemente incidentes de la infancia de Mary Roff. Después de interrogarla largamente, el propio Stevens quedó convencido de que la muchacha lo sabía todo sobre la vida de Mary Roff. Al poco tiempo, dijo a la familia Roff que sólo podía quedarse con ellos unos pocos meses. Más tarde anunció el día exacto en que iba a marcharse y, por último, se despidió. Después de esto, volvió a la casa de los Vennum, donde Mr. y Mrs. Vennum se sintieron dichosos al ver que Mary Lurancy Vennum había vuelto para siempre..., y curada además de su epilepsia.

La fatídica visión de Mark Twain
Mientras en una ocasión se encontraba en casa de su hermana en San Luis, Samuel Clemens (más conocido por Mark Twain) tuvo un sueño perturbador en el que veía a su hermano Henry yaciendo en un ataúd metálico. En el pecho del cadáver había un ramo de flores blancas con una única rosa roja en el centro. El primer pensamiento de Twain fue que, en efecto, Henry estaba muerto, pero la sensación pasó pronto, y se apresuró a contarle el sueño a su hermana al día siguiente.

En aquel tiempo, durante los años 1850, Twain y su hermano trabajaban en los barcos fluviales que cruzaban el río Mississippi entre San Luis y Nueva Orleáns. Y unas semanas después del sueño de Twain, los dos hombres regresaban a San Luis en barcos distintos, cuando la caldera de uno de los barcos, el Pennsylvania estalló matando a la mayoría de sus pasajeros, incluyendo entre ellos a Henry Clemens.

Mientras la mayor parte de las víctimas fueron enterradas más tarde en ataúdes de madera, los residentes locales contribuyeron con bastante dinero para comprar un féretro de metal para Henry. En efecto, al ver toda la escena, Twain se percató de que cada detalle del funeral concordaba con los de sus sueños, excepto el ramo floral. Luego, cuando Twain se encontraba al lado del cadáver de su hermano, entró una mujer en el salón y colocó un arreglo de flores blancas sobre el pecho de Henry, y en el centro del ramo había una única rosa roja.

La fotografía Kirlian
El hecho de encontrar cosas valiosas sin buscarlas representa un importante papel en los descubrimientos científicos. Por ejemplo, consideremos el caso del ingeniero ruso Semyon Kirlian, que estaba reparando un aparato de electroterapia en 1939 cuando acercó demasiado la mano a un electrodo. La chispa y la impresión resultantes despertaron la curiosidad de Kirlian. ¿Qué sucederla si empleaba la propia carga eléctrica como una especie de flash fotográfico?

Para sorpresa de Kirlian, su primera fotografía -de su mano- reveló una descarga parecida a un aura brotando de la mano. Había, nacido la fotografía Kirlian, y el hombre que la había descubierto casualmente dedicaría los siguientes cuarenta años de su vida a sondearla a fondo.

Pronto descubrió que, entre otras aplicaciones, su máquina podía por lo visto determinar la salud de una muestra particular. Esto ocurrió cuando un colega trató de engañar a Kirlian presentándole dos hojas presuntamente idénticas para su análisis. Cuando las fotografías mostraron «auras» completamente distintas, Kirlian comprobó minuciosamente su equipo, pero sin resultado. Por fin el trapacero confesó que la muestra con el aura más débil había sido tomada de un árbol enfermo, mientras que la otra hoja procedía de otro perfectamente sano.

Se han propuesto muchas teorías para explicar el efecto Kirlian, desde campos electromagnéticos que rodean el cuerpo hasta cargas eléctricas que, a través de una capa de sudor, fluyen de la propia «fuerza vital» etérea.

La gente menuda
Los cuentos sobre la llamada «gente menuda» que comparte el espacio con nosotros en este planeta son tan insistentes que debemos llegar a una de dos conclusiones. O las sociedades primitivas tenían una afición peculiar a divertirse con cuentos parecidos a los de hadas, a pesar de las grandes diferencias geográficas y de cultura, o algún estímulo poco comprendido dio origen a aquellas historias.

En América Central, por ejemplo, se llama ikals y wendis a unos humanoides diminutos, parecidos a los enanos. En el lenguaje indio tzeltal, los ikals son seres peludos, de un metro de estatura, que se dice que viven en cuevas como los murciélagos. En realidad, según relatos contemporáneos recogidos por Brian Stoss, antropólogo de Berkeley, «hace unos veinte años o menos que muchos vieron a esta criatura o a estas criaturas, y se dice que varios trataron de atacarlas con machetes. Un hombre vio también una pequeña esfera que le seguía a un metro y medio de distancia. Después de muchos intentos, consiguió al fin golpearla con su machete, y se desintegró, dejando solamente una sustancia parecida a ceniza».

También dijeron a Stoss que los ikals paralizaban y secuestraban a las mujeres indias, que eran llevadas a sus cuevas y embarazadas una vez a la semana, y daban a luz unos hijos negros que eran enseñados a volar.

Estos cuentos se prestan a hacer varias curiosas comparaciones con las actuales experiencias de personas secuestradas por los OVNIs, que describen seres humanoides y pequeños que paralizan, examinan y embarazan a sus víctimas. ¿Podrían ser los seres menudos de la leyenda precursores de los ocupantes actuales de los OVNIs? Si es así, tal vez deberíamos buscar sus orígenes en el espacio interior y no en el exterior.

La huella de la mano en la celda 17
En los años de 1860 y 1870, los Estados Unidos fueron sacudidos por una violenta agitación social. Las condiciones de trabajo en las minas de carbón de Pennsylvania eran terribles -una larga y peligrosa jornada de trabajo era pagada, por término medio, con cincuenta centavos- y los mineros, en su mayoría inmigrantes irlandeses, andaban frecuentemente a la greña con sus patronos, casi todos de origen inglés o escocés.

Para luchar contra los dueños de las minas, se constituyó una sociedad secreta llamada de los «Mollie Maguires». Los «Mollie Maguires» provocaron la primera huelga contra las compañías mineras de América. Pero su resistencia fue más allá: incitaron a algaradas y mataron a unas 150 personas.

