MISTERIOS OCULTOS (A)

Ángeles en el cielo
Los que dicen que ven ángeles son generalmente considerados unos chiflados. Pero es difícil tachar de tal al doctor S. Ralph Harlow, respetable profesor de religión del «Smith College» de Massachusetts. Su encuentro con la clase angélica tuvo lugar mientras paseaba con su esposa por una cañada boscosa de Ballarvade, Massachusetts.

Harlow oyó primero unas voces calladas y después declaró: «Esta mañana tenemos compañía en el bosque.» No pudieron descubrir de dónde venían aquellos sonidos y prosiguieron su paseo. Las voces parecieron acercarse y, por último, sonaron precisamente encima de ellos. La perpleja pareja miró hacia arriba y vio algo increíble: «A unos tres metros encima de nosotros y ligeramente a nuestra izquierda, había un grupo flotante de espíritus, de ángeles, de gloriosas y hermosas criaturas que resplandecían con una belleza espiritual -dijo Harlow-. Nos detuvimos y miramos mientras pasaban por encima de nosotros.

«Eran seis hermosas jóvenes, llevando holgadas vestiduras blancas y sumidas en afanosa conversación. Si se dieron cuenta de nuestra existencia, no lo demostraron. Veíamos con perfecta claridad sus caras, y una mujer, un poco mayor que las demás, era especialmente hermosa. Sus cabellos negros estaban recogidos en lo que hoy llamaríamos cola de caballo y, aunque no estoy seguro, parecían sujetos detrás de su cabeza. Estaba hablando seriamente a un espíritu más joven que nos daba la espalda y que parecía mirar a la cara de la mujer que hablaba.»

Ni el doctor Harlow ni su esposa pudieron descifrar lo que decían aquellos seres, pero ambos afirmaron que vieron y oyeron claramente a los bellos fantasmas. Observaron pasmados y excitados cómo pasaban los «ángeles». El doctor Harlow, que es muy buen observador, pidió después a su esposa que le contase exactamente lo que había visto. Su descripción del encuentro coincidió con la de él.

Artefacto bíblico en una roca de Massachusetts
En 1851, los obreros estaban perforando unas sólidas rocas en Dorchester, Massachusetts, cuando realizaron un curioso descubrimiento: una vasija de 12 cm, partida por la mitad a causa de la fuerza de la explosión. Sin embargo, lo más fuera de lo corriente en aquel objeto era que estaba hecho con un material desconocido, artísticamente decorado con motivos florales de plata. El director de Scientific American que escribía en un tiempo en que el estudio de la Biblia era de lo más popular, lanzó la posibilidad de que la vasija la hubiese torneado Tubalcaín, el padre bíblico de la metalurgia. 
Abraham Lincoln y el piano danzante
Durante los años 1860, incluso el presidente Abraham Lincoln se sintió atraído por el espiritismo, que, por entonces, se hallaba en la cúspide de su moda. En una sesión en casa de la señora Laurie y de su hija la señora Miller, Lincoln observó cómo la señora Miller, durante un trance, hacía que un piano diese fuertes golpes contra el suelo mientras ella tocaba.

Cuando comenzó a tocar, las patas delanteras del piano se alzaban repetidamente del suelo y luego caían de nuevo contra el piso. Un invitado pidió sentarse encima del piano para comprobar si se movía, y la médium explicó que cualquiera que lo desease podía hacerlo. Cuatro personas aceptaron la sugerencia: un miembro de comisiones del Congreso, un juez y dos soldados que acompañaban a Lincoln. Cuando la señora Miller volvió a tocar, el piano comenzó de nuevo a alzarse, por lo menos unos 10 cm del suelo y luego cayó otra vez sobre el piso.

Acero de Damasco
Entre los numerosos métodos mágicos que parecían dar resultado en tiempos antiguos estaba el proceso damasceno de endurecer las espadas de acero introduciendo la hoja calentada al rojo en el cuerpo de un prisionero o de un esclavo y sumergirla después en agua fría. En la Edad Media, los caballeros cristianos advirtieron, consternados, que las espadas hechas con acero de Damasco eran más resistentes y también más duras que las de confección europea.

Sin embargo, quinientos años después de las Cruzadas, experimentos realizados en Europa demostraron que el proceso no era en absoluto mágico. Los europeos descubrieron que la introducción de una espada calentada al rojo en una masa de pieles de animales empapadas en agua producía un efecto similar al del método de Damasco. El nitrógeno orgánico desprendido por las pieles en el agua produce una reacción química en el acero.