Los patronos contrataron los servicios de la «Agencia de Detectives Pinkerton», que infiltró a su agente disfrazado James McParlen en las filas de los «Mollies». El subsiguiente testimonio de McParlen enviaría a doce miembros del grupo al patíbulo. En 1877, Yellow Jack Donohue fue condenado por el asesinato de un capataz de la «Lehigh Coal and Navigation Company». Otros tres hombres fueron también condenados a la horca por el asesinato de otro capataz minero. Dos de estos hombres se mantuvieron estoicos hasta la muerte. Pero uno -Alexander Campbell- juró que era inocente.

Cuando le sacaron de la celda número 17, de la primera planta, Campbell se frotó la mano izquierda con polvo del suelo y aplicó la palma a la pared enyesada. «Esta huella de mi mano permanecerá siempre aquí como prueba de mi inocencia», gritó. Repitió una y otra vez estas palabras, mientras era llevado a viva fuerza al patíbulo, donde, después de abrirse la trampa, tardó catorce minutos en morir estrangulado.

Campbell murió, pero la huella de su mano permaneció, tal como él había dicho.

En 1930, cuando Robert L. Bowman fue elegido sheriff de Carbon County, juró eliminar aquella huella, considerada como prueba de una terrible injusticia en la historia del condado. En diciembre de 1931, un equipo de trabajadores entró en la celda 17, quitó la parte de la capa de yeso que contenía la huella de la mano y la sustituyó por otra capa de yeso fresco.

La mañana siguiente, el sheriff entró en la celda y se horrorizó al ver la débil silueta de una mano en el yeso todavía húmedo. Por la noche, la huella negra de una mano era perfectamente visible.

Aunque la celda se mantiene ahora cerrada y sólo se abre para algún visitante ocasional, la huella de la mano permanece.

En 1978, un ciudadano particular entró furtivamente en la celda y trató de pintar sobre la huella, pero ésta reapareció minutos más tarde sobre la pintura fresca.

La huida del pulpo gigante
El tiempo era magnífico y, a pesar de que había un silencioso oleaje, el océano se hallaba en calma a muchos kilómetros alrededor. Por lo tanto, cuando los tripulantes del buque francés Alecton vieron por primera vez a la monstruosa criatura del mar el 30 de noviembre de 1861, estaban seguros de que no se trataba ni de una ola ni de una roca.

Como relataron después, lo que habían visto era el pulpo gigante cuya existencia se había discutido durante mucho tiempo. Avistado desde el Alecton en el trayecto de Cádiz, España, a Tenerife, el pulpo gigante medía aproximadamente unos 6 m de longitud, tenía 8 patas y una enorme cola. El comandante del Alecton, el teniente Bouyer, lo describió como «espantoso, de un color rojo ladrillo, viscoso e informe, de aspecto repulsivo y terrible».

Con todo, el comandante salió a la captura de la bestia, pero con los movimientos del buque les era imposible a los tripulantes disparar contra él. Cuando lograron al final arponearlo e incluso enlazarle la cola, se dieron cuenta de que la criatura era más fuerte de lo que imaginaban.

Agitando sus tentáculos y levantando la cabeza, que tenía un curioso pico como el de un loro, el gigantesco pulpo se liberó de las cuerdas, dejando detrás de sí un trozo de 20 kg de su cola.

Las facultades psíquicas de Edgar Cayce
El famoso psíquico Edgar Cayce hizo historia en la parapsicología durante los años treinta con sus predicciones médicas por medio del trance dirigido, logrando que entes espirituales hablaran a través de él, mientras permanecía en un estado de trance parecido al sueño.

Cayce dijo que se dio cuenta de sus talentos por primera vez a la edad de trece años, leyendo la Biblia en la granja de la familia en Hopkinsville, Kentucky. Sintiendo, de repente, que no se encontraba solo, alzó los ojos y vio a una mujer de pie delante suyo. El sol radiante detrás de ella le impidió distinguir sus rasgos con claridad. Pero cuando ella habló, su voz era afectadamente suave y lírica.

-Tus oraciones han sido escuchadas -dijo, y le explicó que sólo le hacía falta pedir cualquier cosa para que ella le concediera lo que él quisiera.

Lo que él más quería, contestó temblando, era ser útil a los demás, sobre todo a los niños enfermos. Con esto la mujer desapareció para no volver a ser vista jamás. Edgar tuvo la sensación de estar perdiendo la razón.

Los profesores de Cayce siempre se habían quejado de que el niño, que no era particularmente un buen estudiante, se mostraba poco atento, lo que nunca agradó a su padre.

Una tarde, después de su visión, el joven Edgar estaba luchando con sus lecciones de ortografía con ayuda de su padre, que se hallaba decidido a conseguir que su hijo aprendiera a escribir, aunque fuera lo último que hiciera en este mundo. Estudiaron larga y detenidamente la cartilla de ortografía, obteniendo Edgar algún éxito. De pronto, éste oyó de nuevo la voz mágica, que en esta ocasión le decía:

-Si puedes dormir un poco, te ayudaremos.

Después de suplicarle a su padre, Edgar, finalmente, se arrellanó en un sillón con su libro bajo la cabeza.

Después de su siesta y reanudado el estudio, para asombro de su progenitor, Edgar no sólo escribía cada palabra correctamente al primer intento, sino que, además, escribía palabras de lecciones posteriores. Sabía la numeración de las páginas de cada lección e identificaba igualmente las ilustraciones que las acompañaban. A partir de ese momento, Edgar conservó su capacidad de retención casi fotográfica de cualquier material después de haber dormido literalmente encima de él.

No había transcurrido mucho tiempo cuando realizó su primer diagnóstico psíquico... en sí mismo.

Una vez, en un recreo, Edgar fue golpeado con una pelota de béisbol a la altura de la base de la columna vertebral. Aunque no pareció haber resultado ninguna lesión seria, el adolescente, normalmente reservado, se comportó de modo extraño durante el resto del día, arrojando cosas a su hermana y replicando a su padre. Y aquella noche sus padres le oyeron hablar en sueños, diciendo que padecía una postración nerviosa a causa de la lesión en la columna y recetó el tratamiento adecuado: un emplasto de cereales, cebolla y hierbas aplicado en la nuca. Suponiendo que aquello no podría causar ningún daño, sus padres siguieron su misterioso consejo. Por cierto, Edgar volvió a la normalidad, a pesar de que no se acordaba de nada acerca del día anterior.