Adivinación con mapas
Los zahoríes suelen sostener ramitas o varillas en las manos esperando que se doblen en la proximidad de agua o de metales preciosos. Pero el procedimiento puede emplearse para descubrir algo más que meras substancias. J. Scott Elliot, oficial británico retirado y zahorí experto, emplea su arte para ayudar a descubrir emplazamientos arqueológicos. A veces ni siquiera visita los lugares que desea sondear, sino que sostiene simplemente un péndulo sobre un mapa.

Uno de sus típicos éxitos fue referido en 1969, cuando empleó un mapa para predecir que una gran estructura sería desenterrada debajo de una casita del pueblo de Swinebrook. Los excavadores locales se mostraron escépticos, puesto que Scott Elliot había señalado un pueblo donde no se habían encontrado nunca ruinas enterradas. Pasaron seis meses antes de que se hiciese allí una excavación de prueba y, ciertamente, pronto se descubrió la estructura indicada por el zahorí.

Al hacer un corte de prueba de dos o tres metros, los excavadores locales encontraron agujeros para sostener postes, huesos y algunas vasijas. Cuando se desenterró más ampliamente el lugar en 1970, encontraron los suelos de una estructura e incluso su hogar. Dos herramientas pulidas de la Edad del Bronce coronaron el sensacional hallazgo.

Agujeros en la cabeza
Algunos extraños rituales se derivaron del Flower Power de los años sesenta, pero pocos fueron tan chocantes como la práctica de abrir un agujero en la propia cabeza para conseguir un estado de conciencia más agudo.

La trepanación, perforación artificial del cráneo, fue corriente en algunas sociedades primitivas, por razones no del todo comprendidas. Los motivos de la arriesgada pero no fatal operación fueron probablemente de naturaleza médica y religiosa. Actualmente, los trepanadores sostienen generalmente la misma opinión.

El movimiento moderno empezó en 1962, cuando un médico holandés, Bart Huges, sostuvo que el grado y el estado de la propia conciencia dependía principalmente del volumen de la sangre en el cerebro. Según el doctor Huges, las cosas eran diferentes cuando andábamos a cuatro patas, antes de que adoptásemos la posición erguida que nos distingue de la mayoría de los animales. El problema fue que el cerebro quedó encerrado en una estructura envolvente rígida; peor aún, la gravedad redujo el caudal del oxígeno y de substancias nutritivas que afluyen al cerebro.

La solución dada por Huges al problema fue tomar un taladro eléctrico y remover un pequeño círculo de hueso de su cráneo. Resultado de ello, decía, era una mayor afluencia de sangre y la capacidad del cerebro ahora liberado de palpitar rítmicamente con el corazón. Su conciencia volvía al estado infantil que él pretendía y en el que la mente liberada permanecía en contacto con sus primitivos sueños, imaginación y sensaciones intensas. Los adultos perdían esta capacidad, pensaba Huges, al solidificarse lentamente su cráneo.

Sin embargo, la trepanación como solución de la condición humana no sentó bien a las autoridades holandesas locales, que pronto encerraron a Huges en un manicomio para ser observado. En cambio, sus ideas tuvieron un poco más de éxito entre los pacientes hippies, para quienes cualquier clase de nueva «conciencia» parecía valer la pena de arriesgarse.

El agujero de Huges a través del cráneo, directamente hacia el cerebro, prometía un estímulo mental permanente. Por supuesto, lo difícil era encontrar alguien que realizase la operación, pues los antiguos hechiceros y chamanes escaseaban mucho. La respuesta fue el sueño de todos los hombres mañosos: Hágalo usted mismo.

El principal discípulo de Huges fue Joseph Mellen, un contable londinense que se había graduado en Oxford y conocido al holandés en Ibiza, en 1965. Huges le inculcó la idea de la trepanación. (En aquella época, la filosofía de Huges había sido encerrada en una sola palabra: Brainbloodvolum, volumen de sangre en el cerebro.)

La trepanación practicada por Mellen en su propio cráneo, después de tres intentos fracasados, tuvo tanto «éxito» que más tarde escribió un libro sobre ella, Bore Hole, la primera de cuyas frases resume perfectamente su contenido: «Ésta es la historia de cómo practiqué un agujero en mi cráneo para alcanzar una altura permanente.»

Mellen declaró que la trepanación le había dado una nueva sensación de bienestar que, según afirma, conserva en la actualidad. Su amiga, Amanda Fielding, se sometió también después a esta curación, aunque, en vez de escribir un libro sobre su ordalía, la filmó, titulando "Heartbeat in the Brain" (Latido del Corazón en el Cerebro) a su corta película. Actualmente, los dos modernos trepanadores operan juntos en una galería de arte de Londres.

Alargamiento del cuerpo  
El más prolífico realizador moderno de milagros fue indiscutiblemente el médium del siglo XIX Daniel Douglas Home (1833-1886), que una vez se sostuvo en el aire fuera de una ventana de un segundo piso y volvió a entrar por ella en pleno día y en presencia de testigos.