Las historias soñadas de Robert Louis Stevenson
Robert Louis Stevenson siempre admitió que los argumentos de sus relatos populares se derivaban de los sueños. Incluso alegó que podía soñar a voluntad esos argumentos. Al principio de su carrera, escribió un relato acerca de la personalidad dual -una buena y otra mala- con el título de «El compañero de viaje». El cuento fue rechazado sumariamente por un editor, que dijo que la idea era ingeniosa, pero que el argumento resultaba muy flojo. Frustrado por su incapacidad para mejorar el relato, Stevenson decidió soñar la solución. Dotado de un extraordinario recuerdo, pudo acordarse de cada detalle del argumento de nuevo soñado. Y, mientras escribía lo soñado, «El compañero de viaje» se transformó en el clásico El Dr. Jekyll y Mr. Hyde. 
Las innúmeras vidas del Dalai Lama
Para los seguidores de la religión tibetana budista, de muchos siglos de antigüedad, el epítome del liderazgo espiritual y de perfección lo constituye el hombre-dios al que se conoce como Dalai Lama. Su significado se apoya en el dogma budista de la reencarnación.

Para los budistas, el fin último de la reencarnación es el nirvana, a cuyo nivel todos los requerimientos kármicos de la vida humana han quedado satisfechos y el alma puede descansar en su estado de iluminación. Sin embargo, las almas más avanzadas pueden elegir permanecer en el ciclo de la reencarnación hacia el nirvana. Entre tales seres, llamados bodhisatvas, el más sagrado es Avalokitesvara, el Bodhisatva de la Compasión. Cada Dalai Lama, a través de la historia del budismo, se ha creído siempre que constituye la reencarnación de Avalokitesvara.

Después de la muerte de cada Dalai Lama, los monjes consultan a los oráculos para determinar dentro de qué niño se ha reencarnado el espíritu de Avalokitesvara. Una vez encontrado, el niño es probado para atestiguar la presencia del espíritu y determinar si el chiquillo se convertirá en el nuevo Dalai Lama. El ritual requiere que el niño seleccione correctamente las posesiones de su predecesor, entre una miscelánea colección de objetos. Esto es posible porque, a diferencia de los simples mortales, los bodhisatvas conservan sus recuerdos de las vidas pasadas.

Muchas otras historias rodean al Dalai Lama. Por ejemplo, cuando el Ejército Rojo chino hubo consolidado su dominio sobre China, en 1950, los comunistas chinos restablecieron la soberanía de China sobre el Tíbet, firmando ese año un tratado con el Dalai Lama. Sin embargo, los tibetanos continuaron resistiéndose, hasta que fueron sometidos en 1959. El mayor premio de la victoria china hubiese sido el capturar al Dalai Lama, el jefe espiritual de millones de tibetanos y de chinos. Pero los chinos nunca llegaron a detenerlo, aunque iba acompañado de una numerosa comitiva a la que hubieran debido localizar con facilidad las tropas especiales chinas, que empleaban modernos aviones.

Cuando el Dalai Lama se aproximaba a un paso montañoso que llevaba a la libertad, en la India, se alzó de repente una pesada e imprevista niebla y cubrió la zona fronteriza haciendo imposible a los aviones que lo encontrasen, y una conveniente ventisca borró las huellas de su paso a las tropas que le perseguían.

Luego se estableció en la India, donde aún sigue, robustecido en su alegación de ser el administrador del Tíbet y protegido, evidentemente, por los dioses tibetanos de la nieve y de la niebla.

Las levitaciones de Peter Sugleris
Peter Sugleris, de veintidós años, tiene mucho en común con el famoso israelí Uri Geller, incluida la facultad de doblar objetos de metal como llaves y monedas, afectar a distancia a instrumentos electromagnéticos, y parar y poner en marcha las saetas de relojes. Sugleris dice que puede también levitar como el venerable José de Cupertino y el médium del siglo XIX D. D. Home.

Ya de pequeño, la madre griega de Sugleris, que cree que su facultad de levitar puede ser heredada, le llamaba Hércules, debido a sus peculiares facultades. El tío materno de ella tenía fama de haber levitado al menos en dos ocasiones, cuando tenia dieciséis y dieciocho años.

Sugleris dice que cuando levita con más frecuencia es en presencia de miembros de la familia en el curso de la vida ordinaria. Pero añade que puede levitar a voluntad siempre que no se lo pidan, en presencia de otros. El hecho requiere una enorme concentración, dice, y con frecuencia se prepara durante varios meses siguiendo una dieta vegetariana.
En la ocasión más reciente, grabada en cinta magnética por su esposa Esther a finales de febrero de 1986, Sugleris se elevó aproximadamente cincuenta centímetros sobre el suelo de la cocina y permaneció cuarenta y siete segundos suspendido en el espacio. Durante la levitación, su cara hizo una mueca tal que asustó a su esposa. «Pensé que iba a reventar -dijo ella-, tan hinchado estaba.» Más tarde, Sugleris describió la experiencia, diciendo que había sudado copiosamente y había sentido vértigo y modorra. «Tardé diez o quince segundos en recobrar el conocimiento -observó-. Estaba confuso y mareado, y tuve la impresión de que iba a desmayarme. Fue fruto de la cólera. Quería demostrar que podía hacerlo.»

La espantosa mueca durante la levitación recuerda al menos en parte las circunstancias de San José de Cupertino, que se elevaba con frecuencia y que, según decían los testigos, empezaba y terminaba sus vuelos con un grito estridente y penetrante.

Las luces de Min Min 
Durante más de un siglo, un fantástico fenómeno luminoso viene produciéndose en la remota región al este de Boulia, en el sudoeste de Queensland, Australia. Las luces tomaron su nombre de una oficina de correos y taberna llamada Min Min, derruida hace mucho tiempo. Pero las luces continúan sorprendiendo tanto a los curiosos como a los que pasan casualmente por el lugar.

Uno de los primeros testimonios escritos, publicado en marzo de 1941, hace referencia a un ganadero que viajaba entre Boulia y Warenda Station una noche nublada. A eso de las diez, al pasar por delante del viejo cementerio de los tiempos de Min Min, observó un extraño resplandor en medio de aquél. La luz adquirió el tamaño de una sandia, flotó momentáneamente sobre las lápidas y se desplazó en dirección a Boulia. Según el ganadero, la luz le siguió durante todo el camino hasta la población.

Pero entonces resurgieron relatos más antiguos. Henry Lamond refirió en Walkabout una experiencia de su infancia con las luces Min Min en 1912. Al principio pensó que eran los faros de un automóvil que se acercaba.

-Los coches -dijo- aunque no abundaban, no eran raros.

Pero pronto se evidenció que no era una luz normal.

-Siguió siendo como una bola bulbosa -observó Lamond-, en vez de dividirse en dos faros como hubiese debido hacer. Y estaba a demasiada altura para ser de un coche. Había en ello algo misterioso.

La luz avanzó gradualmente hacia Lamond, que iba a caballo, hasta que se cruzó con él, a unos 200 metros de distancia.

-De pronto -dijo- menguó y se extinguió a lo lejos. No se apagó de golpe. Su desaparición pareció más el oscurecimiento gradual de los hilos de una bombilla eléctrica.

La luz Min Min -sea lo que fuere- todavía sobresalta a las personas en los tramos solitarios de carretera del outback australiano.

Las luces del Palatine
En el mar navegan más cosas de lo que nunca imaginó Horacio. Consideremos la historia del infortunado bergantín Palatine, inmortalizado en el emocionante poema del mismo nombre de John Greenleaf Whittier. Según se dice, el Palatine zarpó de Holanda en 1752, con una carga de emigrantes con destino a Filadelfia. Según el poema de Whittier, la tripulación se amotinó después de atracar el barco en Block Island, frente a la costa de Nueva Inglaterra. Los amotinados incendiaron el barco, y los gritos de una pobre viajera que quedó atrapada resonaron sobre las turbulentas olas.

Según la leyenda, el funesto bergantín reaparece periódicamente como una bola de fuego en el mar. Whittier lo describió de esta manera:
!Mirad! Una vez más, brillante y resplandeciente, Sobre las rocas y la hirviente agua salada, El esqueleto en llamas del Palatine.
Desgraciadamente, no consta en ningún registro que el Palatine saliese de Holanda o de cualquier otro puerto. Pero, al menos en este caso, los hechos son tan impresionantes como la poética leyenda. Pues demuestran los registros que un buque llamado Princess Augusta zarpó de Rotterdam en 1738, con destino a Filadelfia, llevando como pasajeros a 350 alemanes de las regiones del Bajo y el Alto Palatinado. El viaje no podía empezar peor.

Un agua infectada mató pronto a la mitad de la tripulación y a un tercio de los pasajeros en sus literas, incluido el capitán George Long, que murió de sed. Después tropezó el Augusta con un tiempo frío y un mar encrespado que le obligaron a cambiar de rumbo. Para empeorar las cosas, la tripulación exigió dinero y objetos valiosos a los pasajeros que quedaban. Casi por suerte, atracó el 27 de diciembre en el extremo norte de Block Island. Los isleños socorrieron a muchos pasajeros; pero no pudieron salvar el equipaje, debido a las actividades de la tripulación, que soltó las amarras del Augusta, dejando que se estrellase y se hundiese. Mary Van der Line, que se había vuelto loca, se hundió con el barco, por querer guardar hasta el fin sus cofres plateados. De las 364 personas que habían salido de Rotterdam, sólo sobrevivieron 227.

Pero, ¿y el fuego, «brillante y resplandeciente», sobre el que escribió Whittier? Poco después de hundirse el Augusta, otro capitán que pasó por el estrecho de Block Island dijo haber visto un barco en llamas en el mar. Según consignó en el cuaderno de bitácora, «me impresionó tanto aquella visión que seguimos al barco incendiado hasta su tumba en el mar, pero no pudimos encontrar supervivientes ni pecios».

Pero, desde entonces, los observadores han continuado viendo la que se ha llamado «Luz del Palatine», un resplandor misterioso que se desplaza en y alrededor de las aguas próximas a Block Island, cuyos vecinos lo dan por cosa cierta. El médico local, Aaron C. Willey, escribió en 1811: «A veces es pequeño, parecido al de una luz en una ventana lejana; otras se extiende hasta la altura de un barco con las velas desplegadas. En realidad, la hoguera emite rayos luminosos.

«La causa de este "brillo errante" -añadió Willey- es un tema curioso para la especulación filosófica.» Y también para los que creen que la vida imita al arte, en todas sus ramificaciones.

Las manzanas de Roger Williams
Roger Williams fue uno de los más honrados y amados primeros colonizadores del Nuevo Mundo. Tras haber llegado, en 1631, a Massachusetts desde Cambridge, en Inglaterra, fue más tarde desterrado a Rhode Island por sus abiertas opiniones religiosas. No obstante, en su nuevo hogar, Williams se convirtió en el dirigente de la pequeña colonia, famosa por su libertad religiosa carente de precedentes.

Cuando Williams murió, en 1683, fue enterrado en una tumba señalada con una modesta lápida. Sin embargo, algunos años después los funcionarios de Rhode Island decidieron erigir un memorial más apropiado. Cuando se abrió la tumba, ante el asombro general, se comprobó que se hallaba vacía.

Al principio, los miembros de la comisión para honrar la memoria de Roger Williams sospecharon que unos ladrones habrían robado los restos de aquel líder. Pero, en realidad, no se trataba de nada tan siniestro. Al parecer, a medida que habían ido creciendo las raíces de un manzano cercano, se abrieron paso por el ataúd donde rodearon y más tarde absorbieron los restos de Roger Williams. La prueba la dio un enmarañamiento de raíces que presentaban un notable parecido con un cuerpo humano.

La comisión decidió cortar las raíces, que en la actualidad se hallan en poder de la Sociedad Histórica de Rhode Island.

Las minas del Rey Salomón
Según la Biblia, el rey Salomón era fenomenalmente rico, y resulta claro que importaba la mayor parte de sus metales y piedras preciosas, así como otros productos exóticos y lujosos, de lejanas tierras. La mayor parte de todo eso se cree hoy que era cobre o latón, pero el misterio sigue ocultando el paradero de las fabulosas minas.