Entre las milagrosas hazañas seculares de Home, se contaron la facultad de levitar objetos pesados, conversar con espíritus de personas muertas hacía mucho tiempo y frotarse la cara con carbones encendidos sin sufrir daño visible. El físicamente débil escocés podía incluso alargar espectacularmente su cuerpo, añadiendo hasta quince centímetros a su estatura.

En una ocasión, este hecho fue presenciado nada menos que por un personaje como Lord Adare, hijo del tercer duque de Dunraven. Estando de pie entre el Lord y un tal Mr. Jencken, Home entró en el estado de trance en que solía realizar la mayoría de sus milagros. «El espíritu guardián es muy alto y fuerte, salmodió. Y de pronto, creció quince centímetros, y su cabeza se elevó sobre la de los dos pasmados hombres que estaban a su lado.

Al preguntarle éstos, Home respondió: «Daniel os mostrará cómo es esto», y se desabrochó la chaqueta. (Siempre hablaba de sí mismo en tercera persona cuando estaba en trance.) Resultó que el alargamiento se había producido de cintura para arriba, y Lord Adare observó que diez centímetros de carne nueva aparecían entre el chaleco de Home y la cinturilla de su pantalón.

Home recobró su estatura original y después dijo:

-Daniel crecerá de nuevo.

Y, para visible asombro de Lord Adare, creció.

Calzado con zapatillas, Home paseó por la habitación, pisando fuerte, para que viesen que sus pies se apoyaban firmemente en el suelo, y poco a poco recobró su estatura normal. Como en casi todas sus sorprendentes hazañas, Home podía por lo visto realizar su «truco» de crecimiento siempre que quería.

Algunas muertes dramáticas
El dramaturgo griego Esquilo es conocido como «Padre de la Tragedia». La Historia le honra con este título a causa de sus obras, pero podría habérselo otorgado igualmente por su dramática muerte. Según la leyenda, murió cuando un águila confundió su cabeza calva con una roca y dejó caer sobre ella una tortuga, rompiéndose la concha y el cráneo.

Víctimas modernas del destino han sufrido muertes igualmente irónicas. Consideren el caso de la mujer de Praga, Checoslovaquia, que saltó desde la ventana de un tercer piso al enterarse de que su marido le era infiel. El marido, que entraba en la casa en el momento de lanzarse ella, amortiguó su caída. Ella sobrevivió. Él murió en el acto.

También hubo una mujer de treinta y seis años en San Diego que proyectó, en 1977, matar a su marido, un instructor de Infantería de Marina de veintitrés años, para cobrar el seguro de 20.000 dólares. Vertió el saco de veneno de una tarántula en un pastel de zarzamoras cocido por ella misma; pero él sólo comió unos pocos bocados. Después trató de electrocutarle en la ducha, pero fracasó también. Igualmente fracasaron sus intentos de matarle con lejía, atropellándole con un coche, inyectándole burbujas de aire en las venas y echando anfetaminas en su cerveza cuando conducía, con la esperanza de que tendría alucinaciones y se estrellaría.

Desesperada, contrató a una cómplice de veintiséis años. Juntas golpearon al marido en la cabeza con pesas de metal mientras dormía. Fue solamente entonces cuando sucumbió al fin.

Por último, el Día de Conmemoración de los Caídos de 1987, un abogado de cuarenta años, de Louisiana, se plantó en su barca al acercarse una tormenta. «Aquí estoy, desafió al cielo, levantando las manos sobre la cabeza. Un rayo cayó sobre él, matándole instantáneamente. El apellido del abogado era Graves (Tumbas).

Amelia Earhart: Una heroína norteamericana perdida
Una de las más celebradas desapariciones de la historia reciente se refiere a una piloto y heroína estadounidense, Amelia Earhart. Ella y su copiloto, Fred Noonan despegaron de California el 20 de mayo de 1937, comenzando lo que iba a ser una circunnavegación hacia el Este del Globo. El vuelo fue cuidadosamente rastreado mientras el equipo de vuelo pasaba por encima de Florida, Brasil, África, la India y Australia, en aquel avión especialmente equipado con un motor gemelo.

El 2 de julio, Earhart y Noonan se reabastecieron de combustible en Lae, Nueva Guinea, y reanudaron su vuelo, intentando una cita con el buque de la Guardia Costera Itasca, en el Pacífico central. La última transmisión recibida de la pareja, sin embargo, resultó confusa y fragmentaria. No se produjeron más mensajes por radio y el avión no fue visto de nuevo más.