Las pistas de la Biblia apuntan a dos lugares: Ofir, de donde procedía el oro, y Tarsis, conectada con navíos y recogido el oro por los mismos. Por desgracia, no hay indicación de la ubicación de esta ciudad. Existen cierto número de posibilidades, por lo menos en lo que se refiere a Tarsis. En primer lugar, puede haber más de un Tarsis (cuyo nombre se pueden traducir por «fundición»), de donde Salomón obtuviera sus metales. Según el historiador judío Flavio Josefo, que tradujo el Antiguo Testamento en el siglo I de nuestra era, en realidad se trataría de Tarso, un antiguo puerto romano. Pero, dado que Salomón estaba relacionado con los navegantes y mercaderes fenicios, que colonizaron la actual España, Tarsis podría ser Tartesos, un reino cerca de Cádiz y descrito por los griegos como rico en plata.

Tartesos pudo ser incluso el punto de partida para mayores aventuras marítimas en torno de África y, tal vez, hasta llegar a América. Los viajes al hemisferio occidental constituyen una posibilidad, que se ha convertido en más tentadora desde el descubrimiento, en la costa mediterránea de Israel, de un texto que menciona el «oro de Ofir», y sugiere que a Ofir se llegaba a través de Gibraltar. Así, pues, los fenicios pudieron visitar Brasil, que significa «hierro» en arameo y hebreo, un fascinante ejemplo de un nombre antiguo aplicado a una tierra y a su producto principal (el palo brasil) antes de que fuera descubierto «oficialmente» por exploradores posteriores.

Las misteriosas momias soviéticas
Unos espeleólogos soviéticos que exploraban cuevas en la Rusia central, descubrieron una virtual ciudad de los muertos, compuesta por docenas de momificados hombres antiguos, caballos y animales salvajes. Los científicos soviéticos especulan que los hombres debieron huir de los ejércitos de Alejandro Magno, que llegaron al actual Afganistán, en el siglo IV a. de C. Por otra parte, debieron ocultarse en las cavernas a causa de odios tribales y acabaron teniendo una misteriosa muerte colectiva. Otros, como el antropólogo de la Universidad de Emory, Brad Shore, creen que los hombres tal vez fuesen víctimas de un desastre natural: un corrimiento de barro o de tierras habría atrapado a las infortunados, enterrándolos vivos y luego conservaría sus cadáveres.

Sin embargo, las momias también han mostrado evidencia de una infestación de ácaros que dejaron a los hombres con dolorosas llagas corporales, las cuales no resultan sorprendentes para la gente de la montaña que vive hoy en esa zona. Siempre han creído que la peste negra se originó a través de ácaros de las cavernas cercanas.

Las paredes sangrantes
Los detectives de homicidios de Atlanta están acostumbrados a ver sangre. Es algo propio del territorio, y de cuerpos tiroteados o apuñalados o golpeados. Pero no estaban preparados para la sangre sin un cuerpo, especialmente una sangre que brotaba de las paredes y formaba charcos en el suelo de la vivienda de un anciano matrimonio de Georgia, compuesto por William Winston, de setenta y nueve años, y su esposa Minnie, de setenta y siete. Minnie Winston fue la primera que observó la sangre que brotaba «como una regadera» del suelo del cuarto de baño de su casa de ladrillos y tres dormitorios y veintidós años de antigüedad, en septiembre de 1987. La pareja llamó ala policía poco después de la medianoche del día 9, cuando encontró más sangre rezumando de las paredes y del suelo en cinco habitaciones separadas.

«Yo no he sangrado -dijo William Winston-. Mi mujer no ha sangrado. Y aquí no hay nadie más.» Aquella noche, Winston se había acostado a eso de las nueve y media, después de cerrar las puertas y activar un sistema de alarma. Ni los Winston oyeron a ningún intruso, ni funcionó la alarma.

Steve Cartwright, detective de homicidios de Atlanta, declaró que la policía había encontrado «grandes cantidades de sangre» en toda la casa, pero ningún cadáver, animal o humano, que hubiese podido explicar el fenómeno. El Laboratorio de Criminología del Estado de Georgia confirmó el día siguiente que aquella sangre era humana.

Cal Jackson, portavoz de la Policía de Atlanta, dijo que el departamento estaba tratando el incidente «como una circunstancia desacostumbrada, pues no tenemos un cuerpo o una causa de la sangre».

Las pistas de Nazca
Los pilotos que, en 1939, volaban sobre el desierto de Nazca, en el sur del Perú, inesperadamente observaron unos extraños dibujos en el suelo. Con representaciones de animales y aves, así cómo líneas en espiral y rectas, según alegaban, se parecían a las pistas de despegue de los modernos aeropuertos. Y lo que resultaba aún. más asombroso era que las medidas de los dibujos eran increíblemente exactas. Unos cincuenta años después, los científicos se muestran aún incapaces de explicar los orígenes de estos diseños masivos. Sin embargo, dado que los dibujos sólo son discernibles desde el aire, muchos investigadores especulan acerca de que sus antiguos creadores hubieran sido también capaces de volar, o fuesen dirigidos por alguien que sí pudiese hacerlo.

Para los entusiastas del espacio, como el autor suizo Erich von Däniken, la explicación de los dibujos resulta muy simple. Los bosquejos nazcas, según opina, son señales de indicadores para guiar a los aviones y se colocaron en el desierto peruano por parte de los visitantes extraterrestres. En su libro de 1967, ¿Carros de los dioses?, Von Däniken propuso que unos seres alienígenas llegaron a la Tierra hace unos 10.000 años y procedieron a manipular los genes de los monos para desarrollar especies de seres humanos. Entonces, sus creaciones consideraron como dioses a los alienígenas.

Las historias de la Biblia, y otras de tipo creación, sugiere Von Däniken, se arraigan en esas primeras visitas de extraterrestres. Los hallazgos arqueológicos, como los de Nazca, no son más que las reliquias de los antiguos astronautas.

Las profecías de la Madre Shipton
A los visitantes de Knaresborough, a orillas del río Nidd, en Yorkshire, se les muestra todavía el pozo y la cueva donde imperó antaño Ursula Sontheil. Deforme desde su nacimiento, en julio de 1488, Sontheil fue más conocida como la Madre Shipton, la profetisa que predijo la muerte de reyes, así como la invención del automóvil, el teléfono y el submarino.