Se llevaron a cabo frenéticas búsquedas, incluso empleando a George Putnam, un amigo de Amelia Earhart y de su marido. Según la psíquica Jacquelin Cochran, poco después de perder el contacto, Earhart estaba viva en una isla del Pacífico no identificada. Se produjeron algunas especulaciones respecto de que el avión aterrizó en una isla volcánica que luego quedó sumergida (o se hundió). Otras posibilidades incluyen su captura por los japoneses, que la ejecutaron de manera sumaria como espía. En cualquier caso, no se encontró jamás el menor rastro del avión.

Animales de granja mutilados
Durante todo 1988, algo horrendo y mortal estaba mutilando a los animales de granja en Geneva, una ciudad del Estado de Alabama. A pesar de que habían resultado muertos más de 40 animales -incluyendo a un caballo al que le fueron arrancados los genitales y unos cerdos a los que extrajeron del cuerpo las entrañas-, nadie pudo localizar a la criatura responsable de todo aquello.

Entre las bajas se contaban varios cerdos de 30 kg y un verraco de 125 kg, propiedad de la familia Stinson.

-Sea lo que fuere, parece más interesado en desgarrar a sus presas que en comérselas -explica Lance Stinson, cuyos padres y hermana creen haber oído una noche al asesino-. Escucharon un grito agudo, que parecía proceder de varias direcciones al mismo tiempo.

Según Dot Kirkland, una mujer portavoz del Departamento del Sheriff del Condado de Geneva, una investigación de las misteriosas muertes de los animales fue obstaculizada por unos vaqueros curiosos que acudieron a ver si lograban entrever al desconocido asesino.

-No podemos afirmar si existía algún tipo de huellas a causa de tantas personas como anduvieron por aquí -explica la portavoz-. No ha aparecido ninguna nueva evidencia y la matanza parece haberse detenido. Ahora creemos que, probablemente, los animales fueron atacados por perros asilvestrados.

Pero Lance Stinson no está tan seguro.

-Algunos ancianos del lugar creen que pudo tratarse de un oso herido y enloquecido. A otros les parece que se trata de un puma o incluso de lobos -cuenta el hombre-. Sin embargo, una cosa resulta clara. Por las señales en el cuerpo de los animales muertos, el que los mató tenía cuatro garras en una pata y sólo tres en la otra. El departamento del sheriff cree que esto lo hicieron los perros. Pero hay muchísimas personas que no están en absoluto convencidas de ello.

Animales domésticos que sienten los terremotos
Los chinos hace mucho tiempo que han observado que los animales pueden, de alguna manera, percibir un inminente terremoto. Sienten los drásticos cambios en el campo magnético de la Tierra, los precursores de los terremotos, y se ponen nerviosos y asustados y, a menudo, se esconden.

Jim Berkland quedó convencido de la prudencia china del aviso de los terremotos, en parte basado en observaciones de la conducta animal, cuando su propio gato salió huyendo exactamente antes de un terremoto importante. Regresó unos meses después..., exactamente antes de otro seismo. (En Japón, antes de los terremotos, los peces dorados tratan de saltar de sus peceras y, en China, las aves domésticas intentan salir de sus jaulas.)

El geólogo jefe del Condado de Santa Clara, en California, Berkland se encuentra ahora estudiando los anuncios de pérdidas y hallazgos en los tres periódicos principales de California, contando el número de gatos y perros perdidos. Cuando el número de animales domésticos aumenta, ello significa que el Estado puede verse afectado por un terremoto.

Combina el número de animales que aparecen en los anuncios como perdidos, los datos de actividad de géiseres y de las mareas, y la posición del Sol y de la Luna, período en que las condiciones son más favorables para que se produzcan los terremotos. Y lo compara todo para realizar sus predicciones de terremotos, jactándose de haber conseguido un índice del 82% de éxitos.

Animales misteriosos 
Las montañas, las selvas y los océanos bien podrían ser el hogar de lagartos gigantes, elefantes pigmeos e incluso de hombres del Neandertal, así como de toda una serie de criaturas aún por descubrir.

El zoólogo Bernard Heuvelmans reunió una lista de más de cien animales misteriosos, documentada con 25.000 referencias, aún no clasificados por los científicos.

Hay indicios de que algunas de las extrañas criaturas no sean sólo mitológicas. Existen huellas de dragones Sasquatch y africanos, fotografías de una serpiente africana gigante y del monstruo del lago Ness y un ejemplar del hombre de Neandertal que fue fusilado hace varias décadas en el Vietnam.

Frank Poirier, antropólogo de la Universidad del Estado de Ohio, está de acuerdo con la posibilidad de que algunos de los animales anormales existan efectivamente. Otros deben de haberse extinguido en la época moderna. Es una tontería, añade, pensar que no puedan haber nuevas especies de animales por descubrir.

Anomalías ópticas
Un legendario gigante de un solo ojo, la figura del Cíclope, aparece en mitos de todo el mundo. Pero un hombre que vivía en Mississippi, en una comunidad del interior, tal vez haya sido el primer ser humano verdaderamente con un solo ojo. Su única cuenca, completamente normal en todos los sentidos, se hallaba localizada en el centro de la frente, según el Boston Medical Journal. Durante años, los promotores de espectáculos y circenses persiguieron al hombre, pero éste se negó en redondo a convertirse en un espectáculo público.

Naturalmente, el hombre de Mississippi no es la única persona en el mundo que haya sufrido de semejante anómala situación de los ojos. Por ejemplo, hubo un inglés con cuatro ojos, que podía abrir cada uno de ellos de manera independiente, y mirar en cuatro direcciones diferentes a la vez.

Apariciones en «Haw Branch
La «Plantación Haw Branch» había sido en un tiempo una finca magnífica, con jardines, cuidados céspedes, fosos sin agua y majestuosas chimeneas que llenaban de gracia la casa solariega de preguerras. Pero, en 1964, tras cincuenta años de abandono, la propiedad había ya caído en un estado de grave incuria. Cuando Gibson McConnaughey heredó «New Branch», ella y su marido Carey se pusieron de inmediato a restaurar la finca a su antiguo esplendor. Y hubo, por lo menos, un antepasado que deseó también regresar a «Haw Branch».

Sin embargo, muy pronto los McConnaughey comenzaron a escuchar ruidos extraños por toda la casa. A veces el aire traía el aroma de naranjas o de rosas, aunque allí no había ni aquella fruta ni aquellas flores. En una ocasión, además, el marido y la mujer vieron a alguien que llevaba una lámpara mientras salía del granero y se aproximaba a la casa; pero, al acercarse más, sólo pudieron ver la lámpara de queroseno agitándose en el aire.

Tres meses después de haberse mudado a «Haw Branch», el matrimonio y sus hijos fueron despertados en mitad de la noche por una mujer que gritaba en el desván. Aterrados, aguardaron hasta que se hiciese de día para investigar, pero no encontraron nada a lo que pudiese atribuirse aquel ruido. Los gritos continuaron presentándose a intervalos de seis meses, pero no fue hasta el verano de 1967 cuando Gibson fue testigo de una imagen conectada con la voz.

-Ella no era transparente, sino sólo una silueta blanca -recordó Gibson.

Aunque fue incapaz de discernir los rastros faciales, Gibson se percató de que la aparición llevaba un vestido que le llegaba al suelo, propio de una época pasada. Permaneciendo sólo un momento delante de Gibson, la mujer miró silenciosa a la distancia mientras, de modo repetido, desaparecía y luego reaparecía de nuevo.

En 1969, la familia se había ya acostumbrado a la mujer y a sus fantasmales compañeros. No obstante, la visita semestral de la voz de la mujer comenzó a presentarse con más frecuencia después de la llegada de una reliquia de la familia. El primo mayor de Gibson mandó a los McConnaughey el retrato de una parienta muerta hacía mucho tiempo y llamada Florence Wright. A partir de la descripción recibida, la familia esperaba un retrato en vívidos colores al pastel que representara a Florence en sus años de mocita, poco antes de su repentina muerte. Sin embargo, cuando llegó, los McConnaughey quedaron sorprendidos al observar que la pintura recurría a unos colores de un gris oscuro, castaños y a unos blancos sucios. Incluso así, procedieron a colgarlo encima de la chimenea de la biblioteca.

Luego, en febrero de 1970, el retrato comenzó una transformación. El pelo, negro como el azabache, pareció de un tono más claro. En la base del cuadro, una rosa comenzó a transformarse en rosada a partir de su tosco gris. Y la piel de Florence empezó a adoptar un matiz muy parecido al natural. En realidad, cada detalle era ahora inexplicablemente brillante y más colorido. A medida que prosiguió el proceso, la imagen de Florence Wright pronto representó a una belleza de ojos azules y pelo rojizo, sentada en una silla de un verde brillante.

Según un psíquico que más tarde examinó el retrato, el espíritu de Florence había quedado encerrado en la pintura en el momento de su muerte. Por lo tanto, tenía el poder de extraer de aquella obra de arte todos sus colores hasta que ella fuese feliz en su nueva localización. Las voces escuchadas en «Haw Branch» eran espíritus amigos que se habían congregado para ayudar a la mujer a recuperar sus perdidos colores. Evidentemente, según opinaba el psíquico, «Haw Branch», con su brillante atmósfera espiritual, llegó a convertirse en un hogar satisfactorio para Florence Wright.

Aquí es donde empezamos
Después de ser probada la primera bomba atómica en Alamogordo, en 1945, se descubrió que el lugar de la explosión estaba cubierto de una capa de cristal verde fundido, arena transformada en cristal por la bomba.