A pesar de sus deformidades físicas, la joven Ursula tenía una mente ágil y aprendió a leer y a escribir con más facilidad que sus semejantes. A los veinticuatro años, se casó con Toby Shipton, de Shipton, York. Su fama de vidente se extendió pronto por toda Inglaterra y por Europa, y centenares de curiosos acudieron a ella para recibir sus a menudo misteriosos pareados.

Sin embargo, algunas de sus declaraciones no eran tan oscuras, como cuando predijo: «Rodarán carruajes sin caballos y los accidentes estremecerán al mundo.. También profetizó el teléfono y la televisión por satélite con estos versos: «Alrededor del mundo volarán ideas, en un abrir y cerrar de ojos».

Sus contemporáneos debieron sentirse igualmente confusos cuando escribió este pareado: «El hombre caminará sobre y debajo de los ríos, / El hierro flotará en el agua.» Hoy en día, naturalmente, damos los submarinos y los acorazados por cosa sabida.

La Madre Shipton previó muchos de los acontecimientos históricos que dieron forma al mundo moderno, incluida la derrota de la Armada española en 1588: «Y los caballos de madera del Monarca Occidental -dijo- serán destruidos por las fuerzas de Drake.» En versos más largos, previó la apertura del Nuevo Mundo al comercio inglés por Sir Walter Raleigh:
Sobre un salvaje y tormentoso mar,
Navegará un noble señor
Que no dejará de encontrar
Un nuevo y bello país
Desde el que traerá
Una hierba y una raíz.
La hierba, desde luego, era el tabaco, y la raíz, la patata.

La Madre Shipton murió en 1561, a la edad de setenta y tres años, después de predecir, con años de anticipación, el día y la hora de su muerte. 

Las profecías en Fátima
Hace más de setenta años, tres pastorcillos contaron haber visto la aparición de una «bella señora de los cielos», que más tarde les confió tres secretos.

Lucía, Francisco y Jacinta alegaron haber visto la aparición en una nube suspendida encima de un árbol, cerca del pueblo de Fátima, en Portugal. La mujer misteriosa les dijo que regresasen al mismo lugar el día 13 de cada mes. El día señalado, un mes después, los niños se dirigieron a un roble, seguidos de unos 50 aldeanos que se habían enterado del relato de los niños, ya por todo Fátima.

Aunque algunos testigos alegaron, posteriormente, que, en efecto, había una nube baja suspendida por encima del árbol, nadie excepto los niños vio a la mujer. Los resultados no fueron diferentes al mes siguiente, y pronto los escépticos empezaron a regañar a las niños, así como a los adultos que se habían enzarzado en aquella especie de juego. No obstante, los niños insistieron en que decían la verdad.

A pesar de la prohibición de la jerarquía eclesiástica, los niños continuaron acudiendo al árbol el día 13 de cada mes. En un lluvioso 13 de octubre de 1917, que al final resultó ser la última presentación de la aparición, el lugar estaba atestado de fieles católicos, que confiaban, desesperadamente, ser testigos de un milagro. Aunque los niños fueron una vez más los únicos que la vieron, la mujer se identificó como «Nuestra Señora del Rosario» y divulgó los tres secretos. Luego, la visión se desvaneció. De repente, según informaron más tarde los aldeanos, la lluvia cesó y las nubes se disiparon, revelando un Sol que empezó a girar y caer a plomo sobre el suelo. La aterrada muchedumbre estuvo segura de que el mundo se acababa, pero muy pronto el Sol regresó a su posición normal. Este pintoresco comportamiento se afirma que ocurrió dos veces más.

¿Pero, qué hay acerca de los secretos guardados por los niños? No fueron divulgados nunca por parte de Francisco o Jacinta, que murieron durante la epidemia de gripe de 1918. Sin embargo, Lucía escribió más tarde un relato acerca de la experiencia, en el que describía las predicciones, a requerimiento de la Santa Sede. Escribió que una de ellas era una visión del infierno y otra se refería al desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial.

A petición de la señora, según dijo Lucía, el tercer secreto no debía divulgarse nunca y, en efecto, permaneció en un sobre cerrado hasta que el Papa Juan XXIII lo abrió en 1960. La revelación aterró tanto a Su Santidad, que se cuenta que ordenó que se cerrara de nuevo y no se hiciera jamás público. Hasta que hace unos años el Papa Juan Pablo II dio a conocer el tercer secreto de Fátima el cual se profetizaba el atentado que sufrió Juan Pablo II, el cual casi le costó la vida.

Las rosas de la resurrección
El doctor Nandor Fodor era psicoanalista e investigador espiritista, un hombre muy querido por todos los que le conocían.
Cuando murió, el 17 de mayo de 1964, algunos objetos de su apartamento empezaron a moverse misteriosamente, como si el investigador difunto tratase de demostrar al mundo que continuaba existiendo. Pero fue el comportamiento de las flores de la terraza lo que más impresionó a su esposa.

«En nuestra terraza hay flores -explicó-. Las rosas trepadoras suelen durar cuatro días; después pierden sus pétalos y se forman nuevos capullos. Pero, después de la muerte de mi marido, las rosas, unas ciento cincuenta de ellas, florecieron al momento y duraron varias semanas.»

Cuanto más observaba Amaya Fodor las rosas, tanto más crecía su interés.

«Durante aquel período, ninguna rosa perdió un pétalo -explicó-. Entonces, un día, todas se marchitaron juntas. Las corté y, mientras lo hacía, deseé solamente una rosa. La tuve una semana más tarde; solamente una, que también duró varias semanas.»

¿Pudieron florecer por casualidad estas rosas misteriosas? Es posible, pero el caso de Fodor no es único. La conocida novelista Taylor Caldwell refiere una experiencia similar en el número de octubre de 1972 de Ladie's Home Journal. Mrs. Caldwell y su marido, Marcus Rebak, tenían una mata de lirios de resurrección que nunca florecían; no lo había hecho ni una sola vez en veintiún años. Rebak solía chancearse con su esposa, diciéndole que no puedes demostrar la resurrección con esos lirios. Sin embargo, cuando él murió, en abril de 1970, los lirios florecieron al fin... el día de su entierro.

Las serpientes de mar de Nueva Escocia
Durante al menos un siglo y medio, los marineros de Nueva Escocia, en la costa oriental de Canadá, han visto algunas criaturas muy extrañas... y muy grandes.