Varios años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, unos científicos excavaron en las proximidades de Babilonia, la un día gran metrópoli de Mesopotamia y presunto emplazamiento de la Torre de Babel. Con el fin de saber hasta qué profundidad llegaban las capas de ruinas y artefactos, los arqueólogos abrieron un pozo experimental para catalogar por épocas sus descubrimientos.

Excavaron por debajo de las grandes ruinas antiguas y a través de una ciudad anterior enterrada bajo capas de loess. Entonces, más abajo, encontraron pueblos que indicaban una cultura agraria. Todavía a mayor profundidad, descubrieron restos de una cultura de cazadores y pastores, y artefactos todavía más primitivos. La excavación terminó cuando, debajo de las capas mencionadas, se encontró un suelo sólido de cristal fundido.

Arqueología metapsíquica
Jeffrey Goodman empezó su carrera como ejecutivo de una pequeña compañía de petróleo en Tucson. Graduado en Ciencias Empresariales, no era particularmente propenso a los vuelos alocados de la fantasía. Por esto es tan sorprendente encontrarle hoy como paladín en el nuevo campo de la arqueología metapsíquica, donde videntes bien dotados ayudan a encontrar lugares de excavación prometedores.

La odisea psíquica de Goodman empezó en 1971, cuando se enteró de que los antropólogos convencionales creían que los primeros hombres aparecieron en las Américas hacia dieciséis mil años. Goodman creyó que aquella fecha era demasiado reciente. En realidad estuvo seguro de que podría encontrar pruebas de una civilización más antigua en Arizona, si sabia dónde tenía que buscarlas. Y así, con el fin de estudiar más a fondo su presentimiento, consultó a Aron Abrahamson, conocido vidente de Oregón. Sin moverse de su casa, el vidente le hizo varias descripciones que ayudaron a Goodman a localizar el lecho seco de un río en los San Francisco Peaks, cerca de Flagstaff. Era un lugar extraño para buscar una civilización perdida, ya que nunca se habían encontrado allí restos arqueológicos. Pero no solamente prescindió Goodman de este inconveniente, sino que incluso pidió al vidente que predijese las formaciones geológicas que encontraría al efectuar la excavación.

Cavando precisamente donde había indicado el vidente, Goodman desenterró artefactos que tenían al menos una antigüedad de veinte mil años. Más sorprendente aún fue que el 75 por ciento de las predicciones geológicas de Abrahamson resultaron totalmente correctas, a pesar de que dos geólogos locales se habían burlado de ellas. El vidente de Oregón predijo, por ejemplo, que los excavadores encontrarían un estrato de cien mil años de antigüedad al nivel de siete metros, y efectivamente, fue esto lo que encontraron.

Asesinado y reencarnado
El doctor Ian Stevenson es el experto más famoso del mundo en reencarnación, especialista en estudiar casos de niños que parecen recordar vidas pasadas. Particularmente chocantes son los casos en que el niño presenta marcas de nacimiento que parecen heredadas de su anterior existencia. Uno de los más espectaculares es el de Ravi Shankar, que nació en 1951 en Kanauj, Uttar Pradesh, India.

Desde sus primeros años, Ravi afirmó que, en realidad, era hijo de un hombre llamado Jageshwar, barbero que vivía en un distrito próximo. También afirmaba que había sido asesinado. Su padre actual no creía una palabra de lo que decía y empezó a pegarle para que se dejase de tonterías. Las palizas sirvieron de poco para borrar los recuerdos de Ravi, que cada vez estuvo más obsesionado, al hacerse mayor, por las revivificaciones de su vida anterior. Incluso se hacia la extraña ilusión de que sus asesinos pasados le perseguían todavía. Aunque toda la historia era fantástica, Ravi tenia, ciertamente, una extraña marca de nacimiento. Era una mancha dentada, de unos cinco centímetros de largo, que parecía la señal de una cuchillada debajo del mentón.

Los recuerdos y la obsesión de Ravi fueron en definitiva relacionados con un asesinato que se había perpetrado en la región seis meses antes de su nacimiento. El 19 de julio de 1951, el hijito de Jageshwar Prasad, barbero de la localidad, había sido asesinado por dos hombres, que le decapitaron. Aquellos hombres, en realidad parientes suyos, pretendían heredar los bienes de su padre. Aunque los asesinos fueron detenidos, hubo que soltarles por un tecnicismo legal.
Cuando Jageshwar se enteró de lo que decía Ravi, decidió visitar a la familia Shankar para comprobar personalmente las informaciones. El barbero conversó durante largo tiempo con Ravi y, gradualmente, éste le reconoció como su padre anterior. Ravi le dio incluso detalles sobre su asesinato, detalles que solamente conocían Jageshwar y la Policía. Y hoy conserva todavía Ravi aquella extraña marca de nacimiento, vestigio de su asesinato en la India, en una vida anterior.