Una de las primeras visiones tuvo lugar en 1845, cuando los pescadores John Bockner y James Wilson vieron una serpiente de tres metros de largo en St. Margaret's Bay. Informaron de ello al reverendo John Ambrose, que poco después tuvo su propio encuentro con el monstruo.

En 1855, los residentes en Green Harbour se aterrorizaron al ver, según dijo un ciudadano, «una odiosa largura de terror ondulante» que perseguía a las barcas de pesca locales, al parecer con malas intenciones. Mientras los pescadores trataban desesperadamente de llegar a tierra, sus familias los contemplaban impotentes. Un observador describió la criatura en un número de la revista americana del siglo XIX Ballou's: «Cerca de lo que podía ser la cabeza, se alzaban una jiba o cresta coronada con una ondulante masa de largos y oscilantes pelos, como una melena, mientras que detrás, en una longitud de trece o quince metros, se movían o rodaban lentamente las espirales de su enorme cuerpo de serpiente. El movimiento era en curvas verticales y las contorsiones de la espalda subían y bajaban alternativamente desde la cabeza hasta la cola, dejando detrás una estela, como de un vapor a hélice, sobre la lisa superficie del océano.»

Al acercarse la criatura a la playa, los observadores pudieron oír un ruido como de vapor escapando de la bestia. Ahora pudieron ver unos dientes brillantes, unas aristas salientes sobre unos ojos malignos, escamas de un azul oscuro en la cabeza y la espalda, y de un amarillo en la panza. La cabeza tenia dos metros de largo.

La criatura renunció al fin a la caza y los agotados pescadores llegaron sanos y salvos a tierra. Pero el día siguiente, fue vista de nuevo por tres hombres que iban en una barca. Se alejaron remando a toda prisa y no fueron perseguidos.

Después, en 1883, seis militares que pescaban en Mahone Bay se sobresaltaron al ver lo que parecía una enorme versión de una «serpiente común», con una cabeza de dos metros de largo saliendo del agua. La criatura, que se movía con rapidez, tenía el cuello grueso como el tronco de un árbol y era negra o de un castaño oscuro, con rayas blancas irregulares. Aunque no pudieron ver todo su cuerpo, los testigos coincidieron en que debía de tener unos veinticinco metros de largo.

En 1894, un hombre llamado Barry observó una bestia similar mientras estaba descansando en un muelle de la población costera de Arisaig. A unos 40 metros de distancia, la criatura, de aproximadamente 20 metros de largo, nadaba con un movimiento «ondulatorio». También pudo ver una cola que era «como la mitad de una cola de caballo».

Relatos sobre estos gigantescos lunkers, como los llaman los habitantes de Nueva Escocia, han continuado hasta tiempos muy recientes.

El 5 de julio de 1976, Eisner Penney, de Cape Sable Island, Nueva Escocia, vio una cosa enorme y lo contó a algunos amigos. Éstos se burlaron de él, pero, pocos días más tarde, uno de ellos, Keith Ross, junto con su hijo Rodney, la vio también. «Tenía unos ojos grandes como platos, rojos y brillantes -dijo-. Quiero decir que se podía ver el rojo de sus ojos como si estuviesen inyectados en sangre. Tenía la boca abierta de par en par y había en ella dos grandes colmillos, si, colmillos, que sobresalían de su mandíbula superior. Pasó a popa de nosotros, y muy cerca. Y pudimos ver su cuerpo, de unos trece o quince metros de largo, con una piel grisácea, parecida a la de una serpiente, llena de protuberancias y bultos y lapas. Y nos pareció que tenía una cola de pez, una cola vertical, no plana como la de una ballena.
La barca de Ross se alejó rápidamente y pronto perdieron de vista a la criatura entre la niebla. Detectaron otra embarcación en el radar de a bordo y se dirigieron hacia ella. Irónicamente, Eisner Penney iba en aquella embarcación. Al decirle Ross lo que acababa de ver, oyeron que la criatura pasaba a poca distancia. Ésta fue vista de nuevo, unos días más tarde, por el pescador Edgard Nikerson.

Nadie tiene idea de lo que son estas criaturas, aunque se ha informado de la presencia de bestias similares en todo el mundo. En el siglo XIX, fueron llamadas «serpientes de mar» y constituyeron objeto de una animada controversia entre los zoólogos. Sean lo que fueren los lunkers de Nueva Escocia, parece seguro que no son serpientes, ni siquiera serpientes de gran tamaño. Las serpientes no pueden ondular verticalmente. No tienen, desde luego, colas como las de los peces.

Lecturas de grupos sanguíneos
Según el psicólogo Takeji Furukawa, en su libro Grupos sanguíneos y temperatura, el tipo sanguíneo de una persona revela una gran cantidad de información. La gente con el tipo sanguíneo O, por ejemplo, son los mejores empleados; los del tipo B son personas amantes de la libertad, y los del tipo A son los que tienen más éxito cuando se les instruye acerca de su medio ambiente. Aunque se publicó durante los años treinta, y fue dado de lado por las autoridades médicas, se convirtió en el ímpetu de una locura nacional japonesa cincuenta años después.

Durante los años ochenta, la Cruz Roja japonesa comenzó a informar de un flujo sin precedentes de estudiantes de 16 a 19 años que donaban sangre en los furgones de la institución. Los adolescentes respondieron que no lo hacían porque creyesen que era su deber cívico, sino también porque deseaban aprender cosas acerca de los tipos sanguíneos. 
Luego, consultando el libro de Furukawa, podrían determinar de acuerdo con él sus rasgos característicos. Los horóscopos basados en la sangre, también se abrieron camino en las revistas japonesas para mujeres. Además, un servicio para concertar matrimonios comenzó a requerir el tipo sanguíneo para investigar las solicitudes de sus clientes. Y un instituto japonés de sondeos indicaba los grupos sanguíneos entre sus datos demográficos. Las autoridades médicas volvieron a desenmascarar al libro de Grupos sanguíneos y temperatura y afirmaron que había tenido un pequeño efecto sobre la popularidad de los sangrescopios.

Lenguajes reencarnados
Qué pasaría si hipnotizase usted a alguien y éste empezase a hablar en noruego antiguo? Pues esto es precisamente lo que le ocurrió al doctor Joel Whitton, eminente psiquiatra canadiense que estudiaba con escepticismo la cuestión de la reencarnación.

Desde el famoso caso de Bridey Murphy en los años cincuenta, los psicólogos de la Nueva Era han tratado de hacer volver a sus sujetos a vidas anteriores. Pocos de ellos parecen haber logrado nunca algo interesante, pero esto no impidió a Whitton intentarlo también. El sujeto predilecto del psiquiatra fue un psicólogo profesional que, durante el trabajo hipnótico que realizaban juntos, empezó a recordar y oír lenguas extrañas que por lo visto había hablado durante dos vidas anteriores. Gradualmente surgieron recuerdos de una existencia vikinga alrededor del año 1000 y de una encarnación anterior en Mesopotamia.

Al informar del caso a la Society Psychical Research, de Toronto, dijo Whitton que su sujeto recordó con acierto veintidós palabras de noruego antiguo, precursor del moderno irlandés y lengua usada por los antiguos vikingos. Muchas de estas palabras, incluidas las referentes al mar, fueron identificadas y traducidas por dos expertos en noruego antiguo.

El sujeto de Whitton, cuya identidad no ha sido revelada, nunca habló bien en la lengua mesopotámica del siglo VII, pero escribió algunos fragmentos que se parecían al pahlavi sasánida, lengua muerta que fue común en Persia entre los siglos III y VII d. de J.C.

Whitton no está seguro de que este caso único demuestre la existencia de la reencarnación. Es posible, confiesa, pero no probable, que su sujeto tomase las palabras y la escritura de alguna fuente normal.

Lepenski Vir
La orilla occidental del río Danubio, en Yugoslavia, no se creía que resultase significativa en lo referente a civilizaciones prehistóricas. Se había dado por supuesto que el Neolítico europeo no había sido el lugar de nacimiento de ninguna civilización independiente, sino que su desarrollo cultural se había visto, en gran parte, determinado por las influencias del Próximo Oriente. Pero, en 1965, los arqueólogos realizaron un sorprendente descubrimiento en una curva del Danubio, en forma de pezuña de caballo, donde hallaron un poblado pequeño pero altamente organizado, fechado en el año 5800 a. de C.

Notable como modelo de organización social, económica, religiosa y artística, la colonia prehistórica europea, a la que los arqueólogos bautizaron como Lepenski Vir, parecía haberse desarrollado de forma independiente de cualquier influencia exterior, a menos que sus fundadores fuesen viajeros o refugiados procedentes de una zona mucho más remota. Además de un santuario que contenía esculturas pétreas de extraordinaria sofisticación, una plaza central se abría en calles alineadas con edificios trapezoidales y de otras formas geométricas. Los suelos de las viviendas, además, habían sido pavimentados con un ingenioso mortero compuesto de piedra caliza, agua, grava y arena.

Lincoln y Kennedy
Poco antes de partir para Dallas el presidente John Fitzgerald Kennedy, en noviembre de 1963, su secretaria, Evelyn Lincoln, le advirtió que no fuese. Kennedy no hizo caso de la premonición de trágicas consecuencias. El 22 de noviembre, fue asesinado al disparar Lee Harvey Oswald un rifle italiano, desde una ventana de la sexta planta del «Texas School Book Depository».

El número de curiosas coincidencias entre los presidentes norteamericanos John Kennedy y Abraham Lincoln, también asesinado después de una premonición de su muerte, rebasa los límites del azar. Lincoln, por ejemplo, había sido elegido presidente el 6 de noviembre de 1860, y Kennedy, el 8 de noviembre de 1960. Ambos habían sido también elegidos por primera vez para el Congreso con cien años de diferencia, Lincoln en 1846 y Kennedy en 1946. Los dos hombres que les sucedieron como presidentes nacieron también con un siglo de diferencia: Andrew Johnson en 1808 y Lyndon Baines Johnson en 1908. Sus asesinos, John Wilkes Booth y Oswald, nacieron con una diferencia de 101 años.

Booth mató a Lincoln de un tiro en la cabeza por la espalda, en un teatro, y huyó a un granero; Oswald disparó a Kennedy en la cabeza por la espalda, desde un almacén, y huyó a un teatro. Ambos asesinos fueron asesinados a su vez antes de ser juzgados. Tanto Kennedy como Lincoln fueron asesinados en viernes, en presencia de sus esposas. Lincoln había sido asesinado en el «Ford's Theater» Kennedy lo fue en un «Lincoln» fabricado por la «Ford Motor Company»

Y ambos presidentes previeron su propia muerte. Lincoln dijo a un guardia, el día en que fue asesinado, que había «hombres que quieren quitarme la vida... y estoy seguro de que lo harán... Si tiene que ser, es imposible evitarlo».

Pocas horas antes de ser alcanzado por las balas de Oswald, Kennedy dijo a su esposa Jacqueline y a Ken O'Donnell, su consejero personal: «Si alguien quiere matarme desde una ventana con un rifle, nadie puede impedirlo, ¿por qué preocuparnos?»

Línea de partida de los alienígenas
Una noche del mes de noviembre de 1976, Joyce Bowles y su vecino Ted Pratt iban en coche por el pueblo británico de Chilcomb para recoger al hijo de Bowles. Por el camino, el coche comenzó a experimentar sacudidas violentas y patinó hacia la herbosa cuneta. De manera inexplicable, el motor dejó de funcionar y los faros se apagaron.

Luego, Bowles y Pratt vieron el aparato reluciente, anaranjado, con forma de cigarro puro, suspendido cerca de ellos, por encima de la carretera. A través de una ventanilla en un lado del vehículo, Bowles y Pratt vieron tres cabezas alienadas como si se tratase de los pasajeros de un autobús.

Uno de los misteriosos ocupantes de la nave salió y se acercó a los humanos. La criatura llevaba un mono plateado y tenía unos intensos ojos rosados, sin pupilas o iris.

Bowles informó más tarde:

-Miró a través de la ventanilla el tablero de instrumentos -declaró Bowles-. Cuando lo hizo, el motor se puso de repente en marcha y los faros se encendieron. Luego, él y el cigarro, simplemente, se desvanecieron.

Algunos expertos creen que el punto de encuentro era especialmente atractivo para los extraterrestres. Se encuentra en el cruce de una serie de líneas trazadas en los terrenos locales de antiguos enterramientos.