Asesinatos soñados
La desconcertada Policía de Oak Park, Illinois, pidió a los residentes de la zona que se presentasen y aportasen la información que obrase en su poder referente al asesinato de una estudiante de Enfermería de veinticuatro años, ocurrido el 4 de octubre de 1980. Un joven de gran rectitud moral, Steven Linscott, se sintió obligado a contar a los investigadores los extraños sueños que había tenido aquella noche entre la una y las tres de la madrugada, mientras dormía junto a su mujer.

En los sueños, según el estudiante de la Biblia de veintisiete años y consejero de la Misión de la Buena Nueva, había visto a un hombre y a una mujer enzarzados en lo que parecía una conversación amistosa, en casa de ella. De repente, el humor del hombre cambió y, con una malévola sonrisa, agarró un objeto metálico alargado y pesado y golpeó con él a la mujer hasta matarla. Sin embargo, lo que intrigó en particular a Linscott fue que la mujer no había protestado en absoluto durante toda la paliza del sueño.

La Policía quedó asombrada ante el sorprendente parecido entre la revelación del sueño de Linscott y los detalles del auténtico homicidio. La mujer había sido golpeada con un objeto metálico pesado y le habían dado con él muchas veces. Además, la estudiante de yoga había sido encontrada con sus dedos en un ademán de Kriya Yoga, es decir, algo que significa la aceptación de la muerte. Para añadir más cosas a la coincidencia, Linscott, en una ocasión en que acudió a la Comisaría, había llevado una camisa parecida a la que lucía el hombre en su sueño. Tras llegar a la conclusión de que todos esos detalles sólo podían ser conocidos por el asesino, la Policía detuvo a Linscott. Dos años después, Linscott fue condenado y sentenciado a cuarenta años de prisión.

No obstante, en 1984, la sentencia de Linscott fue anulada por dos de los tres jueces que resolvieron la apelación de Linscott, sobre la base de que el sueño no podía considerarse una confesión. La evidencia simplemente planteaba la posibilidad de que fuese culpable. Además, existían muchas contradicciones entre el sueño y el asesinato real, incluyendo la raza de la víctima. Aunque el tercer juez estaba convencido de que Linscott era culpable, la mayoría sostuvo que la prueba era «tajantemente no suficiente como para excluir cualquier teoría razonable de inocencia».

Aspirina musical
La mujer escuchaba música, canciones de los años treinta y cuarenta, que sonaba todo el día en su cabeza. Desesperada, buscó la ayuda de James Allen, de la Clínica de Neurología de Minneápolis.

Allen investigó cualquier posibilidad concebible: ¿Eran tal vez los vecinos de la mujer los que tocaban su música muy alta?

¿Funcionaba mal su aparato para sordos y de alguna manera captaba una emisora de radio local? No. Incluso cuando la mujer era introducida en una sala insonorizada, continuaba escuchando las canciones.

Entonces Allen emprendió un examen físico completo: la mujer estaba por completo cuerda, con unas pautas normales de las ondas cerebrales. Con excepción de su sentido limitado de la audición y una artritis reumática, por lo demás gozaba de muy buena salud.

En realidad, la causa de las melodías eran las doce aspirinas diarias que se tomaba para la artritis, según pudo comprobar al final Allen, consciente de que, en ocasiones, los medicamentos producen zumbidos en los oídos. Dado que la memoria musical reside en el centro auditivo del lóbulo temporal del cerebro, la combinación de la falta de agudeza auditiva por parte de la mujer y su excesiva ingestión de aspirinas, esto le provocaba recuerdos musicales y los hacía llegar a su estado consciente. Cuando se redujo en un 50% la ingestión de aspirinas, los sonidos fueron desapareciendo gradualmente, según informó Allen al New England Journal of Medicine.

Autostopistas fantasmas
Una noche de invierno de 1965, Mae Doris, de Tulsa, Oklahoma, emprendió sola el viaje de sesenta y cinco kilómetros para ir a la casa de su hermana en Pryor. .Mientras conducía por la autopista 20 -recordó Doris- a pocos kilómetros al este de la población de Clarenmore, pasé por delante de un colegio y vi a un muchacho que parecía tener once o doce años haciendo autostop en la orilla de la carretera.»

Compadeciéndose de un muchacho tan joven en una noche tan fría, Doria detuvo el coche y se ofreció a llevarle. «Él subió y se sentó a mi lado en el asiento delantero -dijo ella-, y charlamos sobre las cosas de que suelen hablar las personas que no se conocen.» Doria le preguntó qué estaba haciendo en aquel lugar, y él le dijo: «Jugando a baloncesto en el colegio.» El pasajero parecía tener 1,65 metros de estatura y buena constitución, «como un muchacho aficionado a los deportes y que ejercitaba los músculos». Era blanco, de cabello castaño claro y ojos grises azulados. Pero, sin saberlo, Mae Doria habla recogido a un fantasma autostopista.

El muchacho señaló al fin una alcantarilla en las afueras de Pryor y dijo: «Déjeme allí.» Como no vio ninguna casa ni luces, Doria le preguntó dónde vivía, a lo cual respondió el chico: «Allí.» Ella estaba tratando de adivinar dónde era «allí» cuando el pasajero desapareció sencillamente. Doria detuvo inmediatamente el coche y se apeó de un salto. «Corrí alrededor del automóvil, casi histérica -dijo-. Miré en todas partes, arriba y abajo de la carretera, a la izquierda y a la derecha, pero fue inútil. Había desaparecido.» Más tarde, recordó Doria que el autostopista no llevaba chaqueta, a pesar del frío invernal. Una conversación casual con un empleado de una empresa de servicio público, mantenida dos años después del suceso, la enteró de que el personaje fantasma había sido recogido por primera vez en el mismo lugar en 1936.

Un encuentro todavía más misterioso llevó a una muerte por accidente de la que un autostopista fantasma fue al menos en parte responsable. En febrero de 1951, Charles Bordeaux, de Miami, era oficial de la Oficina de Investigaciones Especiales de la Air Force, en Inglaterra. Un aviador americano había sido muerto en misteriosas circunstancias y Bordeaux fue encargado de investigar el caso. Se enteró de que un guardia de seguridad había visto a un hombre corriendo entre dos bombarderos «B-36» aparcados. Le gritó tres veces «¡Altol», y, al no detenerse el personaje, le disparó. «Habría jurado que le había dado, pero cuando llegué a aquella parte del aeródromo, no había nadie allí. Había desaparecido.» En cambio, la bala perdida había matado a otro aviador.

Continuando su investigación, Bordeaux habló con un oficial que también había estado de servicio aquella noche fatal. Antes del incidente, había conducido un automóvil y visto a un hombre con uniforme de la «Royal Air Forcé» haciendo autostop. El oficial dijo que, cuando el hombre había subido le había pedido uno de sus cigarrillos «Camel». Después le había pedido el encendedor. El oficial vio la chispa por el rabillo del ojo, pero, cuando volvió la cabeza, el pasajero se había desvanecido en el aire, dejando el encendedor sobre el asiento vacío.

Avellanas caídas del cielo
Alfred Wilson Osborne y su esposa suelen contar la historia de un día de marzo de 1977 en que fueron apedreados con objetos caídos del cielo.

Osborne, corresponsal de ajedrez de un periódico, de Bristol, Inglaterra, dice que él y su esposa volvían de la iglesia a casa una mañana de domingo, cuando fueron bombardeados con varios cientos de avellanas que caían al suelo. Durante unos minutos, las avellanas cayeron sobre los coches que pasaban, los vehículos aparcados de un comerciante de automóviles próximo y los transeúntes.

A Osborne le sorprendió lo que había visto, pero dijo que lo más asombroso era que las avellanas, que no maduran hasta septiembre u octubre, estaban frescas y maduras.

-Pensé que tal vez un remolino las había absorbido y levantado, pero no sé dónde podrían recogerse avellanas en marzo.

Aves kamikazes
El suicidio es algo casi desconocido en el reino animal. Sin embargo, en una monstruosa exhibición unos 400 petirrojos perecieron en masa al darse contra un muro de hormigón en su vuelo. Unos gatos que perseguían a los pájaros muertos o moribundos fueron matados por un bombardeo en picado de unas aves kamikazes. En la Carretera 101, al lado del lugar del incidente, en las cercanías de Mount View, California, se produjo un choque en cadena cuando los automovilistas intentaron evitar la confusión reinante.

Karen Fraad, de la Sociedad Humanista del Condado de Santa Clara, no cree que el suicidio masivo fuese instintivo o incluso «planeado». Sugiere que los petirrojos estaban embriagados. Al parecer, a todo lo largo de la Carretera 101 el Departamento de Transportes de California había plantado arbustos piracanta, cuyas bayas fermentadas se sabe que intoxican a los pájaros. Los petirrojos se habían dado un festín de bayas alcohólicas, especula Fraad, y se desorientaron. Sin saber a dónde se dirigían los pájaros comenzaron a volar bajo. Lo que pasó, señala Fraad, fue que el muro se interpuso en su camino.

En respuesta a las protestas de Fraad con respecto a las plantas tóxicas, el Departamento de Transportes de California ha retirado y sustituido la mayoría de los arbustos piracanta.